Rupturas y secuencias
Para llegar al socialismo revolucionario se deben trascender los límites de la democracia restringida
Los fundamentos de una nueva estructura económica postcapitalista y de
una nueva organización política de la sociedad a través del socialismo
revolucionario requieren de una nueva orientación teórica y cultural,
lo que debiera redundar -sin duda- en el desarrollo integral de los
sectores populares, concibiéndose al mundo de una manera radicalmente
distinta. Sería, además, poner en movimiento la adopción de una nueva
clase de ciudadanía, activa y no contemplativa, cuyos valores éticos y
morales conviertan a cada persona en generadora de los cambios
políticos, sociales, económicos, militares y culturales que definirán
la transición definitiva hacia el socialismo, haciendo posible la
combinación de teoría y acción política, como también la superación de
las contradicciones, las inconsistencias y las desviaciones a las
cuales estuviere propenso el proceso revolucionario en cualquier
momento. Ello exigiría trascender los límites de la democracia
restringida, tan del uso en la mayoría de los países, incluidos
aquellos donde tienen lugar cambios bajo la advocación del socialismo.
Esto contrastará enormemente con lo afirmado por Samuel Huntington en
el Informe sobre la gobernabilidad de las democracias para la Comisión
Trilateral, publicado en 1975, en el sentido que “la operación efectiva
del sistema político democrático usualmente requiere mayor medida de
apatía y no participación de parte de algunos individuos y grupos. En
el pasado, toda sociedad democrática ha tenido una población marginal,
de mayor o menor tamaño, que no ha participado activamente en la
política. En sí misma, esta marginalidad de parte de algunos grupos es
inherentemente no democrática, pero es también uno de los factores que
ha permitido a la democracia funcionar efectivamente”. En la
actualidad, la globalización económica neoliberal busca mantener
inalterable esta realidad, resistiéndose a las demandas de los sectores
populares de una mayor participación política y de una efectiva
redistribución de la riqueza, por lo que sus auspiciadores y
beneficiarios directos no escatiman ningún método, sutil o violento,
para lograrlo.
De ahí que, siendo el socialismo la antípoda política, social y económica del sistema capitalista, debe desprenderse de los esquemas que caracterizan a este último, facilitando el escenario para que se pongan en funcionamiento mecanismos de participación y de protagonismo popular, capaces de producir acuerdos -en medio de la diversidad de intereses e ideas de sus integrantes- que reflejen la unidad de acción y de pensamiento respecto al tipo de socialismo revolucionario que se espera construir, sin que prevalezca la tutela del Estado. Esto pasa por incluir también la definición de las formas de propiedad de los medios y de organización de la producción, además de las relaciones que existirían entre el poder político y la democracia socialista, entendiendo ésta como un ejercicio cotidiano y vinculante por parte de los sectores populares que no podrá ser obviado por el estamento gobernante, invocando para ello razones de Estado, como es habitual en los regímenes de la democracia representativa.
Es preciso, por tanto, asegurar las condiciones objetivas y subjetivas que permitan una retroalimentación de la revolución socialista, de modo que haya una continuidad y una profundización de la misma que la haga totalmente irreversible, sin el titubeo ni la manipulación demagógica característicos de quienes nada más aspiran a una mera reforma cosmética del orden vigente en su propio beneficio. Para alcanzar dichos objetivos es vital inculcar entre los sectores populares la necesidad de la formación teórica y del debate crítico y propositivo, algo que impone el activismo de una dirigencia política compenetrada con los ideales del socialismo revolucionario que, más que representante, sea vocera de los intereses colectivos; de tal forma que no exista posibilidad alguna de una restauración de la sociedad capitalista que se pretende reemplazar por otra de nuevo tipo, es decir, por una definitivamente socialista.
mandingacaribe@yahoo.es
- Maestro ambulante
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!! ¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!! ¡¡¡Luchar hasta vencer!!!
De ahí que, siendo el socialismo la antípoda política, social y económica del sistema capitalista, debe desprenderse de los esquemas que caracterizan a este último, facilitando el escenario para que se pongan en funcionamiento mecanismos de participación y de protagonismo popular, capaces de producir acuerdos -en medio de la diversidad de intereses e ideas de sus integrantes- que reflejen la unidad de acción y de pensamiento respecto al tipo de socialismo revolucionario que se espera construir, sin que prevalezca la tutela del Estado. Esto pasa por incluir también la definición de las formas de propiedad de los medios y de organización de la producción, además de las relaciones que existirían entre el poder político y la democracia socialista, entendiendo ésta como un ejercicio cotidiano y vinculante por parte de los sectores populares que no podrá ser obviado por el estamento gobernante, invocando para ello razones de Estado, como es habitual en los regímenes de la democracia representativa.
Es preciso, por tanto, asegurar las condiciones objetivas y subjetivas que permitan una retroalimentación de la revolución socialista, de modo que haya una continuidad y una profundización de la misma que la haga totalmente irreversible, sin el titubeo ni la manipulación demagógica característicos de quienes nada más aspiran a una mera reforma cosmética del orden vigente en su propio beneficio. Para alcanzar dichos objetivos es vital inculcar entre los sectores populares la necesidad de la formación teórica y del debate crítico y propositivo, algo que impone el activismo de una dirigencia política compenetrada con los ideales del socialismo revolucionario que, más que representante, sea vocera de los intereses colectivos; de tal forma que no exista posibilidad alguna de una restauración de la sociedad capitalista que se pretende reemplazar por otra de nuevo tipo, es decir, por una definitivamente socialista.
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