martes, 13 de diciembre de 2011


Argimiro Gabaldón, a 47 años de su partida
Por: Tatiana Gabaldón 

Argimiro, inculcaste en nosotros, tus hijos, a través de Luisa, nuestra madre, tu compañera de vida y de lucha, y que hoy nos hemos convertido en millones que te ha parido la patria, asumir el compromiso de estar justo en el lugar y momento precisos donde podamos ser útiles a nuestro pueblo. Hoy, a 47 años de tu partida física, más que nunca tu pensamiento está vigente. Estamos convencidos que  este es el momento de hacer realidad nuestro sueño de libertad, de justicia, pero para lograrlo tenemos que seguir peleando; todavía hay camino que recorrer, hay madera que cortar, hay lecciones que aprender, hay caretas que quitar, como siempre lo dijiste: “EL CAMINO ES DURO, MUY DURO, PERO ES EL CAMINO”, y es el mismo que debemos seguir, el de LA LIBERACIÓN NACIONAL Y EL SOCIALISMO.
                   Por: TATIANA GABALDÓN MARTÍ 
¿Cómo se hacen y cómo son los guerrilleros? 
Conciencia, Cultura, Valentía, Firmeza, Fidelidad, Espíritu de sacrificio, Abnegación, Modestia, Heroísmo, en estos terribles espejos quieren mirarse los guerrilleros, y cada modelo los abruma. Podrían matarlos, pero no someterlos.
                         Jean Paúl Sartre, cita sobre los combatientes de la Sierra  Maestra, que   con Fidel Castro libertaron a Cuba del tirano Batista y del coloniaje yanqui  
        Este es el camino 
        Entrevista concedida por Argimiro Gabaldón Márquez, comandante Carachi, Primer comandante del Frente Guerrillero Simón Bolívar, a la prensa extranjera, pocos meses antes de su muerte, en un lugar de las montañas larenses: 21 de julio, 1964. 
        Pregunta: ¿Existen condiciones reales para la lucha armada en Venezuela?
        Respuesta: Yo pienso que no es correcto plantear el problema de esa manera. Lo justo es preguntar en qué condiciones ha aparecido y se ha desarrollado la lucha armada, puesto que ya a estas alturas de su desarrollo no se trata de escoger un camino para la revolución, sino de ser consecuente con ella. Independientemente de que se esté o no de acuerdo con la lucha armada como vía de desarrollo de nuestra revolución; independientemente de los errores que se hayan cometido y se puedan cometer en el futuro; independientemente del resultado final, de la victoria o de la derrota de la revolución, el hecho histórico objetivo es que nuestra revolución se arma y hace frente a la contrarrevolución armada; que las fuerzas contrarrevolucionarias, pese a su enorme poderío, no logran aplastar a las fuerzas de la revolución, porque estas, por el contrario, crecen.
        Pregunta: Entonces, ¿cuáles son esas, como usted dice, condiciones que han hecho aparecer en Venezuela la lucha armada?
        Respuesta: Hoy es casi unánime la opinión de que en todos los países latinoamericanos se vive una situación revolucionaria. Tome usted cualquier diario, de cualquiera de estos últimos años, y verá que es raro no encontrar alguna declaración de algún político latinoamericano o yanqui, que de alguna manera no se refiera a esa situación. En Venezuela se habla de ello a diario, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, todo el mundo se declara revolucionario. Lo mismo se sea Presidente de la República o líder de barrio. Aquí se habla de una crisis estructural y es una realidad que las conmociones y desajustes que esa crisis produce se sienten en todos los aspectos materiales y espirituales, económicos, políticos y morales de la vida del país. Son miles las manifestaciones diarias de esas crisis. Lea usted la prensa diaria, oiga los programas radiales, viaje en un autobús o carro por puestos, visite un barrio, recorra una zona campesina, o, si prefiere, lea y estudie los informes anuales del Banco Central. Esa crisis, crisis de las estructuras económicas, de las relaciones sociales, de las formas políticas, de las agrupaciones de los diferentes sectores de la población, no es un invento. Esa crisis, a escala de masas, ha producido fenómenos asombrosos: un país en el cual el sesenta y cuatro por ciento de su población vivía en el campo, se ha transformado en un país en el cual la mitad de esa población —que junto con el resto de la población se ha duplicado, se ha trasladado con ímpetu de oleada a las ciudades.
