lunes, 20 de julio de 2015

Venezuela. Operación Liberación

 y Protección del Pueblo: 

análisis de fondo

oioi


…el privilegiar a lo externo los conflictos limítrofes con capacidad de proyección hemisférica (Guyana, Colombia) y el terrorismo contra la población, parecieran ser las vías más eficaces (y privilegiadas) en el camino al acento desestabilizador, la agenda golpista, la instalación de un tiempo disruptivo (de guerra abierta) y el enrarecimiento o la propia cancelación del proceso electoral a finales de año…
El alto impacto que ha tenido el comienzo del despliegue de la Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP) en zonas del suroeste de Caracas, los Valles del Tuy (Miranda) y el sur de Aragua ofrece respuestas al agudizado incremento de las acciones de violencia que, bajo el encubrimiento mediático y desinformativo, se vendía ante el público bajo la “oportuna” conseja del desbordado hampa común.
Y ciertamente, en las acciones de las bandas delictivas, los hechos anunciaban el recrudecimiento. Pero, ¿qué aparenta estar en el fondo no sólo del tiempo escogido para la Operación sino lo que se venía fraguando territorialmente en los puntos atacados?
Las primeras cifras que han anunciado las autoridades ya arrojan un primer cuadro de un proceso de control territorial que tenía que pararse en seco. El robo de vehículos, la política del terror territorial que venía desplegándose contra la población, más el ejercicio de ocupación territorial de facto, apuntan a nuevas aristas dentro del desarrollo de la fase armada de la guerra híbrida contra Venezuela Bolivariana.
Es evidente que el agotamiento de otras vías expeditas de acciones destituyentes no venían cumpliendo con los objetivos planteados: la guerra económica y las agresiones financieras, a falta de resultados políticos, ha venido afectando severamente a los sectores empresariales y financieros del país; los intentos de reactivación de guarimbas capaces de desembocar en una “revolución de color” no alcanzan el proceso de maduración necesario; la campaña de ONGs que propalan la “ciudadanización” del conflicto tampoco ha logrado un efecto en la opinión pública más allá de la respectiva cartelización de la mediocracia nacional e internacional, y, para colmo de males, la fuga política de los grupos de oposición parece indetenible, relegando toda posibilidad de supervivencia a lo que los medios pudieran mantener parcialmente vivo.
Ante tal escenario, el privilegiar a lo externo los conflictos limítrofes con capacidad de proyección hemisférica (Guyana, Colombia) y el terrorismo contra la población, parecieran ser las vías más eficaces (y privilegiadas) en el camino al acento desestabilizador, la agenda golpista, la instalación de un tiempo disruptivo (de guerra abierta) y el enrarecimiento o la propia cancelación del proceso electoral a finales de año.
Antes del despliegue de la Operación, la madrugada del lunes 13 de julio, se revelan una serie de antecedentes que certifican tal acentuación de los hechos. Que en sí mismos no se perciba una relación abierta no excluye que formen parte del mismo proceso, dada la política de alianzas que actualmente existe entre las Bacrim que han venido operando en las zonas donde precisamente se le dio inicio a la OLP. Algunas, dado su contenido expresivo, son muy difíciles de divorciar del contexto general (y mediático, como se verá específicamente).
El 25 de junio, el jefe de escoltas, ayudante personal y supervisor jefe de Policaracas, Maicker José Vásquez Caraballo (39) fue asesinado por sujetos, vestidos con uniformes y chalecos antibalas del Cicpc, hecho que fue denunciado como sicariato.
El 26 de junio en la madrugada, comisiones del Ejército y la Guardia Nacional destinados para la habilitación de colegios en El Guarataro en vísperas de las elecciones primarias del Partido Socialista de Venezuela (Psuv), fueron atacados tres veces (la última el domingo 28) en tres escuelas distintas de la zona (suroeste de Caracas). En el segundo de los ataques, a las 9 de la noche, en la escuela Ángel Rivas Darwin en el sector La Soledad, los efectivos fueron atacados por alrededor de 50 hombres con fusiles de asalto y armamento de guerra, siendo replegados.
