domingo, 1 de septiembre de 2013

MULTITUD

UN FANÁTICO CONVENCIDO

“La juventud pacífica no tolerará más divisiones sociales. La paz, la libertad y la democracia son parte de lo que nos une como a una sola persona. La juventud construirá una nación desarrollada y poderosa. Debemos separarnos del miedo y ser valientes, pacíficos y valientes al mismo tiempo. Recorreremos miles de kilómetros con entusiasmo y barreremos todo aquello que nos oprime”. ¿Es un discurso del candidato perdedor? No, es Adolf Hitler en el documental de 1934, El Triunfo de la Voluntad, de Leni Riefenstahl.

¿Era Hitler un cínico? No, un fanático convencido. Su sentido común, fundado desde una perspectiva idealista y monista, lo lleva a negar la contradicción como atributo fundamental de la sustancia, reduciendo el predicado al sujeto. No se trata entonces de que los fascistas están mintiendo, es que su posición de clase es un obstáculo que les obliga a construir su lectura de la realidad desde una perspectiva idealista dogmática, reduciendo lo que no comprenden o no comparten, a su paradoja. Actúan como el cretense Epiménides, quien pone en cuestión la verdad encerrada en un enunciado, reduciéndolo al absurdo: “todos los cretenses son mentirosos”, dice. Entonces, si esto es verdad, también es mentira, porque al ser cretense está mintiendo.

Bertrand Russell, en Principia Matemática, calificaba a estos problemas como Aporías, es decir, asuntos sin solución posible, incapaces de reflexionar sobre sí mismos y de objetos patafísicos, o sea, más allá de la metafísica. Cuando la fórmula gramatical no concuerda con la fórmula lógica, entonces “lo real es lo no verdadero”, diría Adorno. Vimos a Carmona liquidando las instituciones y las garantías constitucionales, mientras se reprimía ferozmente al pueblo en las calles.

Mientras, el 11 de abril en Miraflores, un público ensoberbecido gritaba “¡Democracia!”. El fascismo siempre habla de paz y reconciliación, entendiendo que se trata de sumisión, resignación y subordinación. De manera que, como en una novela de Orwell, el ministerio del amor promueve el odio y el de la paz la guerra, porque su verdad es mentira y viceversa.

Juan Barreto Cipriani


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