DESAPARECIDO
Rafael Pompilio Santeliz
“Mi tumba no anden buscando, porque no la encontrarán.
Mis manos son las que van, en otras manos, buscando.
Mi voz, la que está gritando. Mi sueño, el que sigue entero.
Y sepan que sólo muero, si ustedes van aflojando
Porque el que murió peleando, vive en cada compañero!”
Anónimo
La figura de los desaparecidos fue estrenada en Venezuela, antes que otros países. La Escuela de las Américas dio mayores frutos cuando el Presidente Raúl Leoni, dio carta blanca a los militares para que pusieran en práctica esta despiadada forma de actuar, sin dejar rastros, a cientos de revolucionarios en la década se los 60
.La lista se hace interminable y cada vez más descarada. El niño de 8 años, Luís Enrique Lozada, muerto en Humocaro el 23/03/1965 por un soldado del Cuerpo de Cazadores cuando el infante le exigió el pago de una empanada que el militar había comido. José Gregorio Rodríguez, lo matan en su celda y ya muerto lo lanzan de un cuarto piso, es presentado por Carlos Andrés Pérez como un "Suicidio involuntario", había sido miembro de la Junta Patriótica. Argelio Reina, la Guardia Nacional lo entrega sin uñas, ni dientes, ni ojos y dicen que murió en un accidente. Al combatiente Juan Chacón Lanza, lo queman vivo, como lo hacía el Apartheid, pero en el Teatro de Operaciones de Cocollar.
También se recuerdan situaciones dantescas como la del estudiante Rafael Urdaneta, militante torturado en Yumare y expuesto en plaza de Aroa ante un público adeco que lo remató a golpes. Luis Francisco Bellorin quien escribió los nombres de sus asesinos en su cuerpo. Aquino Vellorín ultimado por milicias armadas de AD. Rojas Mollejas, ahorcado en Cachipo. Roseliano Colmenares, en Chamiza, estado Lara, campesino fusilado junto a cuatro más, lo obligan a cavar su fosa, le atan el pene a una viga en el techo. Luis Hernández, torturado y desaparecido por el SIFA, antes de llegar a Cocollar, militante del MIR y estudiante de sociología. Dícese que fueron lanzados y esparcidos sus restos por la carretera. Atilfo López Cedeño atado de las manos se lo echaron a un toro para la diversión de la tropa, según la versión del combatiente Ramón París.
Necesario es, en esta historia, reconocer el papel de la mujer en esta lucha por nuestra emancipación definitiva. Por el sello de clase de quienes han escrito la historia oficial no son recordadas como personajes vitales, ellas fueron cocineras, mensajeras, propagandistas o combatientes, mujeres que sirvieron de espías, y otras que imprimieron y repartieron panfletos revolucionarios y sin los cuales este proceso de emancipación, aunque fragmentaria, no hubiera sido posible.
Fueron miles las mujeres que sufrieron martirios, fusilamientos, destierros y confiscaciones de bienes. Luego, fueron cientos de ellas quienes en la gloriosa década de los 60 fueron violadas, presas, torturadas o asesinadas. Incorporadas con el arduo amor que solo ellas saben dar y su rabia milenaria represada. Fueron aguerridas combatientes, madres ejemplares, como aquella humocareña que le gritó al militar asesino, levantándose el vestido: ¡Mátenlo, que aquí tengo la fabrica! O quienes buscaban afanosamente a los miles de desaparecidos, deambulando de cuartel en cuartel, creyendo verlos en cada esquina, sintiendo a cada paso la frustración y el dolor.
Algunas mártires de este proceso de aniquilamiento son: Livia Gouverner. (Cae en operación contra batisteros), Trina Urbina (dirigente obrera en la guerrilla de Falcón, se suicida con complejos de culpa siendo una de las encargadas del F.G.J.L.Ch,), Epifania Sánchez (a) La negra Aurora (Guerrillera F.G.J.L.Ch), Conchita Jimenez (Frente guerrillero J.L.Ch) Olivia Olivo (Comandante Olivia, secuestradora de avión y combatiente del Frente Ezequiel Zamora), Carmen Rosa García (masacre de Cantaura), María Luisa Estevez (masacre de Cantaura), Emperatriz Guzmán (masacre de Cantaura), Sor Fanny Alfonzo Salazar (masacre de Cantaura) Primera oficial del Frente Américo Silva. Bella y aguerrida combatiente, en una oportunidad se le vio disparar más de 100 cartuchos contra el enemigo con un fusil M1 semiautomático. Más recientemente está el caso de Yolimar Reyes, como un asesinato selectivo el 27 febrero del 89.
