DDHH: El escándalo de las fosas de inmigrantes de Texas
BBC – Cada año, centenares de inmigrantes indocumentados mueren tratando de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, en muchos casos víctimas de coyotes sin escrúpulos que los abandonan a su suerte. Decenas de ellos, exhaustos y deshidratados, perecen en el inhóspito y desértico territorio del Condado de Brooks, en Texas, donde en verano la temperatura supera con facilidad los 40ºC.
Con suerte, sus cuerpos -o lo poco que quede de ellos- serán encontrados por los rancheros de la zona o por los agentes de la Patrulla Fronteriza, semanas o meses después de que hayan fallecido.Una mayoría nunca serán identificados, sin que sus familiares lleguen a saber qué les sucedió a sus seres queridos que un día partieron en busca de una vida mejor.
El caso del condado de Brooks -uno de los más pobres de EE.UU.- ejemplifica una situación que, según grupos de defensa de los derechos de los inmigrantes, se repite a lo largo de toda la frontera.En 2013 un equipo de antropólogos forenses de la Universidad de Baylor y la Universidad de Indianápolis hallaron en un cementerio de la localidad de Falfurrias varias tumbas -descritas como fosas comunes-, en las que había decenas de cuerpos de indocumentados.Muchos habían sido enterrados en bolsas de basura o incluso sin ningún tipo de envoltorio. En algunas bolsas estaban mezclados los huesos de varias personas.
Hasta el momento han recuperado los restos de cerca de 200 personas, aunque los expertos que continúan excavando en el cementerio del Sagrado Corazón creen que podría haber decenas de cuerpos más.
“Una vergüenza”
En los últimos meses el periodista estadounidense John Carlos Frey ha estado investigando el hallazgo de las fosas y las supuestas irregularidades que se cometieron al enterrar a los inmigrantes.
Según Frey, la empresa funeraria que se hacía cargo de los cuerpos que no eran reclamados, incumplió la ley en muchos casos al no realizar los análisis forenses pertinentes y no recoger las muestras de ADN necesarias para que los inmigrantes pudieran ser identificados.“La gente que ha sido enterrada en esas fosas no son considerados seres humanos.
Son inmigrantes latinoamericanos que no hablan inglés y que no tienen papeles para residir legalmente en el país, así que a muchos en EE.UU. no les importa lo que les pueda suceder”, asegura Frey en conversación con BBC Mundo.
“Creo que si en esas fosas se hubieran encontrado enterrados 200 perros o 200 gatos, el caso hubiera recibido mucha más atención de la prensa. Es una vergüenza”.Según Frey, las fosas no estaban señalizadas y en ellas se encontraron bolsas que contenían los cuerpos de varias personas, sin que fuera posible saber qué restos pertenecían a cada individuo.
En algunos casos, según el periodista, simplemente se habían lanzado los huesos a fosas superficiales, algo que no permite la ley de Texas.A mediados de 2014, un año después de la exhumación de los primeros cuerpos, las autoridades llevaron a cabo una investigación preliminar de estos enterramientos, concluyendo que no se había cometido ninguna ilegalidad.
Se rescindió el contrato con la funeraria encargada de procesar los cuerpos y se dejó de enterrar a los inmigrantes en el cementerio.Ahora los restos humanos que se encuentran en el desierto son llevados a la oficina forense del vecino condado de Webb, donde se les realiza una autopsia y se les toman muestras de ADN.
Desde ahí se los manda a la Universidad de Texas, donde son almacenados a la espera de ser identificados.John Carlos Frey no está de acuerdo con las conclusiones de la investigación llevada a cabo por las autoridades.“Estuve allí, vi cómo estaban enterrados los cuerpos y no me creo que no se haya cometido ningún delito”, asegura el periodista.
“Es horrible”
Lori Baker, profesora asociada de antropología de la Universidad Baylor, en Texas, dirige al equipo de antropólogos que ha trabajado los dos últimos años exhumando los cuerpos de los inmigrantes hallados en Falfurrias, la mayoría de los cuales provenían de México, Guatemala, Honduras y El Salvador.
