En tu siembra
Pollo, tú que fuiste uno de esos hombres que no deberían tener derecho a morir
Por: Roland Denis
En su cédula sale nombrado como Ruben
Atalido, pero su nombre querido entre nosotros era el Pollo, “El Pollo de
Aroa”. Yo me pregunto de dónde proceden hombres como él cuando todo nos dice
que eso es un imposible en una tierra que si hay algo que la ha desmadrado por
entero no es por sí mismo el sistema colonial y capitalista que vivimos ayer y
hoy sino la puñalada del descompromiso del desamor a lo nuestro que la
maldición petrolera y las cercanas costas yankis si le buscamos
causantes, nos hace sangrar la piel colectiva hasta convertirse en una herida
común que no logramos por más gritos y rebeliones que atraviesan nuestra
historia despojarnos de una vez por todas. Hombres como el Pollo, señor de la
sonrisa, del cuento, de la memoria, del regocijo entre los suyos, del grito
pelao si era necesario a su parecer, de la lealtad, del estar allí donde se
necesita, en fin, del descarado decir desde el lugar de pueblo que ocupó sin
ningún tipo de vergüenza más bien con “todísimo” orgullo y por ello descarado,
fue uno de aquellos que nació para ayudarnos a sacar ese puñal desmadrante sin
llanto ni compasión por nadie, simplemente para borrar la herida y si queremos
y solo si es así, tomar el arma que antes nos destrozó para acabar
definitivamente con los enemigos eternos, los verdaderos armadores del
descompromiso y acabarlos para siempre.
Ya te fuiste como tantos que hemos
visto partir, posiblemente sin lograr los grandes cometidos pero dejando una
huella que la sonrisa que tu mismo cadáver conservó. Te fuiste desesperado por
el encuentro súbito con la muerte, pero ¡ah grandísimo carajo! partiste
sonriente porque la tarea fue cumplida y el amor esta logrado, razón suficiente
para una despedida mas que feliz. Tu lugar fue tu lugar y de allí no te
desviaste ni un milímetro, es la verdadera conciencia de pueblo que nunca se
pierde entre los desvíos literarios y dogmáticos que tanto aborreciste, ni en
el rondar sin centro con una pretendida verdad pidiendo alguna alma humilde
pero estúpida que lo escuche, sino el quehacer puntual desde lo propio que
primero se hace conciencia y ética personal y luego una larga sistematización
de saberes infinitos que tu en cada encuentro nos recordabas a través de
anécdotas, jodederas, experiencias vividas, nuevas relaciones humanas encontradas,
millonadas de detalles que la vida real y la lucha auténtica nos enseña. Eso
hace a un verdadero combatiente libertario, y gracias hermano en nombre de
muchísimos porque usted lo fue.
Cuanta tierra arrebatada por el rico
ayudaste a que el pueblo pobre hoy tenga en sus manos, cuantas relaciones de
igualdad y libertad trataste sin descanso de fomentar, cuantos nudos de
articulación de lucha se hicieron con tus manos, cuantos saberes dejaste
sembrados por las tierras que recogieron tus pasos, cuantas acciones abiertas y
cerradas se hicieron bajo tu coordinación, cuantos hijos de esta lucha
terminaste de parir, imposible de cuantificarlo, pero allí están como
testimonio de la vida dejada y bien vivida coño como corresponde a un
desobediente como usted. Fuiste un discípulo de la mejor de las guerrillas que
se organizó en nuestro país, y que lo digan los montes de tu pueblo y los
guerrileros que aún son su memoria y que tu un día me presentaste aquella vez
que subimos a lo alto de la montaña y de repente me hiciste conocer a uno de
estos tantos guerreros que le tomó doce horas de camino por esos montes hasta
llegar a donde nos encontrábamos. Era nada menos que el segundo al mando de la
columna que se formó junto a los cubanos que llegaron con sus armas y acompañar
aquel ejército del pueblo de esos años, hoy sembrador de café en lo último de
aquellas cordilleras. Ese tipo de gestos tan propios de ti no solo te los
agradezco de por vida, era también el modo particular de tu ofrenda siempre
relacionada al restablecimiento de una memoria aún viva que como cometido de
vida insististe en que no se pierda. Allí es donde la historia empieza a ser
una pasión rica y no un libro muerto y mentiroso, ahora te tocará a ti y la
memoria que dejas entrar dentro de esa pasión que los cuentos de tu pueblo y
nosotros sabremos contar.
Muere Ruben Atalido “El Pollo” y con
él se va uno de los más consecuentes de los dirigentes del movimiento campesino
de nuestro país, de la fragua de la más bellas de las corrientes históricas y
libertarias cuya ronda mucho le falta por hacer y lo hará. Rabia que te vayas
precisamente cuando hombres como tu tanta falta hacen ahora que la peor de la
carroña quiere imponerse por todos lados para dirigir o mas bien finiquitar una
revolución que no le pertenece en absoluto y todo lo que de ella sobrevive se
ha hecho por el contrario con el ejemplo de hombres como tu y tu clase inaudita
e increíble. Pero bueno no importa hermano cuenta con nosotros que sabremos
aprender de tí y de tu altura, porque tu nos recuerdas lo que supone no
rendirse y lo que significa realmente ser alguien leal a su pueblo y vivir
desde ese reto gigantesco.
Nos despedimos hermano sin lágrimas
Gracias por tu inmenso amor y
soberbia rebeldía
Gracias por tu ejemplo y alegría
Un abrazo a los tuyos y a tu tierra
Volvemos por todos los caminos
Hasta la victoria siempre
Roland Denis
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