EL ODIO A CHAVEZ
Federico Ruiz
Tirado
Una anécdota convertida en reflexión
Milan Kundera sobre Ulrich, personaje central de El hombre sin atributos, la
gran novela de Robert Musil, representa un extraordinario preámbulo para
ilustrar este crucigrama de odio que se despliega casi que de un modo
irresoluto -y por eso mismo irracional-
hacia Hugo Chávez.
Una pareja con la que Ulrich sostiene
una añeja amistad es sorprendida por éste tocando un piano a cuatro manos. Para
el personaje de Musil, el piano no sólo representa el lirismo que aborrece,
sino que es el pasadizo simbólico que transita hasta llegar a sentir odio y
desprecio por los humanos que adoptan la música como una factoría estética(y
hasta ética) en la vida. Ulrich los ve y piensa del piano: “Ese ídolo corto de
patas, de morro prominente, cruce de buldog y pachón”.
En días pasados el Presidente Chávez le
endosaba a los medios privados la principal cuota de responsabilidad en la
propagación de este odio. En la intencionalidad de esta feroz campaña contra
Chávez, se ocultan también terribles paradojas: quienes hoy lo odian y desean
su muerte, hace trece años lo amaban e hicieron de él en su imaginario
religioso una restauración de Moisés y su idealización de la Tierra Prometida ,
la Venezuela
posible, la que iba a dejar atrás los estragos causados por el bipartidismo,
corrupto y antinacional.
No me refiero por supuesto a quienes
constituyen históricamente las clases o castas privilegiadas y dominantes,
dueñas y amos del Valle. Su odio a Chávez es el odio de la clase que encarnan;
el odio a los pobres, a las mayorías que hoy protagonizan la revolución
bolivariana.
Aludo a un sector social de nuestro país
que está siendo abatido por los medios privados y su inagotable fuente de odio
y es víctima de los efectos de esta
perversa y peligrosísima guerra psicológica que hoy enfrentamos en Venezuela.
Se trata de una Guerra de Cuarta
Generación, en la modalidad de maltrato psicológico, para desafinar el piano de
Musil.
Una estrategia de Black Pps que debemos
enfrentar no precisamente con arpa, cuatro y maracas.
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