sábado, 11 de julio de 2020

RAJATABLA: MEDIO SIGLO DE UNA VENGANZA CULTURAL




“Ya llegará el instante del balance impecable, sin margen de error, sin desviaciones subjetivas; pero entre tanto, mientras nos empecinamos, en sótanos o en exilios, bajo amenazas o sobre ascuas, en seguir buscando nuestra expresión o interpretando nuestra realidad, la historia de nuestras ideas será también la historia de nuestras aptitudes, la teoría de nuestra literatura estará inevitablemente ligada a nuestra práctica de vida, nuestro pensamiento individual no podrá (ni querrá) desprenderse del pueblo al que pertenecemos”.
MARIO BENEDETTI
ESCRITOR URUGUAYO





El 4 de noviembre de 1966 sucedió el Alluvione di Firenze que significó el desbordamiento del río Arno en la ciudad de Florencia y parte de Toscana. La inundación provocó una catástrofe causante de la muerte de más de 100 personas y se ensañó particularmente con la cultura, pues dañó y destruyó millones de obras de arte, debido a que Florencia ha sido un bastión artístico cultural en Europa desde la llamada Edad Media. Una vez se retiraron las aguas y se reconocieron y aquejaron las víctimas, toda la comunidad se avocó a recuperar las obras del inmenso lodo que dejó la furia del río y proceder a la restauración. Parte de aquella obra artística se restauró por la monumental participación de todo el pueblo quien, con su propia fuerza, la de la sociedad y la ayuda internacional logró su cometido. Toda la cultura y el arte regional y nacional del pueblo italiano hizo causa común para lograr aquella epopeya. Fue éste un signo inequívoco de venganza cultural ante la inesperada y omnipotente fuerza de la naturaleza.


La venganza cultural es una acción artística de los pueblos, erigida como una fuerza telúrica para reivindicar sus valores y enraizarse en sus logros, luego de cualquier tragedia sufrida. Opera desde la influencia sutil habida en el pensamiento complejo disparada por la impotencia, obrando con la discreción y articulándose a través del efecto mariposa. Es una venganza sin violencia ya que su poder no es destructivo. Más bien tiende a recuperar el tejido humano y social que fue lesionado al pueblo. Sus movimientos son sigilosos. Sus improntas y huellas quedan en cada esfuerzo aparentemente trunco, pero son tomadas como herencia por quienes vienen luego a reivindicar lo sanado. Un ejemplo clarividente es el jazz, expresión musical que significa la venganza cultural de los pueblos africanos que fueron violentados y traficados como esclavos, cuando tomaron el sonido de los trenes que transportaban el robado fruto de su trabajo como claves de tiempo melódico, hasta producir una musicalidad cuya influencia sutil aún no se ha detenido. Cada nota jazzística se ha emparentado con la música afrolatina para producir el latin jazz, también venganza cultural de los pueblos del caribe.



El estupendo cine argentino producido a partir de la década de los años 90 del siglo XX es venganza cultural de las dictaduras que produjeron asesinatos, torturas y 30.000 personas desaparecidas. La novela Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez es la venganza cultural del pueblo colombiano que la oligarquía asesina no se podrá sacar jamás. La pléyade de artistas que salió de la España tomada por el fascismo, aplicó la venganza cultural en muchas partes del mundo para denunciar y continuar regando la semilla de la revolución. La obra del cantor cubano Silvio Rodríguez hace lo propio contra el acoso imperial y el bloqueo gringo. La música ranchera nacida de la Revolución Mexicana de 1910 es la respuesta a varios siglos de frustración y traiciones de las clases dominantes. ¿Qué puede ser sino una venganza cultural contra la bomba atómica lanzada a los pueblos de Hiroshima y Nagasaki, el cine del artista japonés Akira Kurosawa? En cada expresión artística genuina se dinamiza una venganza cultural que redime a los pueblos. La argumentación de este concepto la encontramos en el poema Mi Venganza Personal del comandante de la revolución sandinista Tomás Borge. En esas metáforas increíblemente sanadoras se encuentra la espiritualidad que acompaña una concepción popular arraigada en las avanzadas culturales y artísticas de todos los gentilicios del Abya Yala. Están allí la educación, los jardines como patria, el canto eterno a los mártires, el pueblo sonriente y victorioso como protagonista de sus luchas, el desafío ante la derrota del torturador. Este poema, oración, canto y proclama de una guerra por la paz, es un hondo grito de victoria.

