TUPAMARO LARA:
LA REALIDAD, SU IMAGEN Y EL NIÑO
Sólo nos formamos una imagen de la realidad, del grado de concordancia de la imagen y la realidad, de esa visión del mundo, depende en gran medida el éxito en las acciones. Lo anterior es cierto en cualquier campo de la vida, pero mucho más en política. Un político cuya imagen de la realidad esté distorsionada, que tenga una falsa conciencia, está destinado al fracaso.
Ahora bien, podríamos decir que el éxito de una política depende del grado de concordancia entre la realidad y su imagen, carlos andrés tenía una mala percepción de la realidad y todo desembocó en el 27 de febrero, tumba del neoliberalismo y también de las políticas anarcoides de la izquierda. Y aquí aparecen dos maneras de deformar la percepción de la realidad: una, el poder que embriaga, y otra, la deformación que la burguesía ejerce sobre los dominados para impedirles ver la esclavitud a la que están sometidos.
El poder ejerce una fascinación, un hechizo sobre los gobernantes, que les dificulta construirse una imagen más o menos coherente de la realidad. Esa fue la tragedia de carlos andrés.
Se rodean de la adulación, manipulan la imagen en lugar de intentar comprender a la realidad. La inseguridad la ocultan con medidas represivas pero el mal sigue reptando en las oscuridades de la sociedad. Se conforman con sacar de las primeras páginas a los conflictos, así sienten que la sociedad está tranquila, cuando en los subterráneos deambulan vigorosas las contradicciones. La publicidad, la tele, la radio, deben hacer coro, la disidencia es castrada, sólo la permitida, el resto es mutilado. Hablar es más delito que hacer. Recordemos aquel cuento del niño que gritó que el Rey estaba desnudo, no sabemos qué le pasó, el cuento no lo aclara, pero seguro no le fue bien, cometió un pecado capital, quizá le cerraron el programa…Luchar contra ese hechizo, contra la embriaguez del poder, es imprescindible para ejercer un buen gobierno, pero mucho más para una Revolución.
Los mecanismos burgueses para percibir con claridad la realidad provienen del mercado, de los estudios del mercado: las entrevistas, las opiniones, los grupos de análisis, los estudios de expertos, las encuestas… pero para el capitalismo la última razón son las ventas, la realidad real, si las ventas no caminan, todo fue un fracaso.
Los mecanismos para manipular a los dominados, para deformar su visión del mundo, su percepción de la realidad, son refinados, manipulan las compras así como manipulan los votos, los gustos, las voluntades… la fuerza es la última opción. Los mecanismos de manipulación de las clases dominantes son poderosísimos, no se pueden subestimar, hasta el Libertador los padeció, al punto que lo expulsaron de su Patria, lo asesinaron y lo confinaron al bronce, deformaron su pensamiento y lo pusieron al servicio de sus enemigos.
Esta Revolución debe afinar sus mecanismos para percibir la realidad, de no hacerlo está condenada al fracaso, debe medir su validez en los resultados. Más allá de los números en pantalla, está la capacidad de respuesta en defensa de la Revolución, más allá de la propaganda, de las encuestas, de los silencios impuestos, está la capacidad de sustituir la manera de relacionarnos y de la pasión en la defensa de la Revolución…
LA REALIDAD, SU IMAGEN Y EL NIÑO
Sólo nos formamos una imagen de la realidad, del grado de concordancia de la imagen y la realidad, de esa visión del mundo, depende en gran medida el éxito en las acciones. Lo anterior es cierto en cualquier campo de la vida, pero mucho más en política. Un político cuya imagen de la realidad esté distorsionada, que tenga una falsa conciencia, está destinado al fracaso.
Ahora bien, podríamos decir que el éxito de una política depende del grado de concordancia entre la realidad y su imagen, carlos andrés tenía una mala percepción de la realidad y todo desembocó en el 27 de febrero, tumba del neoliberalismo y también de las políticas anarcoides de la izquierda. Y aquí aparecen dos maneras de deformar la percepción de la realidad: una, el poder que embriaga, y otra, la deformación que la burguesía ejerce sobre los dominados para impedirles ver la esclavitud a la que están sometidos.
El poder ejerce una fascinación, un hechizo sobre los gobernantes, que les dificulta construirse una imagen más o menos coherente de la realidad. Esa fue la tragedia de carlos andrés.
Se rodean de la adulación, manipulan la imagen en lugar de intentar comprender a la realidad. La inseguridad la ocultan con medidas represivas pero el mal sigue reptando en las oscuridades de la sociedad. Se conforman con sacar de las primeras páginas a los conflictos, así sienten que la sociedad está tranquila, cuando en los subterráneos deambulan vigorosas las contradicciones. La publicidad, la tele, la radio, deben hacer coro, la disidencia es castrada, sólo la permitida, el resto es mutilado. Hablar es más delito que hacer. Recordemos aquel cuento del niño que gritó que el Rey estaba desnudo, no sabemos qué le pasó, el cuento no lo aclara, pero seguro no le fue bien, cometió un pecado capital, quizá le cerraron el programa…Luchar contra ese hechizo, contra la embriaguez del poder, es imprescindible para ejercer un buen gobierno, pero mucho más para una Revolución.
Los mecanismos burgueses para percibir con claridad la realidad provienen del mercado, de los estudios del mercado: las entrevistas, las opiniones, los grupos de análisis, los estudios de expertos, las encuestas… pero para el capitalismo la última razón son las ventas, la realidad real, si las ventas no caminan, todo fue un fracaso.
Los mecanismos para manipular a los dominados, para deformar su visión del mundo, su percepción de la realidad, son refinados, manipulan las compras así como manipulan los votos, los gustos, las voluntades… la fuerza es la última opción. Los mecanismos de manipulación de las clases dominantes son poderosísimos, no se pueden subestimar, hasta el Libertador los padeció, al punto que lo expulsaron de su Patria, lo asesinaron y lo confinaron al bronce, deformaron su pensamiento y lo pusieron al servicio de sus enemigos.
Esta Revolución debe afinar sus mecanismos para percibir la realidad, de no hacerlo está condenada al fracaso, debe medir su validez en los resultados. Más allá de los números en pantalla, está la capacidad de respuesta en defensa de la Revolución, más allá de la propaganda, de las encuestas, de los silencios impuestos, está la capacidad de sustituir la manera de relacionarnos y de la pasión en la defensa de la Revolución…
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