“Canto que ha sido valiente siempre será canción nueva”
44 balazos ultimaron la vida del cantautor Víctor Jara de 40 años, pero contrario al objetivo buscado por sus victimarios ese mismo día nació la leyenda, el referente, el icono que con su música valiente ha logrado traspasar fronteras y generaciones y que hoy a 42 años sigue más vigente que nunca, Víctor Jara vive!.
Jara fue detenido el 12 de septiembre -al día siguiente del Golpe militar- en dependencias de la Universidad Técnica del Estado (UTE, actual USACH) en donde se desempañaba como director teatral y fue trasladado junto con otros detenidos hasta el Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara). En dicho lugar fue interrogado, torturado por personal del ejército.
El periodista Sergio Gutiérrez Patri el día 12 de septiembre se encontró con Jara en uno de los pasillos del Estadio Chile, al preguntarle cómo estaba Víctor le respondió: ¡Mira mis manos, mira mis manos… me las machacaron para que nunca más volviera a tocar la guitarra!”
El día 16 de septiembre el cuerpo de Jara fue encontrado por unos pobladores en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano junto a 5 personas más que habían sido dejadas en ese lugar por personal del ejército. Según la autopsia, el cuerpo de Jara registraba 44 orificios de entrada, 32 de ellos con salida de proyectil. El reporte evidencia que fueron 16 balas en el pecho, 2 en la cabeza, 2 balas en su brazo derecho, 6 en su abdomen y una ráfaga de 18 balazos en sus piernas.
Tormento, tortura y mutilación que tuvo como objetivo intentar callar el canto de un luchador y dejar en evidencia el pánico que causaba en sus captores ese sencillo hombre que tenían en frente. Sin embargo, nada de ello pudo acallar ese canto sincero, sencillo, valiente que denunció la injusticia de su tiempo, de su sociedad y que levantó el relato de un pueblo que se movilizó para transformarla.
De oficio profesor, actor y director de teatro, Víctor Jara vio en la música un instrumento de transformación de la sociedad, un canal donde difundir y multiplicar un discurso transformador. Junto a ello, también tuvo el don de re descubrir la música tanto de Chile como del continente logrando hacer un folclore revitalizado, experimental y comprometido con los cambios sociales.
La escurridiza justicia
A pesar de los innumerables homenajes, del reconocimiento internacional a su figura y de que la historia de su martirio fue traspasándose oralmente en plena dictadura, la justicia ha sido escasa. El esclarecimiento de su asesinato ha sido un trabajo arduo y minucioso en el que mucha gente y testigos fueron recreando la madeja de sus últimos días y horas. La versión oficial dada por la Dictadura -en respuesta a una nota de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la O.E.A- con fecha 27 de marzo de 1974 en el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores se señala: “Víctor Jara: Fallecido. Murió por acción de francotiradores que, reitero, disparaban indiscriminadamente contra las Fuerzas Armadas como en contra de la población civil“.
Hasta el 5 de diciembre de 2004 -la resolución del juez del Quinto Juzgado del Crimen Juan Carlos Urrutia tiene fecha 6 de diciembre- el Ejército nunca entregó al tribunal los nombres de los oficiales que estuvieron a cargo de los prisioneros del Estadio Chile y la identidad de quien fue su comandante. El ejército y su propio Comandante en Jefe en esa época, Juan Emilio Cheyre, se negaron sistemáticamente en dar los nombres de los oficiales involucrados señalando “que no tenían registro”. Sin embargo a raíz de la presión mediática y del testimonio de varios testigos se pudo constatar varios hechos que arrojaron luz sobre lo ocurrido con Víctor Jara.
A pesar de esto, en mayo del 2008 y con apenas un procesado, el ministro Juan Eduardo Fuentes Belmar cerró el sumario (fase indagatoria) del juicio que se instruye por el crimen del cantautor Víctor Jara, ocurrido en septiembre de 1973, eso sin identificar a un autor material. Solo logró identificarse, en base a testigos y varios careos, al en ese entonces Comandante del Estadio Chile, el coronel (r) Mario Manríquez Bravo, como mando a cargo del recinto.
Un largo camino judicial se ha sucedido desde entonces. Recién en julio de este año (2015) y en base al trabajo llevado a cabo por el ministro en visita extraordinaria Miguel Vázquez Plaza, a cargo de la investigación, -quien ya el 2012 había procesado a varios militares- se dictó una acusación en contra de 10 funcionarios del Ejército (r), por su responsabilidad en los delitos de secuestro y homicidio del cantautor Víctor Jara Martínez y el director de Gendarmería Littré Quiroga Carvajal.
Así, el Ministro Vázquez procesó como autores de los delitos de homicidio calificado a los ex miembros del Ejército: Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Hugo Sánchez Marmonti, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Jorge Smith Gumucio, Patricio Vásquez Donoso y Hernán Chacón Soto.
En tanto, como autores de los secuestros simples acusó a Hugo Sánchez Marmonti, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Jorge Smith Gumucio, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana, Hernán Chacón Soto y Patricio Vásquez Donoso.
Además, acusó como autor solo de los secuestros calificados de Jara y Carvajal a Raúl Jofré Gonzalez; y como encubridor de los delitos de homicidio calificado y de secuestro simple a Rolando Melo Silva.
Víctor Jara, un manifiesto
Víctor Jara -a la derecha de la fotografía- marchando. Santiago de Chile 1973.
Jara, según quienes lo conocieron, siempre tuvo una actitud siempre afable, de ese mismo modo siempre le dio contenido a su música y una empatía plasmada en sus obra con lo social, de ese modo era normal verlo en vivo explayarse por cada canción que había hecho. Y es que cada canción, cada producción tenía un enorme sentido para Víctor Jara, y al parecer ningún tema o canción dejó de tener un profundo sentido político y ético. Por lo mismo, su canto fue siempre comprometido, siempre al servicio de un ideal y una lucha.
Es en su “Manifiesto” (tema que fue publicado posterior a su asesinato) donde Víctor Jara explica y deja con total claridad su intención en el canto: “Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz / Canto porque la guitarra, tiene sentido y razón”. Es el canto del compromiso por un pueblo que en esos años se encontraba en lucha y demandando una sociedad nueva y justa. Canto que no se ha quedado solo en los oídos de aquellos quienes lucharon en ese tiempo, sino que ha resonado con el tiempo en oídos de quienes han sentido la necesidad de retomar y continuar dicha lucha. Víctor, en ese sentido, ha sido el vínculo entre ese pasado que sus asesinos intentaron destruir y quienes buscamos revivir esa lucha y ese porvenir.
Tal vez, y por lo mismo, la mayor derrota de sus torturadores y asesinos es que no pudieron matar ni acallar su canto ni su voz, que a pesar de toda la barbarie, Víctor está presente y su mensaje es más vigente que nunca. Esa ética, esa búsqueda por la justicia, ese amor al pueblo, esa fe en el porvenir y esa ternura se encuentran intactas y resuenan en nosotros y nosotras cada vez que lo escuchamos, cada vez que alguien usa sus acordes y trae al presente su canción valiente y siempre nueva, cada vez que nos llama -del mismo modo que llamaba hace más de cuatro decadas atrás- a construir una nueva sociedad.
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