domingo, 17 de febrero de 2019



Haití arde mientras

el mundo lo ignora 

por obsesión de 

EEUU con petróleo

venezolano

Haití es conocido mundialmente por ser el país 
con los índices de desigualdad más altos de 
América Latina y el Caribe; también ha sido tema 
de conversación los últimos días debido a las 
publicaciones en prensa internacional y a las
reacciones en redes sociales producto de las fuertes
 manifestaciones que vienen desarrollándose desde 
pasado jueves en la capital y en distintas zonas del país.
Si nos proponemos por dos minutos tejer algo de
memoria sobre este lugar, que parece ajeno para
muchos en el mundo, podemos mencionar que fue 
la primera y única nación de esclavos negros que 
logró liberarse; que el kreyol o criollo haitiano 
(lengua materna y herencia de la revolución) es
uno de sus idiomas oficiales además del francés,
 y aproximadamente un 99% de la población lo
conoce y/o habla.
También podemos decir, que históricamente su
 lectura de la religión, de la espiritualidad, del arte,
de la música y de la cultura han sido señaladas,
estigmatizadas y juzgadas debido a que configuran
 una cosmovisión del mundo distinta a las convencionales
 y/o a las occidentales, por involucrar y reconocer el medio
ambiente, la música, los tambores y los orígenes en la 
ancestralidad africana.
UN POCO DE CONTEXTO NECESARIO – PEYI A LOCK
El 7 de febrero de 1986, Jean Claude Duvalier 
dictador haitiano conocido como “Baby Doc” fue derrocado
por una revuelta popular dando fin a su atroz dictadura,
a las constantes violaciones de derechos humanos y a
 los numerosos casos de corrupción que se vivieron
durante su mandato. Paradójicamente, en esta misma
fecha en 2017, Jovenel Moise, se posicionó como
 presidente de Haití.
2 años más tarde, es decir el pasado jueves 7 de febrero,
iniciaron las fuertes manifestaciones en Puerto Príncipe y
en distintas zonas del país reclamando la renuncia del 
mandatario, luego de que el Tribunal Superior de Cuentas
 emitiera un informe de auditoría que evidencia una infinidad de irregularidades, la terrible gestión de recursos y las posibles desviaciones de fondos prestados por Venezuela en 2008 para
ayudar y potenciar el desarrollo económico y social de Haití
con el programa de PetroCaribe.
El informe revela además la participación en este grave
escándalo de corrupción de 15 exministros y
altos funcionarios del gobierno, entre ellos el actual
presidente Jovenel Moise, quien apareció como
responsable de una empresa que se benefició de dichos
fondos para la construcción de una carretera, por medio
de un proyecto en el que no se encontraron contratos o
procesos legales oficiales, y quien además siempre había
defendido su inocencia en declaraciones pasadas cuando
se referían a este caso.
Es importante señalar, que esta situación sale a la luz
pública en un momento de tensión, ya que el pasado
5 de febrero, el Gobierno declaró el país en urgencia
económica, lo que se ha visto traducido en la devaluación
de la moneda local frente al dólar de manera exponencial
las últimas semanas, una inflación cercana al 15%
acumulada en 2 años, la escasez de combustible en
el país que también resulta en una de crisis de electricidad
y en general la imposibilidad de garantizar el acceso
a alimentos básicos para suplir una canasta familiar.
7 DÍAS DE FUERTES MANIFESTACIONES – PEYI A LOCK
Hoy las calles amanecen con un ambiente de
incertidumbre en el séptimo día de manifestaciones
convocadas por la oposición y diferentes sectores
sociales reclamando la renuncia inmediata de Jovenel
y el gobierno aún permanece en silencio; el único
pronunciamiento lo hizo el secretario de gobierno
Eddy Jackson Alexis el lunes 11 de febrero a través
de un comunicado de prensa, en el cual rechaza la
violencia y llama al diálogo entre la oposición y 
gabinete del actual mandatario. La comunidad