        Este ha sido un violento proceso de pauperación jamás visto en Venezuela por su magnitud. Muchas ciudades han duplicado y triplicado su población. Barquisimeto, la capital del estado Lara, para no referirme a Caracas, agrupa hoy más del sesenta por ciento de la población de todo el estado. Este hecho produce el hacinamiento de una población miserable e inquieta que forma dramáticos cinturones de miseria alrededor de esplendorosos centros urbanos modernos. En los campos la ruina avanza y el éxodo continúa. Frente a estos hechos de empobrecimiento máximo, los reducidos grupos capitalistas extranjeros y nacionales obtienen utilidades fabulosas, según han sido calificadas por un ministro romulista. Este hecho también, como el de la pauperación, se puede palpar en la vida diaria, o en las estadísticas. Una miseria extrema. El presidente Leoni ha dado un dato en su discurso ante la Convención de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fedecámaras), celebrado en 1964 en Maracay: Un millón y medio de familias, o sea 6 millones de personas (Venezuela tiene un total de 7 millones de habitantes), viven con una entrada anual de Bs. 1.000 (Bs. 0,70 diarios, por cabeza). Piense, además, en los cientos de miles de desempleados. Piénsese, además, que existen unas 300 mil familias (1.200.000 personas, más o menos), que viven con una entrada mensual de Bs. 300 por familia. Una pobreza extrema de las masas frente a la ofensiva riqueza de una minoría reducida. Nadie podrá negar, ni nadie lo niega en realidad, que esta es una situación explosiva, que aquí la violencia contenida es de un grado extremo. Los sucesos de enero de 1958 son un primer estallido de esa violencia. Pero lo sucedido después de esa fecha, lejos de aportar alguna solución, lo que ha hecho es agravar las cosas. Esas masas empobrecidas se hallan muy lejos de estar contentas y nadie que esté en su sano juicio puede pretender lo contrario. Estas masas tienen una particularidad: En su gran mayoría son producto del derrumbe de viejas estructuras tradicionales y se puede afirmar que socialmente aún no están ubicadas. Su impacto repercute en las organizaciones llamadas partidos políticos, a las cuales disloca, provocando un nuevo proceso de polarización de fuerzas, que tiene que producir una nueva correlación de fuerzas. Las juventudes, más sensibles, se vuelcan a la izquierda, abandonando el control ejercido sobre ellas por los partidos tradicionales, cuyos grupos dirigentes van aceleradamente hacia la derecha, hacia la tradición o la conciliación. La misma tendencia juvenil se hace presente entre los sectores obreros, los campesinos, y las clases medias. Durante el año de gobierno de Larrazbal, la ilusión de un gobierno constitucional engaña más que a las masas a los grupos dirigentes, pero una vez que sube Betancourt al poder, primero aliado con URD y Copei, y después solo con el segundo, la ilusión constitucionalista se viene abajo y las masas buscan echarse a la calle para forzar una solución favorable a sus intereses. Pero el binomio Betancourt-Copei viene a significar una nueva alianza de clases —del imperialismo y la burguesía, y esta alianza apela a la violencia armada para contener a las masas. Tres consignas del binomio Betancourt-Copei fijan descaradamente los principios de esa política de violencia armada: 1. Aislar y segregar a los extremistas; 2. La calle es de la policía; 3. Disparar primero y averiguar después. Son las bases de un decreto de guerra a muerte contra el movimiento revolucionario. Desde entonces, la lucha política ha ido transformándose en lucha política armada. La dureza de este camino, por el cual ya transitamos desde hace cinco años (nota: Chimiro cuenta desde noviembre de 1960 hasta julio de 1964), puede que haga vacilar a muchos y que los obligue a buscar una justificación “teórica” de sus vacilaciones, pero ello no quebrará la voluntad y la decisión de las vanguardias revolucionarias de luchar hasta obtener la victoria.