Hablar de ese y de este tiempo, es imaginar a la compañera del desaparecido con un triple dolor de soledad, de incertidumbre y desesperación. No ha habido ley de cierre cristiana, en esos secuestros sin retorno, ni amigos que despidan. Es la imagen ovanescente del compa que partió sin previo aviso, ni lágrimas de resignación. La fe se convierte en dominante. No está vivo ni muerto. Solo se recuerdan sus ternuras “de la ultima vez” que lo vieron. Él está vivo, es una imagen persistente. Es el dolor de una temprana pérdida para un nunca más volverlos a ver, ni siquiera en cadáveres.
En la desaparición un alma inquilina se volatiza, es un desalmado sin beneficio de reclamo. El desaparecido es un símbolo, dejó de estar presente, se apartó de un lado, para quedar en la memoria como una huella indeleble en sus relevos. Es un sujeto oculto por la sombra de la traición. Sangre y suplicio ha sido este proceso del que no debería haber marcha atrás. Asesinar una generación de visionarios libertarios, es su vesania Hoy ese cuerpo mutilado con la perversa intensión de no ser identificado en el futuro y evadir averiguaciones, va quedando bajo la inspiración paraco colombiana que en otras épocas no existía.
El revolucionario autentico sabe que su vida es la lucha y respalda con su muerte el acto de vivir en rebeldía, la parca es su concubina. Levantando esas lapidas del tiempo estos muertos hablarán de verdades ocultadas de los auténticos muertos políticos frente a las semillas inmortales de sus victimas. Los creen ya vencidos, derrotados, pero aún cuando no existe pueblo vencido, la connotación les señalaría que lo no nacido está por gestarse y ese será su desagravio.
Para el sistema capitalista no existe mayor diferencia entre las figuras del secuestrado, el desaparecido, el asesinato selectivo o la masacre. El desaparecido se convierte en sinónimo de asesinado, previo secuestro del ciudadano. Recordemos a Luis Hernández, Víctor Soto Rojas y más recientemente Aldo Mora, compañeros que nunca aparecieron. En la línea de curso histórico al asesinato le incorporan la desaparición, luego la masacre, el exterminio selectivo. Si la situación lo amerita, vendrá el toque de queda con suspensión de garantías como la modalidad para masacrar al pueblo. La fosa común es el nuevo destino del desaparecido político con todo un pueblo encima de su cadáver.
El costo humano en el Caracazo alcanzó cifras abismales. Fue el genocidio contra la primera rebelión anti neoliberal perpetrada contra un pueblo indefenso en ese 27 de febrero de 1989 con desapariciones masivas ocultadas en fosas comunes. En esa oportunidad se deshicieron de revolucionarios reseñados y hasta los bellos locos caraqueños fueron pasto de su ferocidad sin límite.
La magnitud cuantitativa del crimen como nefasta causa común de los gobiernos puntofijistas evade cualquier registro, especialmente cuando hay estricta censura de una prensa cómplice y empresarial. La libertad de expresión era una epifanía con rostros de mentira. No se puede contabilizar los caídos el 27 de febrero de1989, (se han calculado unos 3.000) o los miles de civiles caídos en el Porteñazo por los bombarderos gringos piloteados por puertorriqueños y aplaudidos por Rómulo Betancourt. Con la arremetida criminal contra la insurgencia se cercó y se ametralló la ciudad sobre el concepto de “tierra arrasada”. Fue una matanza por mar, tierra y aire. Se calcula conservadoramente en 700 los muertos del bestial ataque, siendo mayormente civiles los ametrallados indiscriminadamente. A todos esos alzamientos militares, Carupanazo, Porteñazo, Barcelonazo, se les aplico una desmedida violencia armada. Todavía se recuerdan los gritos del adeco Canache Mata en el cuartel: “Matenlos a todos” y a bayoneta limpia fueron rematados los civiles heridos.
Habría que imaginar como se elevaría exponencialmente el numero de desaparecidos si la prensa, sin esa fuerte censura, hubiera reseñado tales acontecimientos. En nosotros están vivos los recuerdos de la masacre de El Amparo donde se enmascaró el asesinato de humildes pescadores simulando, para obtener ascensos militares, el enfrentamiento con un grupo guerrillero colombiano. También la masacre de Yumare en plena reunión política en torno a un sancocho. Compañeros rematados por el tristemente célebre López Sisco y su grupo con licencia para matar. O la más desmedida, en tropas, bombarderos y grupos de élite que remataron heridos inmisericordemente como fue la masacre de Cantaura. Para el momento cuando se intentaron averiguaciones y juicios el Dr. Pedro Matellini González, Fiscal General de la República, afirmó con toda su frescura leguleya: “El suceso fue un acto de guerra y por lo tanto no hay motivo para continuar la investigación”.
