China, como referente sólo para chinos.
Rafael Pompilio Santeliz
Cada vez más nuestra dirigencia se identifica con la tesis del “socialismo de mercado” y el esquema de asociación con supuestas burguesías progresistas. Nuevamente se implanta la copia mecánica de realidades diferentes, en las que tantas veces hemos caído, sin delinear una teoría de la transición propia y acorde a nuestra realidad específica.
China para llegar al socialismo maoísta, tuvo que enfrentar agresiones y limpiarse de enemigos internos con revoluciones culturales que fueron depurando a quienes en el fondo seguían conspirando, desde el Partido, contra la justicia social. Tejer subjetividades, ideas comunitarias, costó. Una ascendencia truncada por la revolución industrial bajo el hegemon colonial inglés, que veía y disfrutaba de su gran mercado poblacional, fue parte de su traspiés. En su larga travesía pasa por la guerra de la seda, del opio, con más de 100 años como sub-nación. Un atraso y una lucha por su soberanía y ser República fue su historial. Una cruenta guerra civil, mas una invasión japonesa, con millares de muertos y destrucción, marcaron su andar. Hasta llegar a la Gran marcha de 200.000 chinos, para levantar el camino del socialismo como perspectiva, bajo una estrategia de construcción de comunas rurales.
En estas cimentaciones, desde abajo, tuvo que pasar además por el desaprender lógicas de pensar bajo mentalidades colonizadas. Una descolonización necesaria fue romper con Confucio y sus lógicas metafísicas y dependientes interiorizadas en la población. En su historia procesual socialista, todavía no se había llegado a la globalización interdependiente y esto le permitió salir de un feudalismo anárquico y aislarse por largo tiempo en una especie de autarquía para reconstruir autónomamente y llevar a cabo su experimentación socialista. Hoy ello no es posible.
Son pequeñas reseñas históricas para comparar naciones. Nuestro pueblo Caribe, tiene casi dos siglos sin saber de guerras. Somos bochincheros, hemos perdido la cultura del trabajo. Acostumbrados a un Estado rentista benefactor y paternalista, no podremos ser y actuar, por un buen tiempo, como la cultura milenaria y trabajadora china. Y menos cuando no hay un partido de los trabajadores, ni un Estado poderoso y resolvedor en Venezuela.
China es capaz de trazarse planes de largo plazo que incluyen al S. XXII. Aquí recién se empieza a pensar en planes, tapareando a cada instante, en una historia de propósitos sin continuidad, entre gobernantes.
En Venezuela no hay peso importante de una burguesía nacional. Los chimoeros, jaboneros y textileros, que fueron modernizando su artesanal modo mercantil hasta llegar a Pro-Venezuela, fueron quebrados por el capitalismo monopólico. A menos que estos nuevos planificadores se imaginen una boliburguesía, con yuppies arrimados y militares vetados en el exterior, que inviertan productivamente. Nuestra burguesía parásita es más usurera que la misma transnacional. Su Índice de su ganancia 9 a 1 entre capital y trabajo, es una inmoralidad. Además, en el marco de la dependencia, de patentes extranjeras, no hay transferencia de tecnologías apropiadas a nuestras necesidades.
China la catalogan como una semi esclavitud sin estallido social. Para su existencia supuestamente transicional entre capitalismo y socialismo cuenta con fuertes controles estatales. y fusilamientos masivos al transgresor o corrupto. Aquí seria invasión inmediata por “violación de derechos humanos”.
Pareciera que en este mundo donde no hay un referente del socialismo que soñamos (Cuba y Vietnam, han sido permeados por la idea del mercado) la disyuntiva pareciera entre reformismo o neoliberalismo, ello en función de acumular fuerzas, desarrollar las fuerzas productivas con una cierta cohesión antiimperialista que incluye enemigos internos entre corruptos, militares enriqueciéndose y empresarios que prometen producir. Su resultado sería largo y terminaría reforzando el capitalismo, quizás con un Estado benefactor frente a una estrategia de un pos Estado pregonada por el hegemón imperial. Estos preclaros olvidan su propia historia: en países “atrasados”, o no industrializados, es posible que lleguen al socialismo como fue el caso de China, Corea, Rusia y Vietnam.
No existe el capitalismo humanista. La Nueva Ruta de la Seda, es una forma sutil de posicionamiento imperialista rapaz y antiecológico bajo la excusa de fortalecerse para “llevar, luego, el socialismo a los países más deprimidos”.
Cómo construir esta transición? Una de las primeras premisas nos la da el pragmático Deng Xiaoping: “La pobreza no es socialismo” afirmó, y menos, decimos nosotros, en un país rico en recursos como Venezuela. Lo otro: Acumulación y socialismo con látigo, caso chino, o incentivos materiales, como los implantados por la Perestroika en la URSS, la cual no fue más que una formula capitalista para fomentar el individualismo y el posterior declive de esa gran potencia; poderío que no necesitó del libre mercado, por lo menos en 50 años, para edificarse en la perspectiva socialista de resolver, con valores de uso duraderos, bienes que enorgullecían a su población.
La alternativa planteada está entre un modo socialista de moral autónoma o un látigo autoritario para producir, en el constante temor por la desocupación en el marco de un socialismo de mercado, como si no se supiera que la empresa privada no es filosófica, ni altruista, ni fraternal, es látigo.
En China existe una alta plusvalía con mano de obra barata, incluso infantil, de millones de chinos, lo que explica la emergencia de multimillonarios. El capitalismo chino no escapa a la esencia depredadora, agudizando el cambio climático y destruyendo el pulmón del planeta, si es que se da, sin medidas proteccionistas, la explotación del Arco minero en nuestra Amazonas. En esta explotación, exponencialmente destructiva, quizás en 200 años podríamos tener socialismo pero no planeta.
La burguesía china se apropia de buena parte del PIB de su país, por el orden de un 60%. ¿Es la vía una capi-socialismo con clases diferenciadas y explotación? Es ingenuidad pensar que los ricos chinos van a renunciar a sus riquezas para volver al socialismo. El burgués siempre querrá más. En China se ha desplazado el rol de los trabajadores en la planificación, potenciando el consumismo alienante. Donde China llega se impronta como capitalista en la explotación y el ecosidio.
Se vende un crecimiento vertiginoso de China sin recurrir a agresiones de pueblos. China y la paz, un país no invasor, se pregona. Decimos nosotros: hay muchas formas de invadir. En la agenda el Partido Comunista Chino, está fortalecerse como potencia capitalista para luego promover el socialismo, pero dentro de 100 años. Aliados podrían ser, pero su modelo sólo es para ellos.
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