        Pregunta: ¿No cree usted en una salida de masas?
        Respuesta: No creo que ninguna revolución pueda tener una salida que no sea una salida de masas. La lucha armada, si no se confunde con el cuartelazo, es una salida de masas. Es posible y hasta cierto punto lógico que quienes están alejados de las tareas prácticas de la conducción de la lucha armada no se den cuenta vivamente de cómo es que se está desarrollando el proceso de la lucha armada y de cómo se incorporan las masas a esa lucha. La posibilidad de ver con claridad este proceso real,
        objetivo,  se  ve  además  enturbiada  por  concepciones  mecánicas,  por    esquemas aprendidos  e incluso por errores cometidos. Algunos compañeros se encandilaron por experiencias  de otros  países, tomaron  esas  experiencias  como  patrones  rígidos  y además  los condimentaron  con mucha impaciencia.  Olvidaron  que  las  revoluciones son cada una un hecho original, aun cuando estén sometidas a leyes generales. Cuando sus esquemas fallaron, cayeron en la desilusión, y tomaron los libros y folletos, en busca de nuevos esquemas, de nuevos patrones. Se olvidan de nuestra realidad y se dejan penetrar por las tendencias de capitulación y conciliación, haciéndole así el juego a los contrarrevolucionarios. Si esos compañeros estuvieran en un frente guerrillero y palparan la realidad de cómo se incorporan las masas a la lucha (armada), estamos seguros de que otras serían sus opiniones. Se darían cuenta de cómo la consigna de “aislar y segregar” se ha vuelto contra quienes las lanzaron. De cómo el frente se amplía. Ellos ignoran muchas cosas; por ejemplo: cómo se desarrolla el proceso de formación de los comités de base del FLN en los campos donde actúan los destacamentos guerrilleros. Ellos ignoran cómo este hecho empieza a dificultar las operaciones enemigas, y cómo el enemigo más en contacto con la realidad, se exaspera y hasta desata verdaderas campañas de genocidio contra amplias regiones rurales. Ellos ignoran cómo los  destacamentos comienzan a defenderse con la población de los campos y a moverse allí como el pez en el agua. Ellos ignoran cómo crece el prestigio y la autoridad de los destacamentos entre las masas campesinas. Ellos parecen olvidar que todo movimiento de masas es un proceso, incluso que el más pacífico tiene su génesis, su desarrollo ascendente y su culminación. Parece que lo ignoran o no aceptan la dureza de su desarrollo como parte objetiva de ese proceso.
        Pregunta: ¿Pero usted no ve la posibilidad de una salida pacífica?