UN LIBRO VENEZOLANO COBRO UNA VENGANZA
Una tragedia cruzó a Venezuela por los cuatro costados de su territorio. Varias décadas de luchas contra las dictaduras trajeron importantes avanzadas que dieron como resultado el establecimiento de un proceso democrático desde el año 1958 que luego fue manipulado por las clases dominantes, traicionado por los partidos aliados a la socialdemocracia y acosado por el gobierno de los Estados Unidos. La implantación de la llamada Cuarta República trajo consigo el montaje de una pandilla de malhechores cuyo bandidaje invadió las instituciones e infectó de prevaricación, tráfico de influencias, dolo del más aberrante a las acciones judiciales, legislativas y ejecutivas afectando profundamente al pueblo. El Estado de Derecho fue convertido en el reducto ideológico de complicidad entre la clase política y los grupos de poder económico. Se implantó la doctrina del Departamento de Estado y la práctica forajida de la llamada Escuela de las Américas donde se entrenaron en la tortura y el asesinato muchos miembros de las fuerzas policiales y militares. La represión implantó un estado de terror que abaleó manifestaciones, asesinó líderes y gente del pueblo. Las cárceles se llenaron de presos políticos, la mayoría torturados y muchos de ellos desaparecidos. Se crearon en varias zonas del país los llamados Teatros de Operaciones (TO), sitios tenebrosos para el maltrato físico, la vejación, el abuso y la muerte. En Venezuela se arriesgaba la vida por reclamar un tubo de agua o la electricidad para el barrio.


Esta represión cuarta republicana tuvo un sello repujado en el anticomunismo. La rabia cipaya contra Cuba promovida por EEUU desde la OEA, contaminó a la mayoría de gobiernos del Abya Yala, mientras los pueblos se batían en las calles en favor de aquella revolución. Uno de éstos fue el pueblo venezolano que pagó rudamente con la vida de estudiantes, obreros, campesinos, con la estabilidad de familias enteras la osadía de retar al imperio. Cerca de 3000 personas fueron desaparecidas por las fuerzas represivas de entonces desde el año 1961 debido a la participación política de izquierda y al apoyo del avance de la revolución en el continente y en el mundo. A doce años de la implantación de este estado de terror, un escritor y profesor universitario venezolano de nombre Luis Britto García participa en el Concurso de la Casa de las Américas en La Habana, Cuba y obtiene el premio literario mención cuento en el año 1970 con su libro RAJATABLA. Toda una osadía bienaventurada para este pueblo arrinconado por la depredación politiquera. Podemos imaginar la magnitud de esta hazaña al recordar que gobernaba Rafael Caldera y aún nombrar a Cuba o alguno de los líderes de su revolución o de los países socialistas, llevar algún libro de izquierda, un disco, un afiche, un periódico podía traer consigo la cárcel, la tortura y podía hasta costar la vida. En este contexto, aun terriblemente conmovido por el dolor de familiares de víctimas de la represión, el pueblo venezolano obtiene esta victoria popular, materializa esta venganza en la pluma de un destacado intelectual. A partir de ese momento el libro Rajatabla y su autor, no sólo entran en los archivos de los aparatos de seguridad del país y del imperio, además, es atesorado por la subversión cultural y popular que pasa a leerlo con atención y devoción para descubrirle sus signos y pistas.

EL NICHO CULTURAL QUE RECIBE A ESTE LIBRO PREMIADO
Las tragedias políticas de los pueblos son en esencia tragedias culturales y Venezuela es verdad sufriente en este sentido. Con la llegada de los españoles se implanta una cultura dependiente del rentismo peninsular monárquico en aquella provincia colonizada, al ser aplastada la cultura aborigen. A la llegada de la República, conseguida bajo la ley de la guerra con sangre, devastación y traición, se promueve una visión política influenciada por las clases oligárquicas que envidiaban y añoraban la monarquía y ganaron poder por sobre un pueblo mayoritariamente campesino. Oportunismo, ventajismo, corrupción, eran algunos de los signos políticos preponderantes. Las expresiones culturales y artísticas marginadas del despliegue social tenían influencias europeas en un pueblo al que se le colocó el prejuicio y la falsedad de ser solamente levantisco, peleón, guerrero, armado, pendenciero, bélico, militar, alejado de las jurisprudencias, los estudios, investigaciones, ciencias, derecho, arte y la cultura. Aquella diatriba entre el doctor Vargas y el sedicioso Carujo está clavada como un puñal en el corazón cultural de Venezuela. La tendencia del político venezolano a la politiquería y la ineptitud cultural es tradición en la práctica socialdemócrata hasta hoy. Entre las manipulaciones y venalidades del adecaje parlamentario y represivo nos llega el triunfo de este libro.