“El Condado de Brooks es pobre y carece de una oficina forense, así que les ofrecimos nuestra colaboración”, explica Baker, quien en 2003 fundó la organización Reuniendo Familias, que trabaja para identificar a los migrantes que mueren tratando de llegar a EEUU para devolver sus restos a sus familiares.“En muchos casos no había ningún registro de que esos individuos hubieran sido enterrados en el cementerio del Sagrado Corazón. Nos enteramos de que incluso estaban enterrando los cuerpos de inmigrantes que habían sido hallados en un condado vecino”, asegura la experta en conversación con BBC Mundo.
“De momento hemos recuperado unos 170 cuerpos, pero no hay manera de saber cuántos más hay porque las fosas comunes no están señalizadas y no hay registros de los enterramientos”.“Algunos de los esqueletos están bastante completos. De otros sólo tenemos unos cuantos huesos. Muchas veces sólo encontramos una calavera. Con eso hemos de crear un perfil biológico para determinar su edad, su genero, etc…Luego incluimos la información en la base de datos nacional de personas desaparecidas”.
Según Baker, el problema que se encuentran es que las autoridades federales no permiten que añadan a esa base de datos las muestras de ADN de los familiares de los desaparecidos, impidiendo que estos puedan ser cotejados con los de los cuerpos hallados.
Para ello, dependen de los servicios de compañías privadas y de las bases de datos de los consulados y embajadas de los países de los que provienen los indocumentados, que en muchos casos no están actualizadas y automatizadas.Baker asegura que se trata de un proceso muy lento y de momento tan sólo han podido identificar a tres de los inmigrantes hallados en Falfurrias.
“Es un tema de derechos humanos porque cada persona que muere en el desierto tiene derecho a que se le dé un nombre y a que su cuerpo pueda ser devuelto a su familia. Queremos restaurar la dignidad humana de estos individuos y que sus seres queridos sepan qué ha sido de ellos”.Según Baker, la situación del cementerio de Falfurrias se repite en cementerios de toda la frontera, en los “centenares de personas han ido enterradas sinningún tipo de respeto”.
“Es horrible. Con la cantidad de recursos que tenemos en EE.UU. esto no debería estar pasando. Tendríamos que hacer un examen forense a cada uno de los cuerpos que se encuentran y eso no está sucediendo”.
Hasta ahora no han podido determinar la causa de muerte de todos los inmigrantes desenterrados, lo que según la experta abre la posibilidad de que algunos de los inmigrantes no hayan muerto de causas naturales.
Falta de recursos
Benny Martínez, portavoz de la oficina del alguacil del Condado de Brooks, asegura que lo sucedido en el cementerio del Sagrado Corazón, “es el resultado de la falta de recursos”.
“Creo que dadas las circunstancias y la gran cantidad de cuerpos que se encuentran cada año, los enterramientos se hicieron con la mayor dignidad posible”.Martínez niega que las tumbas halladas puedan ser consideradas fosas comunes y asegura que está de acuerdo con la investigación preliminar realizada por los Rangers de Texas, que concluyó que no se cometió ninguna ilegalidad en la manera en la que se les dio sepultura a los indocumentados.
“Durante años no se realizaron algunos de los análisis forenses necesarios aunque la situación ya ha sido corregida”, dice Martinez.Eduardo Canales, director del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, organización encargada de dar asistencia a las familias de los inmigrantes desaparecidos, explica que esperan que la legislatura de Texas apruebe en los próximos meses la creación de una comisión que estudie cómo se deben enterrar los cuerpos de los indocumentados.“No importa que sean indocumentados.
Es un derecho humano el tener un entierro digno”, asegura en conversación con BBC Mundo.Canales cree que la culpa de la situación que se vive en la frontera es del gobierno federal, “que debería aprobar una reforma migratoria”.“Hacen que los inmigrantes arriesguen sus vidas cruzando por el desierto cuando saben que en este país se necesita mano de obra”.“El paso de inmigrantes se ha convertido en una industria de la que se benefician los narcos y los coyotes, y las autoridades no hacen nada”, señala.
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