EN RECUERDO DE FABRICIO OJEDA, "COMANDANTE ROBERTO SANCHEZ",
la Patria y servir a su
grandeza y soberanía. Y porque la inmensa mayoría de los clases y soldados pertenecen
a las clases humildes, a las familias sin pan, ni tierra, ni libertad. Y si
algunas de sus jerarquías han sido colocadas como ciego e incondicional
instrumento personalista del grupo de Rómulo Betancourt, ello no puede
ocultarnos que más temprano que tarde civiles y militares nos encontraremos
juntos en un mismo propósito fraternal y patriótico. Evidencia de esta
afirmación es la reciente "Sublevación de Carúpano" [4 de mayo de
1962] y "la heroica acción de Puerto Cabello"
CARTA DE RENUNCIA Y ANUNCIO DE INCORPORACIÓN A LA LUCHA ARMADA...
«Señores
Presidente, Vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados.
Palacio Legislativo. Caracas. Distinguidos colegas:
En
el primer aniversario de la suspensión de las garantías Constitucionales, un
grupo de estudiantes de la Universidad Central y yo, hicimos una promesa de
extraordinaria significación. Estábamos en el Cementerio General del Sur,
frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone –uno de los tantos jóvenes caídos en
la lucha por la libertad–, allí levantamos las manos y las voces y juramos: que
el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus
pasos y cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida
para el pueblo.
Y
desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con
este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires,
hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar. Ahora a mí, solo me
queda, como decía un insigne pensador latinoamericano [José Martí],
"cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces
suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por
el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la
vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda".
Es
por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de
dejar el Parlamento –este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo
caraqueño, hoy oprimido y humillado–, para subir a las montañas e incorporarme
a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha
revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del
pueblo, para la redención de los humildes.
Estoy
consciente de lo que esta decisión implica, de los riesgos, peligros y
sacrificios que ella conlleva; pero no otro puede ser el camino de un
revolucionario verdadero. […]
Consecuencia
de esta firme convicción, resultado de ese análisis, es la decisión que he
tomado de combatir con las armas en la mano, como lo hace el pueblo cuando
quiere conquistar la libertad, y buscar en la acción revolucionaria la solución
de nuestros grandes problemas, y lograr para el pueblo una vida nueva, distinta
a la precaria existencia que ha llevado durante siglo y medio de República
injusta. […]
Esta
es nuestra decisión, este nuestro camino. Vamos a las armas con fe, con
alegría, como quien va al reencuentro de la Patria preferida. Sabemos que con nosotros está
el pueblo, el mismo que en todas las épocas memorables ha dicho presente ante
todo lo noble, ante todo lo bueno, ante todo lo justo.
Nuestra
decisión de incorporarnos a los estudiantes, obreros y campesinos que hacen la
guerra de guerrillas en Falcón, Portuguesa, Mérida, Zulia, Yaracuy, obligados
por la brutal represión del gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la
cárcel a quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme convicción de
que la política de las camarillas que ejercen hoy el Poder no muestran ningún
ánimo para dar soluciones a la crisis política venezolana a través del dialogo
y la senda electoral.[…]
Hacemos armas contra la violencia, la represión,
las torturas, el peculado. Tomamos las armas contra las depravaciones y la
traición. No lo hacemos por romántica concepción de la lucha ni sometidos a
otra decisión que a la nuestra, sólo comprometida con Venezuela. No hacemos la
guerra contra las Fuerzas Armadas, en su conjunto, en cuyo seno, nos consta por
experiencia personal y por la acción conjunta que libramos en Enero del 58, se
han formado Oficiales cuya única ambición es también la nuestra: ser útiles a
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