Bajan los
cerros, hacen la comuna...
Todo
empieza con un barranco. El ímpetu de las lluvias se unía con este para arrasar
con lo que encontraba a su paso. “Todo eso se inundaba horrible”, dice Blanca
remontándose a un pasado no muy lejano. Podría ser la estampa de cualquier
barrio caraqueño, pero no, se trata de uno muy específico, el 21 de Julio, en
la Cota 905 de la parroquia El Paraíso.
Desde
aquí, en las alturas, se observan las casas y edificios clasemedieros de El
Paraíso, con su reunión de consumidores en restaurantes y centros comerciales.
Progreso, que le llaman. Pero lo del cerro es otra cosa: noches sin dormir ante
la posibilidad de un nuevo derrumbe de tierras, de una nueva derrota.
Son
las nueve de la mañana ya pasadas y ya no quedan sombras que oculten las
heridas del barrio. Blanca se tapa un poco de los rayos que plenan 21 de Julio,
la Cota, Caracas. Junto a ella, Marina continúa el recuento: “Hasta una escuela
se llevó”. Se refiere al barranco, a las aguas, al pasado.
Blanca
Araujo y Marina Barrios llevan los años de barrio consigo, y con esa memoria
trabajan a diario por su gente. Esto, unido a la fuerza que las dificultades
otorgan, las movió a organizarse, primero en el consejo comunal “Cristo de los
Milagros”, y ahora en la comuna “El Paraíso de Maisanta”, que las agrupa con
los consejos comunales vecinos: “Guzmán Blanco”, “Carlos Raúl Villanueva” y
“Cristo es Amor”.
A
través de “Cristo de los Milagros” fue que dejaron atrás la historia de las
aguas bravas y las tierras encima. Construyeron un muro para contener el
barranco, con apoyo del Gobierno de Distrito Capital, en 2011. Pero el barrio
es grande y tiene muchas realidades, y justo a la salida del edificio 21 de
Julio, otro barranco, de cuando en cuando, hacía lo suyo. Esto es territorio ya
del consejo comunal “Guzmán Blanco”, y su obra de contención llegó en 2012.
Así
mismo una escalera que une los espacios de la comunidad, conduce a un
ambulatorio, a una escuela. Al pie de esta escalera, aparece Pedro Astudillo, silencioso,
con una bolsa de mercado recién comprado. “No, yo no soy vocero”, dice con la
seriedad que a veces sólo aporta la risa. “Eso sí, yo colaboro en lo que haga
falta”, agrega mientras Marina, que anteriormente lo presentaba como vocero
también de la comuna, asiente en una risita de cómplice.
Mientras
Blanca se une, Pedro –siempre directo- suelta lo central: “Hay que estar
pendiente de su barrio, porque si uno no lo cuida…”. Hace una pausa. El
silencio asienta el complemento asegurado en la mirada de los tres: el cuidado
comienza desde el propio barrio, sin esperar que otros vengan a resolverles sus
problemas. Por eso la comuna le quiere mostrar la puerta de salida al
paternalismo y sus convenciones.
Tal
cual como llegó, Pedro Astudillo desapareció, posiblemente para seguir
ayudando, aportando desde el desinterés de estar en las portadas del trabajo
comunal. A su partida dejó la reflexión lógica: el barrio por el barrio, la
gente por la gente.
Para
que emerja lo nuevo
Incontables
escalones son los que conducen a otra calle del barrio, que pasa junto a un
nuevo urbanismo de la Gran Misión Vivienda Venezuela y da paso a la Unidad
Educativa Distrital “Consuelo Navas Tovar”. Allí, Maricarmen Enríquez, su
directora, está esperando ansiosa por contar. “Yo soy la culpable de que la
comuna se reúna aquí”, comenta, asumiendo con orgullo su participación decisiva
en la consecución de un espacio de reunión para “El Paraíso de Maisanta”, a
pesar de sus detractores.
Su
culpa nace de asumir una responsabilidad de trabajar en comuna, de ahí el gusto
con el que se confiesa. El ministro Reinaldo Iturriza escribía en un balance a
poco de finalizar el 2013, que la comuna “es la avanzada organizativa de esa
democracia socialista por construir”. Ahí la responsabilidad, y ahí asumirla
con sus consecuencias.
Aunque
la escuela no es logro de la comuna (lleva más de 50 años en funcionamiento),
los representantes de “El Paraíso de Maisanta” la asumen como tarea de todos. Y
es que acá se están formando también valores para los hombres y mujeres que
vendrán a continuar el camino. A decir de José “Pepe” Mujica en la II cumbre de
la Celac, “si no sembramos en la mente de las generaciones que están por venir,
seremos espectadores de nuestra propia desgracia”.
