jueves, 25 de junio de 2015

Néstor Francia/Análisis de Entorno: 

Si se perdiera el Gobierno, la Revolución no acabaría

– Nada peor que una guerra, salvo la esclavitud

– Una época de guerras atroces

– Amenazados por el gran agresor

– Negro Primero, conflictos con los vecinos y advertencias de Maduro

– Caos si gana la MUD

– Seguir remando en un mar picado

– Si se perdiera el Gobierno, la Revolución no acabaría

– Posibilidades reales de la derecha

– Nada está escrito y todo puede ocurrir

– Conspiración a niveles de vértigo

– Redimensionamiento de la violencia

– PDVSA, Fuerza Armada, misiones sociales

– Confrontación y violencia generalizada

– Intervención extranjera e imperialista

– Si vienen por nosotros, nos encontrarán peleando

– La guerra de los cien años

Nada hay peor para un pueblo que una guerra, salvo la esclavitud. La guerra es profundo dolor, destrucción, ruina, muerte, separación, desarraigo. No queremos jamás una guerra pero hay que repetirlo una vez más: el mundo no responde a nuestros deseos y solo relativamente a nuestra voluntad. Mientras vivamos en una sociedad mundial dividida, escindida, habrá guerras. Ahora mismo vivimos una época de guerras atroces como consecuencia de la división de clases mundial y planetaria. Todos los países se preparan para la guerra, unos para agredir, otros para defenderse de las agresiones. En nuestro caso, estamos amenazados por el gran agresor, el imperialismo norteamericano, en compañía de sus aliados, sobre todo los europeos.
Esta reflexión viene a cuento por varias razones. Una es que ayer, en un digno acto patriótico, sembramos en el Panteón Nacional a un guerrero venezolano, Pedro Camejo, el Negro Primero, héroe de una guerra justa, inevitable, gloriosa, pero que significó ingentes sacrificios para el pueblo venezolano. Otra, que en el complicado escenario internacional se mueven poderosas fuerzas que intentan dividirnos a los países de América Latina y del Caribe para sacar provecho, y en medio de ello se asoma el conflicto con Guyana y algún desacuerdo territorial con Colombia. Ojalá que podamos solventar esas situaciones privilegiando la paz y el acuerdo entre nosotros. Y aún hay otra razón, que luce como más temporalmente cercana y acuciosa: las elecciones parlamentarias, a las cuales se refirió el lunes el presidente Maduro haciendo certeras e igualmente preocupantes advertencias.
Maduro, en un acto del PSUV realizado en el teatro Teresa Carreño, preguntó a la audiencia qué pasaría si la MUD controlara la Asamblea Nacional a raíz de las elecciones de diciembre, para responderse a sí mismo: “Un caos, porque nuestro pueblo no se va a entregar, nuestro pueblo va luchar en las calles, independientemente de las circunstancias que nos toque enfrentar, yo soy el primero en lanzarme a las calles con el pueblo de Venezuela a defender sus derechos sociales”.
Nosotros hemos venido opinando desde hace mucho tiempo que la Revolución Bolivariana no es un movimiento electoral sino un poderoso y profundo movimiento popular nacido bajo la égida de Hugo Chávez para cambiar la historia del país y abrir  una etapa de establecimiento pleno de nuestra soberanía y de transformaciones radicales que ya se han iniciado pero que son aun embrionarias. Se ha abierto un camino que apenas hemos emprendido, pero que no podemos dar por aprendido. Falta que corra mucha agua bajo los puentes, que acontezca mucha historia. Navegamos con un rumbo, pero aún está lejano el anhelado puerto, más allá del horizonte. No tenemos otra que seguir remando, sabiendo que surcamos un mar picado, encrespado, y que encontraremos, en este derrotero, muchas y poderosas tormentas.
Es claro para nosotros que si llegásemos algún día a perder el Gobierno, la Revolución no acabaría, ya no puede acabar. Seguramente entraríamos en una fase mucho más difícil y complicada, pero la Revolución Bolivariana, el proyecto de Chávez, seguiría viva alimentada y garantizada por el pueblo revolucionario, que ha dado extraordinarias demostraciones de conciencia, de coraje y de decisión inquebrantable de no permitir que se nos arrebate la esperanza. Y he ahí el meollo de la advertencia del presidente Maduro.
Ahora bien, estemos claros en algo: la derecha tiene posibilidades de hacerse la mayoría de la Asamblea Nacional. No es lo deseable, haremos todo lo que esté en nuestras manos para impedirlo, pero la propia advertencia del Presidente es señal de que podría pasar. La profundidad de la conspiración en marcha, con la guerra económica, la conflictividad política y la brutal campaña internacional aconseja prudencia en las proyecciones. Es decir, aunque la dirigencia revolucionaria está en el deber de anticipar y proyectar la victoria popular, y mantener viva la confianza y el espíritu de lucha de las fuerzas revolucionarias, la verdad es que nada está escrito y todo puede ocurrir.
No hay duda de que en un escenario de mayoría opositora en la Asamblea Nacional, la conspiración se dispararía a niveles de vértigo. Es posible que se diera una convocatoria a revocatorio presidencial (donde de nuevo las proyecciones no serían tan fáciles de proponer, pues entonces el resultado de un revocatorio en 2016, más allá de lo que hubiera sucedido en las parlamentarias, dependería de factores que desconocemos en este momento). Pero esta conspiración igualmente podría significar el redimensionamiento de la violencia, con participación más decidida de factores externos como mercenarios y paramilitares. En todo caso, si perdemos la mayoría parlamentaria, se abre el camino a la probabilidad de que perdamos también el Poder Ejecutivo ¿Qué pasaría entonces? Ahí está el detalle, parafraseando al gran Mario Moreno, Cantinflas.
¿Permitiría la inmensa mayoría de trabajadores chavistas de PDVSA, la parte más consciente del proletariado venezolano, que la empresa caiga en las manos de quienes la sabotearon y planeaban privatizarla, y que cobrarían lo suyo a la derecha criolla después de respaldarla y contribuir a financiarla? ¡Jamás ni nunca! ¿Obedecería la inmensa mayoría de los oficiales y soldados de nuestra Fuerza Armada, chavistas hasta la médula, las órdenes de masacrar al pueblo cuando este se alce? ¡En jamás de los jamases! ¿Se dejaría el pueblo antes desposeído quitar las misiones y los logros sociales? ¡Por supuesto que no! Si la Revolución llegara a perder el Gobierno, se iniciaría inevitablemente en Venezuela una etapa de extendida confrontación social y política que derivaría necesariamente en violencia generalizada.
En esa circunstancia, las fuerzas de la Revolución estarían mucho mejor preparadas que las fuerzas contrarrevolucionarias internas y podrían resultar rápidamente victoriosas. Pero uno de los principales designios estratégicos de los contrarrevolucionarios es provocar, en un escenario tal, la intervención de fuerzas extranjeras. En un principio contarían, como ha sucedido en otros países, con el concurso de paramilitares y mercenarios extranjeros, como se ha dicho, pero luego convocarían la intervención directa del imperialismo para tratar de cumplir el sueño fascista de acabar a sangre y fuego con el chavismo.
No, no queremos guerra. Pero al principio dijimos que lo único peor que una guerra es la esclavitud. Venezuela no volverá a ser de nuevo un país de esclavos. Si vienen por nosotros, nos encontrarán peleando, la Revolución no se va a rendir. Entonces sí es verdad que empezaría en América Latina la guerra de los 100 años de la que alguna vez habló Chávez. Hizo bien el presidente Maduro al dejarlo en claro ante nuestros enemigos.

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