lunes, 21 de septiembre de 2020

¿VOTAR O ABSTENERSE?

Enza Tibisay García Margarit
No soy persona de escribir mucho en las redes y la pobreza del debate político de los últimos tiempos no estimula el hacerlo. Sin embargo, siento que es importante hacer algunas consideraciones sobre las elecciones del mes de diciembre. A mi juicio, el ataque por parte de la Derecha nacional e internacional a este proceso electoral es el más fuerte de los que he presenciado. Si bien, la elección de la ANC fue atacada, la guerra civil que estábamos viviendo y el esfuerzo heroico de quienes fuimos a votar le dieron legitimidad a esos comicios. Las elecciones presidenciales también fueron atacadas, pero seamos sinceros, los índices de abstención y el enorme descontento popular terminaron dándole una cierta legitimidad mediática a la posterior auto juramentación.
El informe sobre la situación de los DDHH presentado en la ONU es un duro golpe para la Revolución Bolivariana; ya que sirve como excusa para “deslegitimar” el carácter democrático del gobierno y envolver en un tufo fraudulento a los próximos comicios. Si bien no es de extrañar que la UE se niegue a asistir como acompañante internacional, la actitud asumida por la ONU es inquietante. Es cierto que China, Rusia, Cuba, Irán y Sudáfrica apoyan el venidero proceso. Sin embargo, la mayoría de esos países forman parte del “Eje del Mal” publicitado por las transnacionales de la comunicación. Quizás me equivoque, pero me inquieta ver a un gobierno nacional y a un CNE prácticamente rogándole a la comunidad internacional para que envíen veedores a unas elecciones de las que, en lo personal, no tengo ninguna duda de su transparencia, credibilidad y legitimidad.
Un alto índice de abstención, si bien no deslegitima los resultados de los comicios, es un revés político que acarrearía un costo muy alto al ya maltrecho pueblo venezolano. No sólo abriría las puertas a que se arrecien las sanciones y el cerco económico contra el país; sino que estimularía nuevos intentos de “salidas violentas” justificadas por el descontento de una importante parte de la población que con su abstención manifestó que dejó de creer en el poder de los votos… en otras palabras… en la democracia. Lamentablemente, la historia reciente nos ha demostrado que las aventuras violentas son tan demoledoras como las sanciones y dejan unas heridas muy difíciles de sanar.
Ante lo delicado de la situación me preocupa de sobremanera cómo los principales actores políticos desestimulan el voto de una gran cantidad de venezolanos. Las propuestas se reducen a: “Vamos a rescatar la Asamblea Nacional que estuvo secuestrada” (Ajá ¿Y qué piensan hacer una vez que estén allí? ¿Qué leyes piensan impulsar para proteger el bolsillo de los venezolanos? ¿Cómo rescatarán del olvido la LOTTT?). “Si estás descontento y lo manifiestas eres un traidor”. “Los traidores son Maduro y su equipo de gobierno que han ido desmontando los avances sociales y desde la Asamblea nosotros vamos a “rescatar el legado de Chávez” (Ajá…¿Cómo lo piensan hacer? ¿Tienen algún proyecto de Ley en mente? ¿Qué acciones van a tomar? ¿Ante la amenaza extranjera, qué postura asumirán, se cuadrarán con los “traidores” o con la Derecha?). Los de la oposición que participan tampoco presentan una hoja de ruta con propuestas, sólo se presentan como una oposición “demócrata” que, por cierto, es vista con beneplácito por el sector oficial que, al mismo tiempo, condena a la hoguera a sus antiguos aliados, quienes nunca participaron en guarimbas y aventuras golpistas… “Cosas veredes Sancho”.
Con este panorama entiendo perfectamente la postura abstencionista. Sin embargo, abstenerse es manifestar que ya no se cree en el acto de votación para expresarse. Es renunciar a la Democracia como sistema. Es entregarle el país en bandeja de plata a quienes te producen tal rechazo que te quitan las ganas de votar. Es legitimar la “dictadura” de quienes sí asistirán a las urnas, sea cual sea la opción que se lleve la mayoría parlamentaria. Particularmente, no pienso “tirar la toalla” y manifestar con mi voto mi opinión y el respaldo a nuestro sistema electoral, que es el “mejor del mundo” (certificado por el mismísimo Jimmy Carter). Si al final triunfa la abstención o no me gusta el resultado, por lo menos di la pelea.
Entonces, a los abstencionistas, piénsenlo bien. Porque más allá de manifestar su “rechazo” al establecimiento político actual le están manifestando su rechazo al voto como herramienta para generar cambios… El hecho de que los mismos no se den a corto plazo no quiere decir que no se den. Recuerden a Chávez: optó por la vía insurreccional y fracasó. Consideró la línea abstencionista y la desechó. Se metió en las “catacumbas del pueblo” y con mucho trabajo y esfuerzo nos regaló los mejores años que vivió Venezuela. Fue un esfuerzo de muchos años y rindió sus frutos. Chavistas descontentos: dejar de votar sí es traicionar el “legado de Chávez”, que es la democracia participativa y protagónica. Sea cual sea tu opción, no dejes de votar.
Por último, les pido a los factores políticos que eleven el nivel del debate, pues el actual es casi tan vacío como el que nos acostumbraron en la IV República. Estimulen a los votantes con ideas, no con falsas esperanzas, resentimiento, miedo u odio. Si no cambian su actitud - y gana la abstención - por favor no hagan como en el 2015 cuando le echaron la culpa al pueblo alegando su “falta de conciencia”. Esa arrogancia nos costó muy caro a todos – a los que votamos y a los que dejaron de hacerlo – no repitamos los errores del pasado.
ENZA TIBISAY GARCÍA MARGARIT.

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