Y
siendo tarea de la comuna participar en los procesos formativos de su
comunidad, Maricarmen asume la responsabilidad, la visión y el proyecto de la
escuela: “Ese hombre nuevo que queremos”, responde, segura de que el proceso
pasa por una fundamental fase de formación de nuevos valores y formas de ser y
hacer.
Se
busca entonces dejar atrás el pasado, como deja ver María Suárez, quien trabaja
en la escuela. De sus 56 años, 36 los ha vivido en el sector. “Aquellas
personas que decían que loro viejo no aprende a hablar, eso es mentira”, dice,
y agrega algo que se quiere profundizar: “Antes éramos como ovejas, pero nos
hemos dado cuenta de que eso no debe ser”.
Y
bajaron los cerros
Se
dijo ya que todo comenzaba con un barranco, con un barrio. Lo que aún no se ha
dicho es que la ruta comunal que les facilita el tránsito entre los espacios de
ese barrio también los conecta con las partes bajas de El Paraíso, con el Metro
de Capitolio, con la ciudad no periférica de la que fueron aislados tiempo
atrás. Diez unidades sirven para este enlace, y tienen proyectado ampliar el
sistema, de cara a apoyar, por ejemplo, el transporte escolar.
Adiós
a la visión de “bajaron los cerros” como otra forma de condenar la pobreza,
herencia de la Cuarta que aún mantienen viva sectores más acomodados de la
capital. La comuna “El Paraíso de Maisanta” ha ido saliendo del barrio,
ampliando sus dinámicas a una Caracas que también es suya. El Parque Zoológico
El Pinar, por ejemplo, es uno de los puntos clave en cuanto a organización y
producción de la comuna, en pro de un sustento propio, desde y para la
comunidad.
Sin
recursos por parte del Estado, la gente se organizó, presentó un proyecto a las
autoridades del parque y estas lo aprobaron. Su propuesta: rescatar un espacio
que “servía de chatarrera, vendían drogas” y donde “hacían fiestas en la
noche”, según cuenta Ángel Contreras, ahora encargado del lugar. Eso es lo
normal en esos casos, o al menos es lo que los medios muestran con regularidad:
los tipos “malos” de la película. Pero la cosa no termina con un par de
maleantes y gente con ganas de echar un pie: “Aquí venían los policías a
matraquear a los buhoneros, por ejemplo”, añade Ángel, consciente del complejo
trabajo que les tocó hacer: “Nosotros poco a poco les fuimos cerrando los
espacios (a los policías corruptos)”.
Al
ser interpelado sobre las dificultades de rescatar un espacio en esas
condiciones, la mirada de Ángel viaja al tiempo de las luchas primeras, las
confrontaciones que fueron necesarias: “Bueno, pero ahí es donde la voluntad
política de las comunidades se impone, o sea el colectivo”, esa fuerza
renovadora nace entonces de las ganas de un grupo unido en busca de sustentarse
y avanzar en la organización por ell@s mism@s. “Nos metimos ajuro –continúa
relatando- y, bueno, fuimos recuperando”.
De
los recursos adquiridos con la administración del estacionamiento, se ha hecho
posible un segundo proyecto autosustentable. Junto al espacio destinado al
contacto con animales, resaltan unos toldos blancos, pulcros, que dejan colar
unos pocos rayos del sol que acompaña al recorrido desde 21 de Julio. Las mesas
que estos toldos cubren sirven para que los visitantes y trabajadores del
parque saboreen los desayunos, almuerzos y jugos naturales preparados por dos
mujeres en un espacio que busca expandir una idea desde su nombre: “El Sabor de
las Comunas”.
No
ha sido esto una lucha de meses. Años a cuestas tienen los compañeros y
compañeras de la comuna “El Paraíso de Maisanta”, años en los que han tenido
que trabajar con poco y de a poco, a los golpes, con tropiezos -“como debe ser,
pues nadie dijo que iba a ser fácil”-, agregaría Blanca Araujo.
“Una
se cansa. A veces piensa en irse”, continúa Marina. Pero ahí sigue, fiel a eso
que nombraba Pedro antes. Sigue ahí, haciendo comuna para que el “relevo” tenga
algo que continuar. “Porque si uno no lo cuida…”.
Texto: Juan
Sebastian Ibarra – Prensa MinComunas.Fotos: Milangela Galea – Audiovisuales MinComunas.
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