sábado, 12 de julio de 2014

Genocidio en Gaza, bienvenida a Al Sisi



El ataque a Gaza es también la prueba israelí al nuevo presidente Egipcio. Al Sisi, cuyo régimen ha criminalizado a la hermandad musulmana en su país y está librando una lucha con algunos islamistas radicales en la Península del Sinaí, ahora tiene el turno de materializar su retórica a favor de Israel y darle la espalda a los árabes, particularmente a los palestinos.
No esperamos mucho de la elite egipcia claro está. En 2012, el mismo Mohammed Mursi, primer presidente civil con ideología islamista, no hizo más que mediar un acuerdo de paz que tatuó su posición al lado de Israel que congeló cualquier tipo de presión regional a favor de la paz y la búsqueda de una solución política negociada. Al parecer, no actuar contra el genocidio perpetrado por Israel se ha vuelto un requisito para optar por la presidencia egipcia, requisito que Al Sisi está por cumplir.
En las últimas horas, Al Sisi aún no condena los 450 ataques aéreos israelíes, solo busca el cese al fuego. No condena la retórica de Lieberman que busca una nueva invasión a Gaza aun contradiciendo lo estipulado en el Plan Revisado de Separación de Israel y Gaza en junio de 2004, donde la evacuación de Tel Aviv significaba “que no habría ningún tipo de presencia permanente de fuerzas de seguridad israelíes dentro de Gaza”.
Es verdad que no esperamos nada del salvador egipcio, imagen en la que se presentó el militar ante los civiles, ni tampoco esperamos nada de ningún actor internacional cómplice del genocidio. Pero también es verdad que hay que seguir insistiendo y denunciando los hechos para no naturalizar el crimen porque el motivo del genocidio contra Gaza es claro y evidente: socavar los intentos de la unión palestina a cualquier nivel, y parar la intifada demográfica que amenaza la composición social de la etnocracia que persigue Tel Aviv.
La elite egipcia tampoco ha señalado la matanza de niños palestinos que se ha convertido en el mejor instrumento que encuentra el régimen israelí para asegurar el control de las circunstancias, aunado al régimen de exclusión al que son sometidos los palestinos que viven dentro del Estado de Israel, así como aquellos que viven dentro de otros Estados de la zona como Líbano, Jordania y últimamente en Egipto.
Por eso, la decepción egipcia es esperada. Se debe decir que ni Al-Sisi, ni Obama ni nadie ha parado la multiplicación de la colonización y de la cantidad de asentamientos construidos en Cisjordania que se han doblado tan solo en 2013. Que que ni Al- Asisi ni el Rey de Jordania están interesados en el hecho que Jerusalén esté cada vez más aislada de Palestina y de los palestinos. Que ni a Al Sisi ni a Nasrallah ni a Jamenei importa un comino que el muro que divide “los humanos de los no humanos” desde 2002 tenga más metros, mallas, cámaras y puntos de revisión humillantes. Hay que decir que los gobiernos árabes y no árabes no están interesados en la paz ni en la seguridad humana de los desplazados, arrestados, torturados y víctimas de otras formas de degradación humana que aumentan considerablemente de acuerdo con el Resource Centre for Palestinian Residency and Refugee Rights.
Si bien parece que la historia de 2008 y 2012 se repite, el punto es no ayudar a repetirla. El punto es no normalizar la tragedia ni naturalizar los hechos. Ni siquiera automatizar la falta de acción de gente como Al Sisi. El punto bajo este argumento es seguir recordando, señalando e informando que esto no es una guerra porque no hay un enfrentamiento simétrico, que es una intervención directa contra la población palestina tal como el ataque al Hospital Europeo de Gaza lo demuestra, que esto no es una guerra porque simplemente no hay ley, no hay justicia, no hay escucha, para Israel no hay un “otro”, y lo que hay es un laboratorio de muerte y la destrucción de casas, carreteras y escuelas.
Para Al Sisi este ataque es la prueba necesaria para mostrar a Washington y Tel Aviv el rumbo que está tomando Egipto en términos contrarrevolucionarios, pero en este sentido hay un elemento que es el peor enemigo de esta táctica regional, es decir, que las revoluciones, legitimadas e inspiradas también en la resistencia palestina, no pueden dar marcha atrás y el rumbo de una intifada regional está en marcha en cada rincón de la zona porque en algún momento de la colonización el colonizador que arrasa desde el aire, en aviones o en caballos, tiene que descender a la tierra donde quiere gobernar, y es en ese momento en el que la verdadera lucha empiece, es decir, cuando el colonizador se enfrente a la fuerza de lo pequeño, de lo cotidiano, de la vida y de la gente cuyas palabras son aquellas que hablan de historia.
HORA DE CAMBIOS Y REBELION han publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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