lunes, 7 de septiembre de 2015

José Vicente Rangel: Tenemos que reconocer las fallas de la política exterior del país

JVR!*Editorial del programa en Televen “José Vicente hoy”: 06-09-2015.

¿Es posible desarrollar el planteamiento hecho por el presidente Nicolás Maduro sobre una “nueva frontera”? Ojalá, sería lo deseable. Lo que está en el interés, en principio, de las dos naciones, tanto de Colombia como de Venezuela. En forma general, sin entrar en precisiones, el jefe de estado venezolano ha señalado que la meta que persigue su política es un nuevo concepto de la frontera de ambos estados, que tiene que ver con modificaciones de carácter legal, económico e institucional que se ajusten a la realidad de lo que hoy en día es la frontera colombo-venezolana. Particularmente en lugares críticos.
Para lograr ese cometido hay que vencer poderosos obstáculos, ya que la conflictiva situación que allí se vive es consecuencia directa de políticas que corresponden a una realidad de la cual ha sacado mayores beneficios el estado colombiano. Con el correr del tiempo los gobiernos colombianos han consolidado a su favor un status privilegiado en detrimento del vecino venezolano. Son numerosos los motivos presentes en esa realidad sustentada en las características de la clase dirigente colombiana y en la atención que ésta presta al tema de la frontera con  Venezuela, no solo extensa sino con peculiaridades que se manifiestan y mutan a cada instante.
De igual modo, los venezolanos tenemos que reconocer, en general – y no lo digo como un ejercicio de autoflagelación-  las fallas de la política exterior del país, y, en lo particular, a lo que se refiere a fronteras. Hemos incurrido en costosas omisiones, en incalificables descuidos y rehuido, por razones que no están claras, en declinación de la soberanía nacional en diversos episodios. Colombia, en cambio, ha tenido siempre una política diligente, activa, atenta a las nuevas realidades.
A tales consideraciones hay que agregar que en Colombia, parte considerable de su clase dirigente, ha mantenido históricamente una actitud anti-venezolana que en algunos momentos adquirió la connotación de doctrina expansionista. En Venezuela no se replica semejante animadversión, se la ignora peligrosamente, que es lo que explica el entramado forjado en dos espacios de la frontera común, los estados Táchira y Zulia. Esa estructura consolidada a través del tiempo, al calor de acciones de Colombia y de omisiones de Venezuela, facilitó la conformación de un especie de estado atípico con la participación activa de factores delictivos generados por Colombia, narcotráfico, paramilitarismo, violencia y el aprovechamiento de situaciones económicas delicadas como las que en la actualidad afectan a Venezuela para obtener descarados beneficios  de todo tipo a  base del contrabando de extracción, el bachaqueo y otras fórmulas delictuales. Que no son más que la conversión de los delitos que se cometen en Venezuela en ventajas que permiten abastecer y lucrar a millones de colombianos impunemente.
El concepto de una nueva frontera, noble, generoso, bolivariano como iniciativa cordial de un estado hacia su vecino, estaría inscrito en el ámbito de la utopía sino se persiste en el tono que el presidente maduro le está dando y si no se persevera en él, específicamente en lo de fondo, que no es otra cosa que una política de sinceración de la conducta de las partes, aspecto éste que es determinante dilucidar a los fines de identificar y establecer responsabilidades sobre los sectores ultraderechistas y ferozmente anti-venezolanos del vecino país. Si no hay un cambio de actitud en estos sectores y una modificación de su conducta respecto a Venezuela, se estará arando en el mar.

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