        Respuesta: ¿Una salida pacífica de las masas? Yo sí la veo, lo que pasa es que el enemigo también la ve y no la acepta. El movimiento pacífico de masas venía desarrollándose en Venezuela aceleradamente. Cuando las masas caraqueñas, las más radicales y combativas del país, se enteraron del triunfo de Betancourt, con apenas un cuarenta y nueve por ciento del electorado nacional, se lanzaron a las calles contra ese triunfo y nosotros salimos a esas mismas calles a calmarlas, a convencerlas de que había que respetar el resultado electoral. Nosotros creíamos en una salida pacífica de masas. Betancourt se encargó bien pronto de demostrarnos que
        ellos no estaban dispuestos a permitir esas salida pacífica de masas. Nosotros lanzamos a las masas la consigna del viraje, las masas la tomaron en sus manos y el auge combativo creció con extraordinaria velocidad. Todos pueden recordar que es entonces cuando los organismos represivos del régimen y los adecos armados asesinan a nuestros hombres en asambleas sindicales, mítines y manifestaciones, cuando son asaltadas nuestras casas de partido y nuestras residencias particulares, cuando se comienzan a llenar las cárceles de presos, etc. Como ya habían sido lanzadas las consignas: Aislar y segregar, La calle para la policía, Disparar primero y averiguar después, por el gobierno, la violencia armada es
        ejercida contra toda la oposición y no solo contra la oposición extremista. Si la alta dirección de URD ha olvidado hoy a sus muertos, sus mítines y casas de partido asaltados, etc., y se ha olvidado de sus propios planteamientos durante la última campaña electoral (1963), ya el pueblo, las masas, los juzgarán. Nosotros no lo olvidamos. Pero no es solo cosa del pasado. Se trata de saber en el presente si nuestro enemigo, el enemigo de la patria y del pueblo, puede aceptar ahora una salida pacífica. La campaña pro-amnistía, emprendida por sectores independientes, en cuanto se ha transformado en una campaña de masas, ¿qué le ha sucedido? Han aumentado los presos, la violencia armada del gobierno contra las masas se ha recrudecido y en las puertas mismas de Caracas el Ejército Nacional, con un despliegue de todas sus armas, realiza contra una zona campesina, donde según sus propios cálculos se mueven no más de veinte guerrilleros, una operación monstruosa contra la población civil, con la evidente finalidad de demostrar que no puede haber paz. ¿Qué es lo que quieren estos “pacifistas”? ¿Que nos dejemos “aislar y segregar”? ¿Que vayamos a los mítines y manifestaciones como echaban a los cristianos al circo romano? ¿O que nos enconchemos y nos dediquemos a repartir hojitas clandestinas hablando de un abstracto movimiento de masas? Eso no lo harán las vanguardias revolucionarias venezolanas. ¿Qué puede ser un movimiento de masas cuando el enemigo le opone las armas, sino un movimiento armado? Otra cosa, en buen castellano eso se llama suicidio, y el movimiento revolucionario no se va a suicidar ni en primavera ni en ninguna otra estación. El camino es duro. ¡Muy duro! Pero es el camino.
        Pregunta: ¿Ustedes siguieron el camino cubano?
        Respuesta: El camino cubano es, indudablemente, un camino glorioso y un ejemplo para toda América Latina. Nuestra patria, una vez, fue también ejemplo para América Latina. Nuestro himno nacional lo dice: Seguid el ejemplo que Caracas dio. Pero sabemos, la historia nos lo dice, que no fue el camino de Caracas, ni el que señalaba Bolívar, porque lo señalara él, el que siguieron los demás pueblos de América  Latina. Cada uno siguió su propio camino, porque el camino de la  liberación no es  monopolio
        de ningún pueblo, sino derecho inalienable de todos. Nosotros seguimos nuestro propio camino. Nuestra gloriosa guerra de independencia duró más de quince años. No estamos en capacidad de calcular cuánto tiempo le costará a la revolución venezolana   alcanzar   la  victoria.  ¡Pero vencerá!   En  el  movimiento   revolucionario
        latinoamericano se discute acerca de los problemas de la revolución en Venezuela.
        Indudablemente que este tiene que ser un tema apasionante de discusión. Los revolucionarios  de  toda  América Latina y de toda otra parte del mundo se comportan,
        como es lo justo, fraternal y conscientemente, sabiendo que somos los revolucionarios
        venezolanos quienes manejamos toda nuestra situación, quienes mejor podemos conocerla. Nos ofrecen sus opiniones, sus experiencias, pero ninguno pretende, ni podría pretender, imponerlas.
        Pregunta: ¿Qué opina usted de la coexistencia pacífica?
        Respuesta: Yo creo que la coexistencia pacífica de diferentes regímenes sociales no es solo posible, sino deseable.  
        Argimiro Gabaldón Márquez 
        tatianagabaldonmarti@gmail.com

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