sábado, 12 de agosto de 2017

Viviendo con ancestros

Chano Pozo tocó su bongó en Nueva York décadas después de su muerte. Lo contaron Milton Cardona y José Mangual Jr., por la inolvidable Radio Aeropuerto: estaban grabando el disco A Tribute to Chano Pozo cuando ambos lo oyeron tocando su bongó con ellos. ¿Cómo pudo ser?
Chávez invocó varias veces a Mateo 18:20, Cristo dice a sus discípulos: «Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente». La Iglesia lo llama Eucaristía.
No creo en fenómenos sobrenaturales, jamás me ha sucedido nada que no pueda publicarse en una revista científica arbitrada, pero sí creo que Pozo tocó con Mangual y Cardona aquella vez. Así:
La música suscita estados de ánimo. Un cumaco es hipnótico porque los tambores no resuenan solo en los oídos sino en toda la carne y nos envuelven en un trance, de ahí su uso en santería, porque inducen arrebatos místicos y puede cualquiera oír a Chano Pozo. Aquellos percusionistas homenajeaban a un colega maravilloso que veneraban con fervor inusual y extraordinario. La alucinación auditiva estaba…, bueno, cantada. No fue, creo, que el abakuá Pozo se materializó en el estudio neoyorquino con bongó y todo sino que estando vivo en la memoria de aquellos percusionistas lo sintieron sonar cual si aún viviera, puesto que aún vivía. Es decir, la «chanopocidad» pervivía en ellos y se hizo pre sente en su afectividad musical cuando tocaron la «sensible nota del cuero que dulcifica el ambiente y que siente solamente quien ha nacido rumbero», como cantan Los Roncos de La Habana.
No sé si mi hipótesis es cierta o no, pero si Pozo se manifestó como dicen Mangual y Cardona, o fue como digo yo, es irrelevante. Sea como sea, Pozo estuvo allí, se hizo oír, sea en invocación espiritista o en reestructuración semiótica, por Gestalt, como creo yo, pedante que soy y a veces hablo raro.
Nos pasó el 30J a quienes estuvimos en el Poliedro y en toda Venezuela arriesgando la vida al votar por Chávez en nombre de Chávez, sea en espíritu, sea en la estructura política que nos legó. ¿Qué importa? Estaba allí y eso sí importa porque de muchas más de 8 089 320 maneras todos fuimos Chávez.


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