¿México rompe el hielo
con Cuba?
Katia Monteagudo
La gélida política exterior mexicana hacia Cuba
durante las dos últimas décadas podría llegar a su fin, tras el anuncio de la
visita de Estado del mandatario Enrique Peña Nieto a La Habana, a poco más de
un año de haber tomado las riendas del gobierno.
Según la cancillería de México, el mandatario
se reunirá en La Habana con el líder cubano Raúl Castro, durante la cumbre de
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a realizarse
entre el 28 y el 30 de enero próximos.
Para muchos, esta cita podría ser el puntillazo de
la reconciliación diplomática con la Isla, con la que paradójicamente nunca
rompió sus relaciones mercantiles ni varió su postura de rechazo al bloqueo
estadounidense contra el país caribeño.
De acuerdo con la subsecretaria de Relaciones
Exteriores para América Latina, Vanessa Rubio, este encuentro representará un
relanzamiento muy importante de los vínculos entre ambos gobiernos, después de
que en el pasado octubre se firmaran ocho tratados para actualizar el marco
jurídico de la relación bilateral.
Desde el retorno a la silla presidencial del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), no han sido pocos los
acercamientos entre ambos Estados. Primero, el encuentro de sus
presidentes en enero del 2013, durante una cita internacional en Chile, apenas
un mes después de haber tomado posesión Peña Nieto de su cargo.
Luego, en septiembre de ese mismo año, José Antonio
Meade, canciller mexicano, visita La Habana, y en noviembre su homólogo cubano,
Bruno Rodríguez, al Distrito Federal.
En esta cita, el ministro cubano agradeció el
histórico respaldo de México a la condena del bloqueo de Estados Unidos, y
sugirió que la actualización del modelo económico de Cuba sería una gran
oportunidad para los empresarios mexicanos.
Durante esa visita, el secretario de
Hacienda, Luis Videgaray, anunció que México condonaba a Cuba el 70 por ciento
de su deuda. Nada más y nada menos que 340 millones de dólares, de unos 500 en
total.
“Queremos tener una relación cercana, no solo
de amistad entre nuestros pueblos, sino económica (…) y esta situación era un
obstáculo para que fluyeran bien las cosas”, reiteró Videgaray.
Tal espaldarazo para muchos lo interpretaron como
el inicio de una nueva era en las relaciones entre ambos países, y el posible
cierre de los desacuerdos y distanciamientos que existieron desde finales
de los años noventa, incluso con el PRI en el gobierno, hasta finales del 2012
.
Tras la firma del Tratado de Libre Comercio de
México con Estados Unidos y Canadá las relaciones ya no volverían a ser las
mismas. Los tiempos de la hermandad incondicional murieron con esto pacto.
En la Cumbre Iberoamericana de La Habana de 1998,
el entonces presidente mexicano Ernesto Zedillo asumió un discurso crítico
contra la Isla, acción que no dejó pasar el líder Fidel Castro al afirmar
que los niños mexicanos conocían más Mickey Mouse que a sus héroes nacionales.
La siguiente desavenencia ocurrió cuando el
presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, visitó a La Habana en
febrero de 2002 y se entrevistó con grupos disidentes cubanos. Poco después, en
marzo, Fidel Castro acudió a una cumbre de la ONU en Monterrey, y raudo
abandonó la cita.
Luego se supo que la partida imprevista se debió a
que Fox, para contentar a Estados Unidos, lo presionó para que su estancia
fuera mínima allí, y para demostrarlo, el líder cubano hizo pública una
grabación en la que el presidente mexicano le decía abiertamente: “Comes y te
vas”.
En el 2004 otra divergencia pondría en ascuas las
relaciones bilaterales, tras la deportación por corrupción de un empresario
mexicano, por lo que Fox, aún en su cargo, decidió expulsar al embajador cubano
en México.
Durante la presidencia de Felipe Calderón, de 2006
a 2012, los ánimos se calmaron, pero sin ningún cambio sustancial. Después
de las tormentosas relaciones con Fox, el nuevo presidente adoptó una
política más fría, aunque no faltó su voto en las Naciones Unidas contra el
bloqueo estadounidense durante su sexenio en el gobierno.
Igual cumplió la prometida visita a la Isla, aunque
solo a finales de su mandato, y en la misma no tuvo contacto con grupos
disidentes cubanos.
Con Peña Nieto y el retorno del PRI a Los Pinos, la
política hacia Cuba comenzó a tornarse más cálida. No obstante, expertos
aseguran que su giro resulta cauteloso.
Para Rafael Rojas, del Centro de Investigación y
Docencia Económicas de México, Peña Nieto está canalizando este asunto con
sobriedad, pero sin hacer movimientos pronunciados, ni expresar un
entendimiento pleno con Cuba.
Según Ricardo Pascoe, embajador de México en La
Habana a principios de los 2000, cuando un presidente mexicano va a Cuba hay
indudablemente una presión de Washington para que se reúna con la disidencia y
en su discurso haya planteamientos sobre derechos humanos.
Y aunque ha sido clara la voluntad de cambiar el
estado actual de las relaciones bilaterales, sobre el mandatario mexicano
pesa el mismo dilema de sus antecesores: cómo mantener una relación cordial con
Cuba y a la vez no decepcionar a Estados Unidos, su principal socio económico,
y enemigo jurado del gobierno cubano por más de 50 años.
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