Con el perdón de los perros, que siempre han sido mi mejor amigo.
Perros de la guerra, canes de la opresión que se morbosean la presa que es la patria. Son perros desesperados que se babean por volver a masticar en sus caninos las riquezas de mi patria. Hay un canino salvaje y forajido: Capriles Radonsky y su jauría de perros de quinta. Todos del country, de pedigrí comprobado, perros de raza, alimentados con la perrarina celestial de los dólares robados, con el saqueo de nuestras arcas, con la maldición de quienes no tienen amor por nada que no sea sus propias riquezas. Perros de mierda!!
Los callejeros somos otra especie, sin raza ni poses de concurso, perros de la vida, como yo lo soy. Perros silvestres amanecidos en la miseria de la diáspora capitalista, que aullamos ante el hambre, ante el maltrato del amo que nos detesta por no tener linaje alguno. Hay un canino cuya jeta enseña colmillos hambrientos, hay un canino que ladra por estos días y que pretende apoderarse de nuestra patria y nuestro destino: Ladronsky porque ladra y porque roba, ese es el canino.
Los Pitbull andan sueltos y gruñen sus hambres estos días en los que creen que podrán clavarnos sus fauces en la yugular para matar esta historia tan hermosa que se llama revolución. Dobermans entrenados por el imperio,
Ni la sociedad protectora de animales atenderá a estas fieras asesinas cuando queden agónicas después de la victoria de los perros de calle, de pueblo, de humildes, sin amos y sin collares y sin cadenas. Canino mayor Capriles tiene mal de rabia y un solo camino salva esa penuria: la muerte. Debe morir el golpismo que palpita en sus venas y con espuma blanca brota de su boca. Debe morir para siempre el fascismo de este perro asqueroso que aun anda por el vecindario enturbiando con sus aullidos la tranquila noche del sueño bolivariano.
Hay un canino que se muere de flaco, hay un canino que se ahoga en sus propios excrementos, que balbucea ya sus últimos estertores ante su fatal destino el 7 de octubre que ya llega para acallarlo.
Si sospechamos hace unos meses de tantas cosas que serían capaces de hacer para utilizar estas elecciones y de forma sucia dar un golpe a Chávez y su pueblo, ya casi no queda más que pedir disculpas ante tanta paranoia, este perro escuálido ya no da miedo a nadie, quizá de lástima a sus propios amigos. Se degolló a si mismo en un suicidio electoral sin precedentes. Su ladrido final será sórdido grito desesperado ante la golpeante decisión de todo un pueblo que sabe hacerse respetar y sumado a sus supuestos electores que están decepcionados de su ineficacia.
Que solo faltan dos semanas, camaradas. No le alcanzó la fuerza y no llegó a la meta ni de segundo lugar, ha salido de la historia por la puerta trasera. ¡Que mal ejemplo esta oposición incapaz de Venezuela!
¡Venceremos y venceremos!
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