Néstor Francia/Análisis de Entorno: El pueblo no está conforme
– Un video que da la vuelta al mundo
– “El nuevo modelo policial venezolano”
– En medio de la OLP y de la campaña de DDHH contra Venezuela
– El festín de los zamuros
– Editorial de El Nacional
– Como en Ferguson: asesinos armados por el Estado
– Terribles realidades
– Pantanos que apestan
– Sérpico, el policía honesto
– El cáncer que corroe
– El “Correo del Diablo”
– El Nacional: Culpa e’ Chávez
– Medidas insuficientes
– El pueblo no está conforme
– Intervención y destitución de jerarcas, escarmiento ejemplar
– No siempre aparecerá un video
El video que muestra a un grupo de funcionarios de Poliaragua fusilando a mansalva a un ciudadano le ha dado la vuelta al mundo. El hecho es digno de ser resaltado, por sus implicaciones, y no se puede despachar simplemente poniendo a los asesinos a la orden de la justicia o dándose golpes de pecho, o emitiendo declaraciones grandilocuentes sobre algo tan etéreo, al menos hasta ahora, como lo que se da por llamar el “nuevo modelo policial venezolano”, lo cual expresa más una intención loable que una realidad concreta.
Para más metedura de pata, el homicidio policial se produce en pleno desarrollo de la Operación de Liberación del Pueblo, y aunque la actuación de esos policías no estuvo enmarcada en la OLP, es claro que refuerza supuestos temores que no son solo de escuálidos malintencionados, sino también de revolucionarios sinceramente preocupados en torno al tema de los Derechos Humanos. Igualmente este asesinato vil se da cuando arrecia la campaña internacional contra Venezuela, una de cuyas vertientes principales se refiere precisamente al tema de los Derechos Humanos.
La derecha contrarrevolucionaria, que siempre anda como los zamuros, buscando un muerto para alimentarse con sus despojos, ha montado una vez su macabro festín con esta víctima de un grupo de criminales revestidos de autoridad.
En su editorial del pasado sábado, el diario fascista El Nacional, en un editorial titulado, sin eufemismos, “Policías que fusilan”, proclama, con mal disimulada alegría que “El asesinato en plena vía pública de un prisionero de la Policía Bolivariana de Aragua ha adquirido una gran resonancia internacional pues ha sido el tema central de todas las agencias de noticias”. Lamentablemente, el pasquín del terrorista mediático Miguel Henrique Otero, en eso lleva razón. Ahora los policías venezolanos aparecen como comparables a esos cuyo modelo se dejó ver en Ferguson, Estados Unidos: asesinos armados por el Estado.
Por supuesto, hay una diferencia con aquel sonado caso: esta vez los implicados serán sometidos a juicio y seguramente pagarán su felonía de acuerdo a las leyes, esas a las cuales ellos les pasaron por encima sin miramientos.
El crimen de San Vicente, estado Aragua, revela terribles realidades vinculadas a nuestros cuerpos de seguridad del Estado que no podemos desconocer. La verdad es que en cierto sentido, esos asesinos corrieron con “mala suerte”, pues fueron pescados in fraganti por una cámara escondida, casual, sorpresiva ¿Cuántos atropellos policiales no se cometen a diario sin que sean detectados? Una de las cosas más odiosas del video de marras es cómo uno de los policías hace movimientos destinados a ocultar evidencia y manipular la escena del crimen, lanzando agua y/o polvo sobre los cadáveres ¿Cuántas denuncias no ha habido en torno a ajusticiamientos que los policías disfrazan de enfrentamientos, y que luego se enfrían entre mentiras y complicidades?
No podemos taparnos los ojos ante la realidad de que nuestros cuerpos policiales, casi todos. si acaso no todos, se ven sumidos a menudo en pantanos que apestan: corrupción, tráfico de drogas, matraqueo, cobros de vacunas, complicidad con bandas, delitos diversos como secuestros, extorsiones, robos y pare usted de contar ¿Que hay policías honestos? Claro que los hay, pero probablemente vivirán en medio de las angustias de aquel policía de “Sérpico” (Sydney Lumet), interpretado magistralmente por Al Pacino, un funcionario honesto del Departamento de Policía de Nueva York que se niega a corromperse y termina enfrentado a sus compañeros y a sus propios jefes, y con su vida en peligro.