Oloroso a izquierda se cuela en los cenáculos culturales, universidades, bibliotecas y liceos con denodados esfuerzos. En un país donde se acuñó el tétrico lema: “Disparen primero y averigüen después”, similar al lema nazi: “Cuando escucho la palabra cultura me llevo la mano al revolver”, donde la clase politiquera gobernante (de procedimientos descaradamente fascistoides) se vio en la obligación de escuchar boqueando dos supremas justificaciones del escritor Miguel Otero Silva para dejarle a la cultura de todo un país la posibilidad de ser apenas un “instituto”, un libro premiado en Cuba debía ser recibido con moderado y casi clandestino orgullo. La prensa sometida a la persecución por cualquier denuncia, aprovechando cierta apretura política del gobierno (paradójicamente el más represivo con la cultura de todos los de la IV República) colocó informaciones referidas al acontecimiento. Sin embargo, su publicación y distribución nunca fue la merecida, dada la calidad literaria y el galardón recibido. Sólo las élites lograron acceder al libro en su momento.

¿QUE COSA ES RAJATABLA?

Es ante todo una palabra, una palabra trasgresora. Es como un trabalenguas muy corto para que los niños y las niñas hagan la composición de otras palabras y a su vez puede ser un acertijo de revelación inesperada. Alguien pudiera sorprender al mundo utilizando el vocablo para armarse a sí mismo un nombre de nombres y perderse en miles de identidades. Es una atrayente denominación muy apropiada como el santo y seña de un procedimiento bélico o clandestino. Puede también definirse como el modo o la manera de entrar a algún lugar, suceso o cualquier otra relación humana con impetuosidad o intemperancia. ¿Y, como apodo o improperio dicho a un contrincante en una pelea intelectual? Incluso, como nombre de algún plato o menú de comida, título de una pieza musical, de un barrio de Caracas, de un filme en adaptación, como razón comercial de una casa de abasto puede circular entre las gentes. Resulta, además del nombre de una sala y grupo teatral, un libro que se ganó un premio relevante.

En una sorprendente conferencia denominada ¿Qué es un autor? El filósofo francés Michel Foucault disertó acerca de las diferentes posiciones habidas entre el autor y su obra artística. Uno de los más apasionantes argumentos siempre está colocado en si la obra trasciende al autor o viceversa. El Quijote casi que desaparece a Cervantes, aunque toda su obra cuentística no ha podido con el argentino Borges. ¿Qué pasa con Rajatabla? ¿Qué sucede, respecto a su autor, con ese fabuloso compendio de cuentos breves capaz de hacernos leer en su totalidad desde la página en que lo encontremos? Miles de motivaciones se dejan entrever en sus narrativas que son muchas. Parece a ratos un infinito ejercicio literario para que aprendamos a escribir y también un cajón de secretos escriturales para buscar anécdotas, sucesos, risas, perplejidades, estados diversos del alma. Hay un sesudo escepticismo agazapado en Rajatabla como también hay una emoción bullente que es como una taza de agua hirviente a la espera de la bolsita de té, deambulando como un éter reanimador. Hay el laberinto de palabras mas no de estancias, pasadizos ni escaleras y tal vez, a veces, parece el ranchito de paja donde está el secreto del Tao narrado por Richard Wilhelm. Son caminos entrecruzados para salir rápido y no perderse en subterfugios. Está lleno de claves Rajatabla (evidentes e inmanentes) fórmulas para autoperderse y autoencontrarse, ideas para crear principios y comenzar finales. Está trazado con espejos que reflejan rostros o sombras. Tiene un silencioso poder desalienador porque abre los ojos para siempre y en el mejor de los casos jorunga la conciencia. Es irreverente, incómodo, inquietante. A lo mejor es ese lugar anhelado en París por César Vallejo que no tuviera ninguna señalización y que permitiera perderse. Es un libro premonitorio que pueden conformar hasta una estancia oracular. El humor habido es una puerta abierta, aunque un lector ingenuo pude pegar la frente de una de las puertas imaginarias.

¿DE QUE NOS HACE VENGANZA RAJATABLA?

En primer lugar, nos permitió vengarnos de los adecos. Un libro de tan alta calidad y cultura surge en una época donde gobierna la clase política más inculta y estúpida de todo el Abya Yala, aquella que acuño dichos politiqueros como: “los adecos gobernamos mejor en la oposición que estando en el gobierno” o la declaración de su gran piache: “Ese es un cine hecho por los vencidos con el dinero de los vencedores”. Es una de las más resonantes pedradas culturales a la vidriera demagógica del puntofijismo, junto a la canción de Alí Primera que iniciaba sus elevadas líricas revolucionarias por aquellos días.