internacional y el sector económico nacional también
 emitieron un comunicado a través del Core Group
llamando al diálogo entre ambas partes, no obstante,
las protestas continúan en Puerto Príncipe y en el
resto del país.
La situación es de tal urgencia que el día de ayer
 al menos 78 prisioneros de la cárcel civil en la
comunidad de Aquin, escaparon en medio de las
manifestaciones; la embajada estadounidense
recomendó a mujeres, niños y personas no esenciales
abandonar el país, y se percibe un ambiente de tensión
e incertidumbre por una posible crisis migratoria.
_
Ahora veamos en qué lugar tiene los ojos el mundo,
veamos en donde centra su dolor selectivo, pues en
este país, el Estado además de estar absolutamente
ausente, también es represor y violento con los
manifestantes: desde que iniciaron las protestas el
número de muertos supera los 16 y hasta el día de hoy
según reportes no oficiales, la cantidad de heridos es
desconocida (el reporte oficial de la PNH es de 4 
Veamos si su nivel de indignación permanece intacto
cuando muchos de los muertos han sido consecuencia 
la violencia policial y la imposibilidad del Estado por
responder a las demandas de los manifestantes; o porque
el acceso a salud y a educación es limitado y casi nulo;
o en general, por las condiciones de vida en las que viven
la mayoría de los haitianos que no suplen muchas de sus
necesidades básicas.
En Haití no hay petróleo, y Estados Unidos ya vino
“a salvarlo”, o mejor a intervenirlo (siempre luego de
algún momento de desestabilidad política o algún
fenómeno natural como el terremoto de 2010 o
el Huracán Jeann en 2004), a través de la “donación” 
casi 60 mil sacos de semillas híbridas de maíz y otros
vegetales provenientes de MONSANTO, alterando la
agricultura local y afectando la semilla nativa, porque
nunca se explicaron los efectos futuros sobre el suelo
y las posibles consecuencias de su uso en el medio
ambiente y en la salud de las personas.
Organismos como la ONU ya se han pronunciado y
la comunidad internacional también, de hecho, su
presencia en el territorio haitiano ya tiene varios años;
 sin embargo, es de vital importancia señalar que la 
descomunal ayuda humanitaria y los mecanismos de
control eran y/o siguen siendo el motor del fenómeno 
de corrupción que agobia este país. Un ejemplo de ello
fue el despliegue militar que hubo con los llamados
cascos azules que vinieron a “impartir orden y a traer
la paz a las calles haitianas” en 2004 a través de la
 llamada Misión de Estabilización de las Naciones
 Unidas en Haití (MINUSTAH), no obstante, olvidaron
mencionar que fueron dichos cuerpos de seguridad
quienes también trajeron el cólera, violaron y dejaron
 a muchas mujeres haitianas en embarazo antes de
retornar a sus países, entre otras graves vulneraciones
a los derechos humanos.
El daño que le ha hecho la “ayuda humanitaria” a
 Haití, la sobre intervención de organizaciones no
 gubernamentales, los altos montos de dinero que 
le pagan a extranjeros en las organizaciones de
“expertos” cuando en la realidad ni siquiera se les
exige hablar criollo haitiano o hacer contacto con
la gente en la cotidianidad, o con la cultura local.
El complejo modelo de Estado, la centralización
del poder en Puerto Príncipe y a su vez
la gobernabilidad
desdibujada ha resultado en la opción de desarrollo
 del país a manos de organismos internacionales
sin una adecuada regulación por el Estado haitiano.
Lo anterior, es sólo una opinión que me permito
construir luego de vivir dos años en este país, y
 trabajar con comunidades; es un llamado a analizar
 y a reflexionar cómo EEUU salva los países, con
 qué criterios, con qué objetivos, y sobre todo a repensar
 hacia dónde están nuestras preocupaciones
nuestra indignación, nuestro dolor y también
nuestra indiferencia.

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