Estas cosas las decimos porque sabemos de primera mano del cáncer que corroe a buena parte de los cuerpos policiales. Hace unos pocos años, ya en tiempos de Revolución, un periodista amigo nuestro murió asesinado. El caso tuvo poca repercusión porque su muerte no estuvo ligada a su profesión, sino a una pelea en medio de disputas personales libradas en los ambientes de la droga y el alcohol. Lo cierto es que entonces pudimos conversar con un ex funcionario del extinguido grupo especial “Gato” (PTJ) y este nos confirmó un rumor que había corrido: que al periodista lo asesinó un policía, pero que eso nunca se sabría porque los policías tienen sus mecanismos de protección. El ex Gato se enteró porque la noticia le había llegado a través de una vía de comunicación que tendrían los policías dentro de sus marañas al margen de la ley y del resto de la sociedad, un llamado “Correo del Diablo”. Sí, parecen cosas de película gringa, pero lamentablemente suceden aquí.
Por supuesto, la derecha no pierde el tiempo y le da a los hechos de Aragua la infaltable connotación política. Según el mencionado editorial de El Nacional, ese crimen “demostró, de manera fehaciente, que los regaños recibidos por el gobierno de Maduro en sus comparecencias ante las instancias de las Naciones Unidas que se ocupan de los derechos humanos tienen base en la realidad”.
Las lacras de los cuerpos policiales son parte de la herencia maldita que nos dejó la Cuarta República, y que no hemos podido superar aun en alguna medida que las haga realmente reversibles. Pero El Nacional, convenientemente, le echa las culpas a la Revolución, y define ese despreciable asesinato como “una señal significativa que nos indica el grado de descomposición moral y el desprecio por la vida que el oficialismo ha instituido en el cuerpo social”. Y no deja, por supuesto, de enlodar la memoria del Comandante Chávez apelando a la mentira y la calumnia: “Cuando desde la primera campaña electoral de Hugo Chávez se incitaba a los pobres a robar porque ello no implicaba delito si se hacía por necesidad, o también cuando el comandante anunciaba con entusiasmada voz que ‘iba a freír en aceite las cabezas de los adecos’ como si eso no fuera un crimen de lesa humanidad, ya se estaba sembrando no sólo el odio social y racial sino la impunidad para robar o asesinar en nombre de una propuesta política y de un proyecto electoral”.
Nosotros creemos, ante la gravedad de lo ocurrido y el daño que le hace a la Revolución, que las medidas tomadas son insuficientes. Según dijo la Gobernación de Aragua en un comunicado, “Ratificamos, hoy más que nunca, la vocación humanista de nuestro gobierno, respetuoso de los derechos fundamentales, de la paz y de la convivencia solidaria, y seguiremos empeñando todo el esfuerzo necesario para acelerar la transformación radical de nuestro cuerpo de policía, profundizando la aplicación y adecuación del nuevo modelo policial venezolano” Aja ¿Y ese “nuevo modelo policial venezolano” por dónde anda, cuáles son sus logros reales? Porque el pueblo venezolano aun no está conforme con las policías que tiene. Quienes andamos a diario pateando las calles tenemos ejemplos de sobra de la mala imagen que mantienen nuestros cuerpos policiales, que no vamos a enumerar aquí por razones de espacio, pero que están a la orden, si alguna autoridad lo requiere.
Además de la destitución y la detención de los funcionarios homicidas, que son medidas mínimas y elementales, el comunicado expresa que “Se ha solicitado al Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, como órgano rector del sistema policial venezolano, una inspección general al cuerpo de policía del estado bolivariano de Aragua, con el propósito de fortalecer todas las prácticas y procedimientos de nuestra institución policial, y de esta forma corregir y erradicar desviaciones policiales” ¿una “inspección” nada más? Pues nosotros creemos que el Estado, asumiendo plenamente sus responsabilidades, debe decretar la intervención general de ese cuerpo policial y la destitución de todos sus jerarcas, como medidas realmente ejemplares que eviten futuras alcahueterías, complicidades y faltas de supervisión: un escarmiento, pues, porque no siempre se contará con el albur de que aparezca un video.
No hay comentarios:
Publicar un comentario