lunes, 29 de septiembre de 2014

Los mitos del factor Chúo

El cadáver de la MUD estrena vendas y aplicación de botox: una medida que tal vez no la haga resucitar, pero que es preciso observar de cerca para analizar sus propiedades regenerativas.
Para el antichavismo el laberinto es duro, viejo y conocido: cómo convencer al pueblo humilde de que su salvación es un gobierno de empresarios y sifrinos. En busca de ese retroceso histórico se ha lanzado aventuras estrambóticas que van de Irene Sáez al Conde del Guácharo, pasando por toda suerte de Rosales y Ramos Allups.
 
La necesidad de un líder nacional que los aglutine y convoque les ha afectado hasta llegar a apostar a cualquier maqueta de dirigente popular, a ver si con éste les llega la avalancha de pueblo necesaria para confrontar al chavismo. En esa búsqueda ha sido común que acudan a figuras de televisión, pues es universal la triste fantasía de que la fama mediática y el arrastre popular son una misma cosa.
 
Creer que el aparecer mucho por televisión es garantía de éxito político, nomás las preadolescentes se desmayan cuando ven a una de estas figuras en la calle, ha favorecido la elevación a categoría de mitos de burgueses estúpidos como Renny Ottolina (querido todavía porque se mató o lo mataron; los adecos no le dieron chance de cagarla lo suficiente) y ha creado fenómenos curiosos que no cuajaron nunca como conductores de masas, y aquí no escatimaremos la autocrítica, porque también nos ha pasado: productos como Julio Borges, la actriz tetona del estado Vargas (les juro por mis hijos que no recuerdo o me cuesta recordar el nombre de la tipa, en serio), Mario Silva y Winston Vallenilla son claros ejemplos de que una cosa es hacer televisión y otra muy distinta hacer política.
 
Así que el antichavismo ha llegado al momento de sentirse reconfortado con la promesa de un Chúo Torrealba, cuyas credenciales (las verificables y también las falsas) los ha comenzado a excitar nuevamente, luego de estos largos meses de anemia y autodestrucción.

El niño comunista

¿Qué es lo que emociona al fascismo (y a los seguidores del liderazgo fascista, muchos de los cuales no son fascistas) de la aceptación del Chúo Torrealba como vocero y director de orquesta del cascarón vacío llamado MUD? A juzgar por los comentarios generalizados el optimismo proviene del hecho de que este señor, al contrario de lo que pueden decir los líderes opositores, tiene muchos contactos y conexiones en los barrios pobres de Caracas. Su programa "Radar de los barrios" y la forma en que allí fluía a través de cerros y vericuetos es una credencial que ninguno de los jerarcas partidistas de oposición puede exhibir. Y sin embargo se trata de una credencial falsa. De utilería: de televisión.
 
Ya alguna vez demostramos la inmensa ignorancia del personaje respecto a lo que sucede en la vida real y cotidiana de los barrios pero el antichavista promedio cree o parece creer que Chúo es capaz de impregnar a la MUD de toda su presunta capacidad para arrear pobres y ponerlos a bailar a su ritmo o a su son. Se ha comenzado a difundir la especie de que Chúo ha captado gente en todos los barrios que ha visitado. Cada entrevistado un potencial activista o al menos un voto: suena hasta matemática la fórmula, pero eso está por verse.
 
En medio del regocijo inicial por su nombramiento como secretario ejecutivo del clan opositor ha salido a relucir, en tono celebratorio de reconocimiento, un dato más o menos engañoso: de él se dice que fue comunista. No deja de ser un piropo, sobre todo cuando proviene de una gente que requiere de un exorcista cada vez que pronuncia la palabra "comunismo", el que estos carapálida reconozcan al fin que ser comunista garantiza que alguien es genuinamente del pueblo o se entrega a él y a sus luchas. Pero en el caso de Chúo ocurre algo interesante, por no decir sospechoso o vergonzoso.
 
En Venezuela hay tanto parlanchín de derecha que sigue conquistando al sifrinaje con el cuento de que él fue guerrillero o de izquierda ("y por lo tanto puedo decirte, chico, que izquierdistas éramos nosotros, no este Gobierno") que no extraña para nada que el Chúo se haya unido a ese cambote, pero además con un ridículo agregado: Chúo quiere hacernos creer que eso de ser comunista se transmite en los genes.  A ver cómo es eso.
 
Cuando usted vaya a buscar la biografía de un personaje procure no centrarse en lo que dicen los demás de él, sino en lo que cuenta él sobre sí mismo. En el caso de Chúo dimos con una entrevistaque le hizo Milagros Socorro. Allí el hombre es invitado a desplegar toda su historia personal, que incluye la siguiente declaración. Lean con atención: 
 
"¿Cómo resumiría sus años de infancia y primera juventud?
 
