El Baile de la Tura, tradición ancestral en honor a la Madre Naturaleza
Cada 24 de septiembre en las comunidades de Mapararí y Moroturo, en los estados
Falcón y Lara, se celebra el Baile de las Turas, una danza milenaria, de origen
indígena, que se realiza para invocar las buenas cosechas y agradecer la
generosidad de la Tierra. Se trata de una costumbre de carácter religioso,
originaria de los pueblos indígenas Ayamanes y Jirajaras, la cual se ha
conservado en el tiempo y ha pasado de generación en generación,
como homenaje a la madre naturaleza.
Específicamente, en el baile de la Tura se le rinde culto a la agricultura,
razón por la cual los creyentes ofrendan parte de sus cosechas y
su cacería a los “espíritus divinos” en gratitud por la productividad obtenida.
Al mismo tiempo, durante la ceremonia piden a la Tierra abundancia en
la siembra del año próximo.
La danza de la Tura consiste en gestos simbólicos imitando movimientos
de cacería y reverencias, al son de las maracas y soplando los cachos
de venado para, al mismo tiempo, alejar a los espíritus malignos.
La ceremonia, que dura aproximadamente 48 horas, se lleva a cabo
en la época de la cosecha del maíz. Algunos historiadores, refieren
el nombre de Tura al maíz cuando está listo para recogerlo y preparar
la chicha, que una vez fermentada, se utiliza en la celebración.
Existen dos tipos de Tura: la Menor y la Mayor. La Tura Menor se inicia
el 23 de septiembre a las 6:00 de la tarde en algunas poblaciones y
concluye a las 8:00 de la mañana del día siguiente, coincidiendo con
el Día de Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de algunos pueblos
de la región.
Mientras que el Baile de la Tura Mayor o Grande, lo realizan únicamente
los pobladores descendientes, quienes realizan una especie de altar
con caña de azúcar, palmas, hojas de plátano, mazorcas de maíz y
coloridas flores colgadas, en cuyo centro se coloca una cruz de madera
y cinco velas, que representan los espíritus de los antepasados, con
una duración aproximada de una semana.
En el baile participan hombres y mujeres, con instrumentos creados
por los pobladores, entre ellos: el “cacho” elaborado con cráneos
de venado, las flautas con carrizos -denominadas turas- y las maracas
hechas con taparos y capachos, a las cuales le dibujan tres cruces.
Además, en el baile se incluye las figuras de: “La reina”, cuya
designación recae en una matrona del pueblo, casada, apegada
a la tradición y responsable de organizar la celebración;
“El Capataz”, también conocido como “mayordomo”, “capitán”,
“director” o “maestro”, quien utiliza un látigo de un metro con
siete nudos y una corona elaborada de plumas de aves;
“Los cazadores”, quienes buscan los animales para la gran
comida, y “Los Músicos”, integrados por los cacheros y los tureros.
Durante la ceremonia religiosa se realizan siete sones: el de la cacería,
el de las aves, el de la ceremonia, el de la lluvia, el del murciélago,
el de la paloma y el de la hormiga. Los músicos tocan y danzan en
círculo alrededor del altar.
Al final de la ceremonia, la reina derrama chicha al pie de un frondoso
árbol cercano, generalmente es un copey, denominado “Árbol o madre
de la Abundancia”. Allí coloca la comida y los adornos sobrantes para
devolver a la naturaleza los favores recibidos y también recoge unas
hojas del árbol como recuerdo del baile.
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