ORLANDO LUGO / Venezuela: Impunidad mediática
ORLANDO LUGO / REBELION – La Revista Semana (Colombia) [1] hace referencia a una nota del Wall Street Journal (WSJ) sobre Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, por una supuesta “sospecha de haber convertido su país en un centro global de tráfico de cocaína.” Estas “sospechas” están basadas en una investigación de la “fiscalía federal estadounidense”…. “citando una docena de fuentes cercanas al caso”. Aquí surge la curiosidad por saber cuál es esa “fiscalía federal estadounidense”, que se escribe con letras minúsculas. Y al menos conocer algún indicio sobre la “docena de fuentes cercanas al caso”.
Continua Semana: (Cabello) es el número dos del chavismo y del cual habría “extensa evidencia para justificar que es uno de los líderes, sino el líder, del cartel, de acuerdo con la fuente del Departamento de Justicia estadounidense citada por WSJ.”Hasta aquí tenemos como fuentes de la “sospecha” a la “fiscalía federal estadounidense”, “una docena de fuentes cercanas al caso” y “una fuente del Departamento de Justicia estadounidense (sic) citada por el WSJ”. Sin embargo, la única fuente reconocible es el Departamento de Justicia, aunque de la “extensa evidencia” y el nombre del “cartel” no se menciona lo más mínimo.
Semana complementa la nota: “En enero pasado, medios de prensa venezolanos, incluidos los tres demandados, publicaron versiones de que Leamsy Salazar, un exjefe de seguridad de Cabello y del fallecido presidente Hugo Chávez, huyó a Estados Unidos y denunció la supuesta existencia de un cartel de narcotraficantes al que presuntamente pertenecería el actual presidente de la Asamblea Nacional.”
Obsérvese la referencia a medios de prensa venezolanos que no se identifican. Además, la “denuncia” de Leamsy Salazar sobre “la supuesta existencia de un cartel de narcotraficantes al que presuntamente pertenecería el actual presidente de la Asamblea Nacional” contrasta con la categórica aseveración sobre “extensa evidencia para justificar” que el sospechoso es “uno de los lideres, sino el líder, del cartel”.
No pretendo hacer juicios en pro o en contra, aunque podría esperar que una referencia tan grave a la autoridad de un país debiera redactarse en forma más profesional, coherente, sustentada, persuasiva y menos atolondrada. La nota deja un sabor a inconsistencia interna, a redacción incongruente y una errática tendencia a crear dudas sobre la reputación de una persona con aseveraciones que no se fundamentan y que afectan la credibilidad de la información. Al final surge la pregunta de si esto refleja el nivel profesional del redactor o la mediocridad del medio que la difunde. Quizá un mínimo de respeto por la inteligencia de los lectores no es importante en estos caso.
Semana complementa la nota: “En enero pasado, medios de prensa venezolanos, incluidos los tres demandados, publicaron versiones de que Leamsy Salazar, un exjefe de seguridad de Cabello y del fallecido presidente Hugo Chávez, huyó a Estados Unidos y denunció la supuesta existencia de un cartel de narcotraficantes al que presuntamente pertenecería el actual presidente de la Asamblea Nacional.”
Obsérvese la referencia a medios de prensa venezolanos que no se identifican. Además, la “denuncia” de Leamsy Salazar sobre “la supuesta existencia de un cartel de narcotraficantes al que presuntamente pertenecería el actual presidente de la Asamblea Nacional” contrasta con la categórica aseveración sobre “extensa evidencia para justificar” que el sospechoso es “uno de los lideres, sino el líder, del cartel”.
No pretendo hacer juicios en pro o en contra, aunque podría esperar que una referencia tan grave a la autoridad de un país debiera redactarse en forma más profesional, coherente, sustentada, persuasiva y menos atolondrada. La nota deja un sabor a inconsistencia interna, a redacción incongruente y una errática tendencia a crear dudas sobre la reputación de una persona con aseveraciones que no se fundamentan y que afectan la credibilidad de la información. Al final surge la pregunta de si esto refleja el nivel profesional del redactor o la mediocridad del medio que la difunde. Quizá un mínimo de respeto por la inteligencia de los lectores no es importante en estos caso.
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