El 4 de julio fue atacada la sede policial de Poliaragua en Barbacoas (municipio Urdaneta), cuando miembros de El Picure la atacaron, una vez más con armamento de guerra, para rescatar a dos miembros detenidos en la localidad limítrofe con el estado Guárico, zona en la que la más resonada de las Bacrim opera.
El agotamiento de otras vías de acciones destituyentes no cumplían con los objetivos planteados
Una situación de rehenes se dio el 6 de julio en las oficinas del Banco de Venezuela en Bello Monte (sureste de Caracas) durante un atraco. Al día siguiente, una situación de robo en una sede del Banco Mercantil en el sector Cumboto de Puerto Cabello se le intentó dar el mismo tratamiento mediático de “situación de rehenes”, algo que fue desmentido por el Cicpc, pero que deja en evidencia la disposición mediática de promover “oleadas” del mismo fenómeno, evidenciando la pata comunicacional de la guerra.
El intento de instaurar la hora paraca / Bacrim
Misión Verdad ha venido denunciando a lo largo de los últimos dos años la “evolución” que estas formaciones han venido atestiguando. “A veces solemos asociar al paramilitarismo con elementos uniformados, con unas botas de caucho y un armamento terciado caminando por una montaña, pero como organizaciones van mutando”, declaraba el ministro de Interior, Justicia y Paz, Gustavo González López, hace más de un mes atrás.
“Atestiguamos la presunta expansión territorial de bandas como El Picure que ostentan no sólo considerable armamento de guerra sino una organización de tipo militar, el precedente de las llamadas ‘bacrim’ juega un papel central en la génesis de estas agrupaciones y la lógica política que opera detrás de ellas”, agregaba este portal por esos días.
En lo que también se aseveraba: “Las ‘bacrim’, como estructura mercenaria descentralizada y flexible, son el verdadero brazo armado del neoliberalismo. Lo que antes se había visto producto de la miseria y la carencia, hoy se ve desde el hecho de poder de las armas, el volumen de efectivo y la sofisticación de su propia mecánica como organización. Y la obscenidad de la mercancía ostentada, los raudales de efectivo, la heroicidad frívola joliwudense”. Porque aquí también se busca destacar el hecho cultural y de producción simbólica detrás de una estrategia que no aborda solamente lo material.
Y se remataba: “Así se ha ido transfiriendo la experiencia colombiana, para tener ahora en el hampa organizada un organigrama de poder de incidencia que va de los sindicatos, pasa por el corretaje contrabando-bachaqueo-dólar paralelo, cobra vacuna, maneja redes de extorsión, mueve la droga, revoluciona las armas, administra el sicariato y el secuestro exprés y comienza a ‘encargarse de la seguridad’. Un trabajo territorial integral”.
Ante los acontecimientos atestiguados en Ocumare del Tuy, la Cota 905 y el sur de Aragua, además de confirmar las tesis que Misión Verdad ha venido planteando, se certifica como una realidad irreprochable la presencia paramilitar y una posible fase de “despertar” de muchas de sus células dormidas que ahora coluden con las “alianzas” del crimen organizado emergente.
Freddy Bernal ahonda más en los señalamientos, toda vez que también confirma la presencia de esa “cultura” con alcance en las mafias policiales (además de todo lo mencionado), destacando que los principales focos territoriales no sólo se manifiestan en los lugares en los que se dio inicio a la OLP, sino que también comprenden todo el estado Zulia, Barlovento (en Miranda, además de los Valles), Guárico, sur del estado Bolívar y franjas significativas de la Faja del Orinoco.
En la región central es evidente que los sectores planteados como Zonas de Paz y los complejos habitacionales de la Misión Vivienda son objetivos centrales, y al contrario de la matriz aplanadora de los medios de la propaganda de guerra, no se trata de un fenómeno irónico para apoltronado consumo (celebratorio) de voceros y operadores políticos, sino de objetivos militares y territoriales claramente definidos. Y esto, al trasladarlo a la cartografía, al ver cómo se desenvuelve en el territorio concreto, alcanza una nueva (y alarmante) lectura.

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