viernes, 18 de septiembre de 2015

Néstor Francia / Análisis de Entorno: La olla de presión contra le Revolución Bolivariana (16-09-2015)

– El juego de presiones sobre Venezuela

– Visos de neocolonialismo

– Altísimo nivel de acoso

– Los puntos de presión y la joya de la corona

– El eslabón más significativo y supuestamente más débil

– Acabar con el experimento modélico

– El “mal ejemplo”

– La olla de presión contra le Revolución Bolivariana

– Guerra Mundial contra el legado de Chávez

– Picando como una avispa, volando como una mariposa

– Unasur, que sí, que no

– Santos juega a la confusión

– Guyana y Google Maps

– Una vez más la instrucción postrera de Chávez

El juego de presiones de todo tipo que tiene a Venezuela como epicentro suramericano en este momento no cesa. Imaginamos el hervidero de llamadas y contactos de todo tipo en un alboroto político que incluye las situaciones fronterizas con Colombia y Guyana, la condena a Leopoldo López y, por supuesto, todo lo referido a las elecciones parlamentarias de diciembre, cuya transparencia la derecha nacional e internacional pone en duda, como suele suceder, exigiendo, entre otras cosas, la “observación” internacional al proceso venezolano. Esto último, por cierto, revela una propensión al tutelaje con visos de neocolonialismo. Nadie pide “observación” para las elecciones en España o para las muy cuestionadas elecciones en Estados Unidos. Somos nosotros los que tenemos que ser “observados”, pues siempre se nos asoma como primitivos y fraudulentos, no importa cuánto se haya ponderado las virtudes del sistema electoral venezolano, que algunos catalogan como el más tecnificado e idóneo del mundo.
Es indignante el altísimo nivel de acoso que practica la derecha continental, además con la muy activa participación de la derecha española. En la contraofensiva de esa derecha del continente hay tres puntos principales de presión en este momento: Venezuela, Brasil y Argentina. Pero no hay duda de que Venezuela es lo que se llama la joya de la corona. La derecha considera que nuestro país reúne dos condiciones que le dan tal nivel de relevancia: es actualmente el eslabón políticamente más significativo y a la vez supuestamente el más débil entre todos los que forman el sector de gobiernos más radicales del panorama continental. Cuba ha alcanzado un punto de no retorno en su estabilización política, coronado con hechos como la reapertura de las embajadas en Washington y La Habana, y la visita del Papa Francisco a la isla. Los presidentes de Ecuador, Bolivia y Nicaragua tienen altos niveles de popularidad que hacen que no se avizore de inmediato la posibilidad de que esos proyectos se vean truncados, aunque las conspiraciones también están allí, por supuesto. De modo que una vez que partió físicamente Chávez, se ha venido desarrollando un evidente plan que combina acciones económicas, políticas y mediáticas que persiguen poner a la Revolución Bolivariana contra la pared y acabar con un experimento modélico, ejemplar, que constituye sobre todo un “mal ejemplo” para otros pueblos de América Latina y el mundo todo. De hecho, muchos consideran que el pensamiento de Chávez ya hizo “metástasis” en nuestro continente, con manifestaciones también en otras latitudes, y que es necesario extirpar el foco principal de la “enfermedad”.
Es en ese contexto que debe analizarse la olla de presión donde se está guisando la colosal conspiración contra nuestra Revolución. Los gobiernos de derecha, como los de Chile, Paraguay, Perú y Costa Rica, ni qué decir el de Colombia, y algunos relativamente de “izquierda”, como el de Uruguay, han comenzado a enseñar las uñas en casos como el de Leopoldo López. Ya conocemos, por otra parte, el comportamiento de ex presidentes neoliberales, sobre todo lo que se reúnen en el Club de Madrid. Y, claro, los ataques directos que vienen desde el Imperio y sus aliados de la Unión Europea, lo cual hace que la conspiración contra Venezuela se convierta en una especie de Guerra Mundial contra el legado de Chávez, auspiciada también por el entramado de organismos, grupos varios, ONG y organizaciones de “derechos humanos” que ha venido construyendo el imperialismo como expresión del frente “independiente” de su proyecto de dominación, en peligro por las luchas populares, el afán de soberanía e independencia de numerosos países, el surgimiento de otros polos de poder como Rusia, China y en general los países Brics, y la crisis económica y estructural del capitalismo.
A esos factores políticos hay que sumar la avasallante campaña mediática adelantada por la gigantesca cadena planetaria de medios alineados con los intereses del imperialismo, que coloniza las señales audiovisuales, los impresos, las redes sociales y las fábricas de rumores. Es una cayapa mundial contra Venezuela, la Revolución Bolivariana, el chavismo y quien encarna hoy esos vientos transformadores, el presidente Nicolás Maduro.
En medio de todo ello, nuestro Gobierno se sigue moviendo con habilidad diplomática, emulando sin duda el estilo que impuso el gran Muhammad Alí: picando como una avispa, volando como una mariposa. Respondiendo incisivamente a los ataques, como ha pasado recientemente ante las conductas injerencistas de gobiernos como los de Estados Unidos, Colombia, Chile y España, pero al mismo tiempo adelantando una diplomacia de paz, diálogo, que apela además a ese otro entramado, en este caso positivo, que promovió Chávez en América a través de instrumentos como al Alba, Unasur, la Celac, Petrocaribe.
Por supuesto, es una lucha dura, llena de marchas y contramarchas. Vemos como al tiempo que la canciller Delcy Rodríguez anuncia una cumbre presidencial de Unasur para el próximo lunes a fin de debatir el impasse colombo-venezolano en torno a la frontera, la cancillería de Uruguay, país que ejerce la presidencia pro témpore del organismo, pone en duda la realización inmediata de dicha reunión, alegando dificultades para cuadrar la agenda de los presidentes.
En ese mismo orden, Santos juega a la confusión y el oportunismo, y se aparece diciendo que “Hemos dado un paso importante para poder lograr esa reunión entre el presidente Maduro y este servidor”, mientras monta el falso positivo de la incursión de aviones militares venezolanos en el espacio aéreo de Colombia. Es seguramente una manera de actuar tomando en cuenta todos los posibles desarrollos del actual escenario.
También hay otros movimientos en el frente guyanés. El Gobierno de Guyana pidió hoy a Google que retire de su sistema de mapas la soberanía de Venezuela sobre ciertas partes del Esequibo que la compañía tecnológica atribuye a Venezuela, y que el Ejecutivo de Georgetown asegura le pertenecen. El canciller de Guyana, Carl Greenidge, afirmó en una rueda de prensa: “Queremos que el gigante tecnológico Google elimine de su sistema ciertos lugares de la región de Esequibo que apuntan son parte de Venezuela”. Los comentarios de Greenidge surgen a raíz de que se publicara recientemente en varios periódicos de Guyana que la dirección de la carretera pública de la costa del Esequibo ha sido señalada en Google Maps como “Avenida 100 Bolívar”, cuando los guyaneses insisten el llamarla “Calle 100 Guyana”.
Pues bien, ante esa Guerra Mundial de la derecha contra Venezuela, y ante la cercanía de las trascendentales elecciones del 6D, no nos cansaremos de recordar la instrucción postrera de Chávez: ¡Unidad, lucha, batalla y victoria!

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