lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS MANGOS

El que siembra en tierra ajena
Hasta lo meten preso…
Cuando tenia nueve años andaba buscando una cabra que se nos había perdío; camine tanto que llegue hasta la carretera negra y me puse a sombrear bajo un Cotoperí. Me puse a ver pasá los camiones por allá por las curvas de San Pablo. Tremendas colas vale Chico… el insoportable sol hacia rechinar hasta las piedras.
Los choferes hacían maromas pa` pode pasá un camión que se había accidentao en plena curva. Pasaban camiones cargaos de todo; escaparates, tubos, refrescos, cambures y muchas cosas que yo no conocía.
El chofer del camión que estaba accidentao, me pregunto si le podía conseguí agua pa`l camión que se había calentao.
.-No, que va. Por aquí no hay ni una ñinguita de agua. Si quiere refrescase echese un trago de la que cargo en ésta Tapara. El hombre se tomo un poco y esperó que el camión se refrescara. En agradecimiento por el buche de agua, me regalo unas extrañas frutas que yo jamás había conocío: eran anaranjadas y guelian muy sabroso.
.- Tomá estos mangos chavalo, me dijo agradecido por el agua que le había dao.
Me quede acariciando los mentaos mangos. Pele uno y lo mordí… Ah vaina tan sabrosa. Guarde el otro mango en el mapire, pa` llévaselo a mi máma, y también la pepa del que me comi. Sembré las pepas en una lata, la cual regaba todos los días. Yo dejaba de toma agua pa regalas. Mi sacrificio valió la pena; nacieron las dos maticas…Cuando ya estaban grandecitas, las sembré en la orilla de una quebrada cerca de la casa, pa` que tuvieran la sombra de unos cujices. Seguí regando mis maticas hasta que cumplí 18 años y me agarro la recluta.
Pase dos años en Caracas pagando el servicio. Cuando termine, me vine pa` la casa; antes de saludá a mi máma y mis hermanas, pase a ver a mis matas de mango…Desde lejos podía velas grandotas, verdecitas, hermosas. Todo estaba igual; seco, solo, con la misma resolana. Lo único distinto fue que habían cercao con alambre puas.
Mis matas como si hubieran sabio que yo volvía, estaban cargadas con muchos mangos, la verda es que se me salieron unas lagrimas por la emoción. Hasta me pareció que me hubieran saludao. Me encaramé en mis matas y agarre un mango de cada una y me los comí con el mayor de los gustos… me tire en el suelo y me puse a acordame de cuando los sembré y me quede dormitao sin tené noción del tiempo.. De repente, me desperté por los planazos que me daban unos policías que estaban con un musiu.
.-¡Ladron! me gritaba el musiu.
Me montaron en la patrulla y me llevaron pa` Carora, donde estuve ¡quince días preso por robarme los mangos del musiu!...

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