martes, 28 de enero de 2020

COLOMBIA CORRUPTA

Por Donaldo Mendoza
Para hacerse una idea, en proporciones justas, de los altos niveles de corrupción en Colombia, lo mejor es pasar una mirada por las regiones. Y ya verán cómo la muestra es fiel espejo del universo. Entonces ya no será sorpresa, sino vergüenza, ese deshonor de ser el país más corrupto del mundo. Y no es porque Iván Duque Márquez sea el presidente. La metástasis de este cáncer lleva muchos lustros, el milagro es que el país no haya colapsado.
Vamos con una región, el departamento del Cesar, y con la muestra: los municipios del Agustín Codazzi y La Jagua de Ibirico. En Codazzi, el actual alcalde, Ómar Benjumea, resultó ganador gracias a una alianza de partidos alternativos. Fue un verdadero palo, en razón de las potentes maquinarias de otros tres candidatos de partidos tradicionales. En el empalme, que no hubo con quién hacerlo porque el alcalde saliente estaba en la cárcel, como pudo el nuevo burgomaestre se enteró de la situación fiscal de Codazzi: millonarias demandas al hospital y al municipio, que si las paga, no le quedaría un peso para administrar. A esto se suma que el alcalde anterior al anterior fue inhabilitado para su tercera aspiración a la alcaldía, en razón de que estaba emproblemado por irregulares contrataciones con el programa PAE (porque de esa vorágine, ni los niños más pobres se salvan).
Hoy, el municipio más rico del Cesar, en proporción a su población, es La Jagua de Ibirico. Esta población, al sur del Cesar, es el mayor productor de carbón mineral, con gigantescas minas a cielo abierto. Pues los escasos 30 mil habitantes de La Jagua soportan un vergonzante pico y placa de agua, dado que el acueducto no tiene capacidad para abastecer los pocos barrios que lo conforman. En muchos años no ha sido posible terminar una modesta planta de tratamiento de agua. Como recordarán, este es el mismo municipio que hace unos años se hizo famoso en Colombia porque tres alcaldes en línea terminaron en la cárcel, por dineros de las regalías. En prisión pasaban su año sabático, y de allí salían sin devolver un centavo.
Bueno sería que colaboradores de este periódico, trajeran muestras de otras regiones, para armar el mapa completo de la corrupción en Colombia. Y ya verán que ese primer lugar es el reflejo de una realidad inocultable. Bueno sería, subrayo, a ver si con la información revelada empezamos a ver un día de estos el nacimiento de una tenue luz al final de este largo y tenebroso túnel de la deshonra.
Donaldo Mendoza

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