Chúo nació el 18 de mayo de 1958, pero se anota como suyo el padecimiento de la dictadura perezjimenista (que terminó el 23 de enero, unos meses antes de él nacer)
 
Yo nací en 1958. Clandestinidad, persecución de la Seguridad Nacional. Prisión y exilio de papá. Lo sacaban del país y se regresaba hasta nadando. Mis padres, separados por esas circunstancias, se reencuentran al final de la dictadura. Luego vino la errada decisión del PCV de ir a la guerrilla, con la que los dirigentes obreros no estaban de acuerdo, pero que acataron con disciplina. Vuelta a la persecución. Nos mudamos muchas veces. Vivimos en sitios que ni recuerdo, pero sí sé que en Ciudad Bolívar casi morimos mi mamá y yo por el hambre y el calor. Nos dio una anemia que casi nos mata. Terminamos en Valencia, donde mi mamá tenía familia que nos dio apoyo y solidaridad. Vivíamos en uno de los barrios del sur de Valencia, un lugar muy duro, muy precario. En el año 68 regresamos a Caracas..."
 
Así que Chúo incluye entre sus recuerdos o vivencias de la niñez el momento en que estaba en el vientre de su madre, o repartido entre las entrañas de ésta y la bolsa prostática de su papá: Chúo nació el 18 de mayo de 1958, pero se anota como suyo el padecimiento de la dictadura perezjimenista (que terminó el 23 de enero, unos meses antes de él nacer).
 
Más adelante "revela" que militó en el Partido Comunista, pero se dio cuenta, madre, de que esa gente era muy mala, y se retiró de la actividad partidista en 1973. Chúo: en 1973 tenías 14 o 15 años. ¿Esas son las credenciales de comunista con las que embaucas a tus fans? ¿O será que quieres agarrarte para ti la militancia de tu papá, Laureano Torrealba, que sí vivió la dictadura perezjimenista y la adeca? No mientas de esa manera, Chúo. No me hagas arrechar, Chúo.
 
En el resto de la entrevista, si uno tiene paciencia para leerla completa y metiéndose en las grietas del discurso ("leer entre líneas" llaman a eso los comunicólogos), se encuentra más de una clave que indica que este tipo se ha pasado la vida negando a su clase y los principios de su padre comunista. Cuando la periodista le pregunta qué le quedó de esos años de adolorida niñez, responde esta cosa jalabolística y coñoemadre:
 
"Me queda saber que mi primo Ramón era obrero de la General Motor, con su salario de obrero especializado levantó a 9 hijos y el que quiso estudiar lo hizo y el que quiso estudiar en la UCV se graduó. Y muchos pasaron de barrios en el oeste a urbanizaciones del este de Caracas. Movilidad social y movilidad urbana del oeste al este".
 
Y más abajito:
 
"En la Oficina Central de Estadísticas e Informática empecé a interactuar con la data estadística de este país. Me di cuenta de que cosas que yo venía repitiendo eran inexactitudes o meras falsedades. Conozco, por ejemplo, que el porcentaje de población venezolana que tenía acceso a agua potable era superior al 90%. Descubro que la expectativa de vida del venezolano había crecido notablemente, que los niños nacían con mucho más peso y talla y que los viejos morían mucho más tarde que en los años de la dictadura; y comprendí, a la vista de los indicadores, que todo ese incremento no solo en la expectativa sino en la calidad de vida de los venezolanos había ocurrido porque en los tempranos años 60 la democracia venezolana había desarrollado cuatro políticas fundamentales: una política petrolera nacionalista; la política de sustitución de importaciones; la democratización de la educación preservando su calidad; y la política sanitaria, que convirtió a muchos hospitales venezolanos en centros de referencia internacional".
 
Toda una justificación de por qué Chúo traicionó a su padre y a su clase para convertirse en admirador de los adecos.

El "verbo encendido"

Otra cuestión que, según los primeros testimonios recogidos entre el antichavismo emociona a las masas, es el supuesto verbo encendido de Chúo, su discurso recio, varonil, alborotador de hormonas y cercano al pueblo. Me perdonan los que se sientan aludidos, pero me permito opinar que el verbo de Chúo sólo califica como desborde protomacho si lo colocamos al lado de un Luis Vicente León o una Lilian Tintori. Pero de resto, ESTO no califica como verbo encendido ni apasionado ni varonil ni electrizante ni ardoroso ni nada.
 
A ver las conclusiones.
 
  1. Chúo no llenará de gente del barrio a la MUD porque él no influye en la gente del barrio, como quiso hacernos creer en las entregas de su programa.
     
  2. Chúo no impregnará a la MUD de ninguna de sus virtudes falsas o verdaderas, entre otras cosas porque la MUD, ese conglomerado de partidos políticos, no se dejará impregnar nada por alguien que piensa esto: "En los partidos se pierde mucho tiempo en la maraña interna de las organizaciones" (ver la entrevista enlazada arriba). Chúo no cree en los partidos; los partidos no tienen por qué creer en Chúo.
     
  3. Chúo ha dicho que el próximo objetivo de la MUD es hacer que la oposición gane las elecciones parlamentarias de 2015. Esto significa ya su primer lastre, su pecado original: estrena su cargo desestimando el clamor de un importante tolete de la oposición, que opina que participar en elecciones es alta traición y que al Gobierno no se le ganará en las urnas sino en la calle echando tiros.
Seguiremos informando, Chúo.

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