Ernesto Guevara de
Nacido en el seno de una familia de clase media, no sufrió la pobreza ni el hambre como otros muchos niños de América Latina. Pero sí padeció una mala salud. Su naturaleza aventurera y espíritu rebelde estaban relacionados con el hecho de que en su infancia había padecido una enfermedad asmática. Pasó toda su vida intentando superar este problema poniéndose deliberadamente al límite. Su inflexible determinación para remontar todas las dificultades también se podrían achacar a esta circunstancia.
Sus instintos humanitarios le llevaron primero al terreno de la medicina y consiguió hacerse médico. Su especialidad era la dermatología y estaba interesado particularmente en la lepra. En aquel momento, sus horizontes no eran más amplios que los de otros jóvenes de clase media: trabajar duro, graduarse en medicina, conseguir un buen empleo, quizá realizar una investigación original en la ciencia médica y un avance del conocimiento humano con algún descubrimiento asombroso. En este período de su vida escribió:
"Cuando comencé a estudiar medicina, la mayoría de los conceptos que ahora tengo como revolucionario estaban ausentes en mi arsenal de ideales. Quería triunfar, como todos. Solía soñar con ser un investigador famoso, trabajar incansablemente para conseguir algo que pudiera, indudablemente, ser puesto al servicio de la humanidad, pero en aquella época todo era sobre el triunfo personal. Yo era, como todos, un producto de mi entorno".
Como la mayoría de los jóvenes, Ernesto amaba viajar. Estaba embargado por lo que califican los alemanes como "Wanderlust" [NdT. Ganas de conocer mundo]. Escribió lo siguiente: "Ahora sé por una coincidencia increíble del destino, que estoy destinado a viajar". Lo lejos que viajaría y la dirección que emprendería aún era un libro sellado para él. No hay duda de que habría sido un médico concienzudo, pero el Wanderlust iba más con él. Tomó la carretera y no regresó a Argentina durante muchos años. Su naturaleza aventurera le llevó a emprender un largo viaje en motocicleta por toda Sudamérica.
El vínculo entre la medicina y sus ideales políticos surgió en un discurso que pronunció en la leprosería de San Pablo en Perú, con ocasión de su veinticuatro cumpleaños:
"Aunque somos demasiado insignificantes para ser portavoces de una causa tan noble, creemos, y esta jornada sólo ha servido para confirmar esta creencia, que la división de América en naciones inestables e ilusorias es una absoluta ficción. Sólo somos una raza mestiza con similitudes etnográficas extraordinarias, desde México hasta el Estrecho de Magallanes. Y así, en un intento de liberar todo el provincialismo intolerante, propuse un brindis por Perú y una América unida". (Diario de una motocicleta. p. 135).
No hay comentarios:
Publicar un comentario