Lo de Cantaura fue una masacre anunciada, un exterminio advertido poco antes por el MRI Luciano Valero, como esquema de la Escuela de las Américas. Con una superioridad de medios de combate. No hubo prisioneros ni heridos. Los tiros de gracia ya eran una decisión de masacre. Su propósito de exterminio tenía la visión que partía del Estado omnipotente, confiable y eficaz frente a cualquier intento de fuerzas populares por emanciparse. Las fotos de los expedientes muestran que la mayoría fueron maniatados antes de ser asesinados, presentaban huellas en las muñecas, rostros desfigurados a golpes y balazos a corta distancia. Nunca debemos olvidar este crimen de Lesa Humanidad y el poder de exterminio de un Estado que acalló los grupos inconformes manipulando luego a los poderes públicos para no penalizar a sus culpables. Este hecho fue la institucionalización de la intolerancia. Nuestra Constitución Bolivariana establece que no debe existir “Obediencia Ciega” de los funcionarios. Cada cual es responsable penalmente de los crímenes que pudiera ejecutar cumpliendo “órdenes superiores”..
Fueron aviones Bronco y Camberra, junto al Batallón Pedro Zaraza y funcionarios de la DISIP. Se calculó 3000 funcionarios en tierra. El Ministro de la Defensa era el General Vicente Narvaez Churión. Cuatro aviones Hércules iniciaron el bombardeo indiscriminado con bombas de 200 libras contra los muchachos idealistas que se disponían a saborear el aroma del café y discutir su incorporación a la vida legal. Luego vino el ametrallamiento con Punto 50 por helicópteros artillados. Simultáneamente fuerzas terrestres de Cazadores, al mando del General José Murga Cabrices y Comandos de la DISIP y la PTJ cercaron y remataron a los que lograron escapar del bombardeo. No hubo heridos ni detenidos. Por lo menos 14 presentaban tiros de gracia.
Mandaba Herrera Campins, el Ministro del interior era Luciano Valero. El Dr. Remberto Uzcategui dirigía la DISIP. Se señala como delatores a Norberto y Alirio Rebanales, infiltrados por López Sisco. MILITARES: GB José Dionicio Murga Cabrices, GB Gaviria Valero, Gral Eutimio Fuget Borregales. Pilotos Capitanes Vladimir Filatov Riabkov, Rafael Enrique Quijada Hernández, Norbidio Sandrea González, Tnt. Roger Cordero Lara, Rafael Pérez Neuville, actual Gral de Div y Cte Gral de la F.A., según lo publicado por Hurtado Rafael, Cantaura, la masacre anunciada, 2007, p. 117.
El dirigente político David Nieves, quien ha sufrido torturas y cárceles, dio sus opiniones al respecto sobre esta masacre: “Pocas veces encuentra uno los nombres de tantos militares involucrados en el hecho, de quién piloteaba los aviones, los nombres de los batallones que participaron, más detalles no es posible, por qué no se investiga, por qué no se hurga en los archivos del ejército, cuando todo esto es posible. Debe ser que el culillo se los impide”.
Y continúa David: “Somos seres racionales, no estamos solicitando fusilamientos para nadie, ni que los arrastren de la cola de un caballo, simplemente estamos solicitando un juicio justo en las masacres conocidas”. Y remata diciendo: “El Presidente no ha podido todavía inventar nada para acabar con la alcahuetería militarista, donde unos se tapan con otros, esconden sus fechorías… la lucha sigue y la paciencia nos da fuerza.” “Esta masacre nos sigue doliendo como noche sin mañana; pero no hay justicia y el castigo no llega. Seguiremos esperando y ojala en un eterno esperar no se nos pase la vida.” “En Chile y Argentina se les abrió juicio a los asesinos. Aquí en nuestra Venezuela valiente y revolucionaria, no hay voluntad política. Me da vergüenza decirlo, pero es verdad.”
La intención de algunos asesinos, que ven la guerra como natural, es que los familiares se sientan agradecidos con los verdugos por una confesión. Así fue el caso de Rosa Rojas de Soto, madre que tenía años buscando a su hijo Víctor Soto Rojas. En tantas diligencias se encontró a un militar, en épocas recientes, que le dijo: “No lo busque más, él fue lanzado de un helicóptero”. Y la señora Rosa, no más que por esa abertura amorosa siempre presente, lo abrazó. Cosas de madre universal. Cuando le contó a su esposo, este reprochó: “¿Y lo abrazaste? Yo le hubiera pegado un tiro.” Estos “patriotas cooperantes” sin cargo de conciencia ni remordimiento, se pasean con el olvido, incólumes e impunes, ven la familia enterrar sus partes mutiladas luego de un reconocimiento, junto a un séquito de funcionarios estatales que dan el visto bueno del hallazgo. Es su razón de ser. Con esa tarea signada han cumplido el papel histórico del Estado y su fuerza.
