domingo, 22 de septiembre de 2013

La vida oscura de Clara: 

creyente, decente y pensante

Clara, la de la vida oscura, desde hace catorce años es una fiel creyente. Creyó que le iban a quitar a sus hijos, y millones y millones de niños que, como los suyos, tenían techo, comida, educación, juguetes, medicina, ropa y zapatos, papá y mamá. Creyó que el gobierno además de malvado era tan idiota que iba agarrar a esa muchachera para tener que proveerles todo lo que sus padres ya proveían. Creyó, peor aún, se iban a llevar a los muchachos a Cuba y que Cuba se iba a dejar echar esa vaina por la simple maldad comunista. Desgarrada, Clara lo creyó.
Creyó que vendrían los chavistas a quitarle todo. No solo lo creyó ella, sino muchos de sus vecinos y que hasta hubo algunos que no teniendo nada que perder, temieron perderlo todo. Creyó que meterían una familia cubana en cada habitación de su casa. Creyó que su sala, cocina y baños serían declarados propiedad colectiva. Lo creyó y estuvo a punto de hacer como muchos otros creyentes que mal vendieron sus casas y huyeron antes de que el comunismo se las quitara.
Creyó, paranoica, que los cubanos habían inventado unos bombillos espías que transmitían su vida como si fuera un reality show, directo a la oficina de Fidel. Creyó que les iban a prohibir el whisky, el rimmel, las toallas sanitarias y el Internet. Creyó que el viaducto de La Guaira era de cartón piedra e insistió durante meses en seguir bajando por la trocha. Creyó que el CNE le ha hecho trampas todas las veces, creyó en las pruebas que prometió Ramos Allup, y desde el 2004 espera. Y creyendo va a volver a votar para volver a creer que la volvieron a fregar.
También creyó en todas las cadenas de PIN, como la que aseguraba que Chávez era El Diablo, porque era notorio cómo en la frente le iban creciendo unos tuyuyos que serían cuernos y que sus pies eran patas de cabra, por eso es que nunca sus pies salían en televisión. Y olvidó, Clara, que alguna vez le había visto los pies y si alguna vez los vio, no eran pies de verdad, sino puras mentiras chavistas.
¡Las cosas que ha sido capaz de creer! Las cosas que ha sido capaz de olvidar que creyó. Porque sus “verdades” las va olvidando en la medida en que se hacen insostenibles, y las renueva por otras, igualmente absurdas, igualmente olvidables a futuro.
En estos días, le dio por creer que Nicolás, antes de salir el domingo pasado en bicicleta, había estado practicando en una bici con rueditas, como las de los niños pequeños, pero tamaño Nicolás. Lo creyó y lo comentó horrorizada a sus amigas en el café. Si no sabe conducir una bici, ¿cómo va a poder conducir un país?
Y así sigue creyendo, Clara, la de la vida oscura, que también cree, como todos esos creyentes, que ellos son la gente pensante de este país.

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