Vengarnos de la aridez educativa. Durante el primer gobierno de Rafael Caldera cerraron la UCV y la Cinemateca Nacional, eliminaron las Escuela Técnicas y decretaron la muerte de las materias humanísticas y de la poesía. Aún hoy, en plena revolución bolivariana, Venezuela no ha podido desplazar los áridos métodos pedagógicos en favor de procesos educativos novedosos que abran campos donde se pueda ser escritor desde la niñez, se tenga una formación política desde la adolescencia y se promueva en el corazón de los jóvenes la creatividad necesaria que permita trascender la tragedia puntofijista. Rajatabla permitió a una osada juventud leer distanciada del aula y hacerse escritores y escritoras fuera de la clase apesadumbrada por la rigidez, tristona por las prohibiciones, abúlica por la represión. Cuando esa juventud supo a través de Rajatabla que se podía escribir sin signos de puntuación, con ese conjunto de permisos literarios, esas metidas y salidas de nuevas anécdotas, el puntofijismo comenzó a entrever su final.


Vengarnos de la idiotez cultural. La mentalidad puntofijista, por fascistoide, es idiota. Una de las primeras imposiciones fue colocar a la farándula como cultura. Entronizaron el imperio de la banalidad a través de los medios de comunicación y crearon el prejuicio de que la cultura, el arte y la historia son fastidiosas al público y aburridas a las juventudes. Impusieron como modelo histórico y cinematográfico los documentales y películas gringos, alentaron una política de premios y galardones faranduleros y becas, trampa en la que cayeron no pocos cultores amarrados de manos posteriormente ante la avalancha de estupideces caídas sobre lo que denominaron cultura. Premonitoriamente hablando, todo este mundo superfluo está colocado en las narrativas de Rajatabla como farsa burlesca. Es un trabajo literario adelantado al tiempo por venir, a los conferimientos honoris causa fraudulentos, al cinismo de los funcionarios ausentes de sus puestos institucionales, a la muerte metida en los revólveres de los policías, al hombre atrapado en su propia trampa de mentiras, a la debacle posmoderna, al inútil fin de la historia.


Nos venga de las mordazas. Rajatabla nos da la palabra sin que levantemos la mano, nos permite hablar, nos dialoga, nos oxigena. Con el libro gritamos, abofeteamos, nos burlamos, vemos el ridículo oculto, escuchamos la carcajada cínica, somos testigos de la viceralidad del mundo. A través de sus páginas nos sentimos políticos, y más, dueños de una política literaria, poética, creativa dispuesta a mostrarnos la posibilidad de viajar. Aunque en su momento costaba su buen dinero obtenerlo, su palabra (que es la nuestra) no tenía costo porque había sido escrito para el momento en que fuese obsequiado como una victoria cultural y popular como ha ocurrido a partir de 1999 en que va de mano en mano con humildad.


Vengarnos del imperialismo capitalista. Los agentes del imperialismo capitalista y los dueños del mundo nos subestiman a los pueblos, nos creen incapaces de hacer maravillas, nos quieren frustrados ante auténticas hazañas que nos favorezcan. Por esto hoy, como siempre, nos amenazan porque nos rebelamos contra su yugo e ignominia. En Rajatabla se reivindica al pueblo, a los pueblos, al ser humano, se nos reivindica. Aunque hay una perplejidad, una mirada poética al modelo de dominación desde lúdicas literarias insospechadas, una rigurosa y a veces sarcástica mirada a lo que quieren que nos convirtamos, hay una filosa esperanza guardada en sus líneas, como esos faunos silentes que ocultan su flauta para la ocasión del jolgorio colectivo. Obligados a ver, en el libro se nos muestra con claridad el burocratismo no para el recreo ni la resignación, más bien para reflexionarlo y enfrentarlo. Son páginas escritas con pequeñas esperanzas regadas para la búsqueda de nuestro entendimiento.

DEL VENGADOR


LUIS BRITTO GARCIA
Es tan amplio, versado y diverso el logro literario, investigativo y periodístico del autor que Rajatabla, aunque tremendo logro de la literatura y no siendo un libro más en su haber, jamás supera toda su obra. Además del Luis Britto García de Rajatabla hay varias dimensiones en Luis Britto. El abogado, el profesor universitario, el intelectual, el investigador, el científico social, el dramaturgo, el conferencista, el novelista y cuentista, el guionista de cine, el adelantado a su tiempo en los estudios de la semiótica y de la interpretación de los mensajes antes que fuesen urgentes para explicar el mundo de las redes, el lingüista, el velador por el destino de nuestras aguas y minerales estratégicos. También hay un Luis Britto historiador que nos ha ofrecido páginas memorables de análisis y reflexión de nuestro devenir en el tiempo como país, gentilicio, identidad. A su vez encontramos al pensador de la política y la geopolítica, al periodista, al fotógrafo, al dibujante y artista de la plástica, al mediador cultural, al militante de la irreverencia y del libre pensamiento, al humorista, al educador, al versado y feroz crítico de la hegemonía, al hombre de izquierda, partidario de la revolución cubana, de la revolución bolivariana y mundial.

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