Así actúa este armatoste burgués, con benevolencia a sus servidores. Con impudicia confiesan los chacales: “Lo matamos sin querer.” Homicidio involuntario, fue la sentencia de los asesinos de Jorge Rodríguez. Todo esto recuerda la desfachatez de una apelación a la clemencia, pedida por el asesino de sus padres, alegando que era un pobre huérfano. Están bien muertos, declaró un Ministro descarado, ante el asesinato de José Aquino Carpio y Wilfredo García, custodios del secuestrado industrial norteamericano y agente de la CIA William Niehous, ambos aparecen con disparos en la nuca. Era lo “normal” que sucediera.
Perpetradores, albaceas y herederos del crimen, efectivos a la hora de borrar huellas y avalar coartadas. Los gobiernos pasan y los esbirros siguen, mientras no se edifique otra sociedad más justa. La bota militar siempre estará enquistada en el poder. Aunque no estén con sus mismos amos siguen siendo los de siempre, perros guardianes de la propiedad y sus privilegios. El intríngulis del poder como globalidad, con presencia de paramilitares foráneos en el país, nuevos ricos prusianos, burguesías “revolucionarias” en una abigarrada unidad para delinquir y preservar intereses, marca nuestra heterogeneidad del poder, donde el manejo de los derechos humanos es una mera imaginación poética.
A la pentagonización que tenía nuestras fuerzas armadas alterando sus funciones, cuando existía la Mision gringa instalada en pleno Fuerte Tiuna, ha seguido la colombianización paraca de los picadores de oficio, como nuevas modalidades, creadas por la conspiración infiltrada. El valor en dólares de un individuo para pagar a algunos cuerpos represivos, penetrados por delincuentes, adquiere un costo tan asequible como el de mandar a matar en una cárcel.
Creímos haber superado esa edad oscura del Estado. Hay crímenes perfectos, hay asesinos ocultos y honorables, nos escribía Orlando Araujo. Bajo la formalidad institucional burguesa la tortura se convierte en un comportamiento normal del poder, el cual no busca perdonar a un verdugo, sino a todo un sistema, en el cual se tienen intereses. La política es la vestidura ideológica de la fuerza, el monopolio exclusivo del Estado para aplicar la violencia. Siempre ha sido una política aplicada para el no reconocimiento del otro. La historia desempolvará en el futuro, los muertos hablaran descubriendo el fragor pasional de estas luchas intestinas y palaciegas.
El funcionariato de un sistema, los propietarios y sus gendarmes ven un “orden natural” de las cosas, el transgresor es acusado de alterar ese orden, y sobre él debe caer todo el peso de la ley. Las leyes que los mismos dueños de la propiedad han hecho y que los nuevos inquilinos del Estado siguen afirmando al pie de la letra. La criminalización y la judialización se ha convertido en un paradigma, de izquierda y derecha, para deshacerse de alguien molesto. “El poderoso nunca podrá sacar razón de su fuerza, pero nosotros siempre podremos obtener fuerza de la razón", nos alecciona el Sub-Comandante Marcos.
Hoy cuando se abren nuevos caminos hacia el socialismo, el ejemplo de Jorge Rodríguez, padre, muerto en terribles torturas, y los miles de mártires desaparecidos, debe estar presente en cada uno de nuestros actos. La mística revolucionaria, la ética proletaria deben ser referencias para superar los errores de este proceso.
Hoy sigue la rebelión contra las derechas. Los imperios, el capital y sus moldes avanzan sobre nuestra inocencia. Necesario es, romper el auto chantaje del silencio que asesina utopías. Ya es el tiempo de edificar un poder paralelo con organizaciones libres e igualitarias. Más allá del asistencialismo patriarcal debemos construir prácticas libertarias, con control de liberación territorial. Edificar un constante consenso popular frente a lo constituido y con independencia de clase frenar el esquema dominante del socialismo de mercado.
Hacer de nuestra práctica emancipatoria una sistematización teórica que supere la quincalla verbal, la orfandad estratégica y el eclecticismo. Ser los anti príncipes que acompañen articulando fuerzas desde abajo, con visos irreversiblemente protagónicos que desborden los controles sociales edificados por el poder centenario de las élites.
En la inspiración de su socialismo y la resistencia de nuestros pueblos originarios, quiero despedir este texto con un poema Cheroqui, como un espejo milenario de esta lucha:
No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan y sostienen las alas de los pájaros.
Soy el destello del diamante sobre la nieve.
Soy el reflejo de la luz sobre el grano maduro,
Soy la semilla y la lluvia benévola de otoño.
Cuando despiertas en la quietud de la mañana,
Soy la suave brisa repentina que juega con tu pelo.
Soy las estrellas que brillan en la noche.
No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no he muerto."
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