Núñez Tenorio, siempre presente y consecuente
Foto: Archivo.
El 13 de octubre de 1998 se despidió de esta era terrenal el filósofo José Rafael Núñez Tenorio, venezolano libertario que desde los frescos años de la adolescencia tuvo clara la meta política por la que debía luchar.
A quince años de su siembra, el andar de la Revolución Bolivariana demuestra cuánta razón tuvo. Aunque físicamente no nos acompaña, las luchas diarias desde diferentes barricadas cuentan con sus lecciones y su romántico espaldarazo ideológico. En cada victoria están sus lecciones. En cada tropiezo, su acertado reclamo.
Las líneas que siguen, del prólogo que su viuda Chela Vargas concibió en 1998 para las Obras Escogidas por su hijo José Rafael, anteceden a un resumen biográfico adosado al extenso y valioso texto. Más que nunca, el pensamiento del camarada llanero y bolivariano cobra amplia vigencia.
REBELDE SIEMPRE
“Hoy, ahora, días de caminos abiertos y posibilidades, de incertidumbres y exigencias creativas, el país se hace más grande y sus hombres escasos y pequeños. La ausencia de José Rafael (J.R.) se hace sentir”. Este texto de Arnaldo Esté en días posteriores a su muerte nos coloca hoy, en el recuerdo de quien asumió la rebelión como modo de vida y la lucha por alcanzar la utopía “como virtud, como pasión, como constancia”.
Su rebelión, nuestra rebelión, estaba inscrita en valores que trascendían la búsqueda de la satisfacción de necesidades materiales. Se nutría de un contenido moral, valorativo, donde la felicidad y la realización plena del hombre -como hombre nuevo y total- gestaba una solidaridad especial, una sensibilidad especial, romántica, poética, creativa, crítica. Envuelto en ella, JR desplegó su acción en múltiples vertientes: filósofo crítico; político revolucionario y universitario integral.
En el quehacer universitario “asumía las responsabilidades diarias con vitalidad, con eficiencia, con responsabilidad, con pasión y energía extraordinarias. Buen uso del tiempo el suyo. Fructífera capacidad, la suya”. (LC Rodríguez 99)
Su actividad política revolucionaria contó con “el marxismo como el recurso y el método más flexible para explicar el conflicto humano y se aferró a él, con ese inusitado entusiasmo que transformaba hendijas en portales, como argumento para posiciones comprometidas, como disciplina para comunicar, como soporte intelectual. Un pertinaz comunicador, armó libros, folletos, periódicos, revistas y andariegas charlas y conferencias, siempre introducciones y llamadas a la acción”.
FILOSOFÍA TRANSFORMADORA
La Filosofía la asumió como praxis, como arma critica que le permitía producir, transformar la teoría, el entorno, y a sí mismo, tomando cada vez más conciencia de su responsabilidad histórica, de la urgencia del compromiso. Así lo interpreta uno de sus alumnos: “Para hacer frente a las teorías justificadoras de la deshonra humana, se dio a la tarea de construir y divulgar los elementos lógicos que hicieran posible una conciencia crítica. Para él, filosofía limitada a la teoría es mera especulación. A las teorías de la dominación opuso la acción política de masas como crítica al estado de la dominación misma”.
Cuando califica el sentido humanista de la filosofía del proyecto MVR, Núñez expresa una amplia visión del mundo: “Debe quedar claro que este sentido humanista está abierto a las más variadas concepciones del hombre y de la vida que se debaten en el mundo contemporáneo (…). No nos aislamos de las mutaciones que estremecen hoy el mundo. Cada vez es más evidente el toque de puerta de la nueva revolución cultural. En esta perspectiva es cada vez más importante el papel del factor cognoscitivo, de la conciencia, de la teoría en el desarrollo integral de la existencia, de la práctica social del hombre”.
La necesidad de forjar nuevos valores para una nueva cultura, orienta su preocupación hacia la transformación cualitativa de la escuela como vehículo para el regreso al entorno. Que impartir el conocimiento implique articularla a las vivencias cotidianas en una acción transformadora, donde conocer signifique aprender a distinguir, a criticar conscientemente, a desarrollar la sensibilidad, a reforzar la moral de lo colectivo. E insistía una y otra vez, en la necesidad de la batalla ideológica en los diferentes frentes de trabajo: “Combatir el empirismo y el dogmatismo (…). Lograr una teoría política que se forje en la práctica, estudiando y conociendo nuestra especificidad en la síntesis de influencias universales. La falta de conocimiento conduce a la aplicación mecánica de políticas puntuales e improvisadas”.
Recordemos a JR, este 13 de octubre se cumplen cinco años de su ausencia física. Quedan sus ideas y su ejemplo, bien pueden ser útiles en esta hora de esperanzas.
Llanero, rebelde, marxista y clandestino contestatario
José Rafael Núñez Tenorio nace en el llano venezolano (Barbacoas, Estado Aragua), el 07 de diciembre de 1933, hijo de Mercedes Tenorio y José Rafael Núñez Rodríguez, como el sexto de nueve hermanos.
A mediados de los años cuarenta toda la familia se traslada a Caracas. Trabaja en la farmacia del papá y estudia en el Liceo Fermín Toro, donde preside el Centro de Estudiantes y es expulsado por actividades subversivas contra la dictadura de Pérez Jiménez.
Continúa la secundaria en el Liceo Aplicación de Caracas e instala la Librería Gran Colombia, que se convierte en un centro de estudios marxistas y de reuniones clandestinas, varias veces allanado por la Seguridad Nacional.
ORGANIZADOR POR EXCELENCIA
Allí, junto a sus compañeros del liceo, organiza el Centro de Estudios Socialistas (C.E.S.) de formación teórico-política, publicando periódicamente la revista “C.E.S. para Latinoamérica”. Culmina los estudios de secundaria en 1952, como bachiller en Filosofía y Letras.
Más adelante es secretario nacional de la Juventud Comunista (J.C.) y fiel al lema de “Estudiar y Luchar”, en 1956 adquiere la licenciatura en Filosofía de la Universidad Central de Venezuela con 23 años de edad. En el acto de graduación, protagoniza una acción de rechazo al régimen dictatorial, dejando la mano extendida del rector e iniciando los gritos de protesta: “abajo la dictadura”.
Inmediatamente, se va clandestinamente a Europa, designado por la J.C. para desempeñarse como secretario de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, en Budapest, y como responsable de la revista Juventud del Mundo, en Berlín. También realiza sus primeros estudios de postgrado en la Universidad Humboldt de Berlín.
A finales de 1957 regresa en forma clandestina al país y en el 58, con la caída de Pérez Jiménez, ingresa como profesor universitario en distintas escuelas de la Universidad Central de Venezuela (Filosofía, Periodismo, Psicología, Educación, Historia, Economía y Biología), así como en el Instituto Pedagógico Nacional, siendo miembro fundador de la Asociación de Profesores de la U.C.V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario