viernes, 20 de enero de 2012


O la histeria de un tal José Guerra

La muerte en Disney World

Autor:  

Aquella tarde las salas de redacción se conmovieron, los canales de televisión  “nos vimos obligados a cambiar nuestra programación regular”, las emisoras de radio lanzaron mil fanfarrias al aire antes de los “¡extra, extra!” que anunciaban una agresión atroz contra la cultura occidental, incluso, no lo vas a creer,  hasta el director de una escuela ucevista, un tal José Guerra, vio la oportunidad de oro para que Globovisión lo volviera a sacar por unos minutos de su opacidad existencial.
 Pero, ¿qué ocurrió para que el mundo mediático y el cotarro escuálido se escandalizaran? Pues, casi nada, conceptualizó un teórico del Iesa, ¿le parece poco que en la Asamblea Nacional, secuestrada por Chávez,  se hayan metido con Disney World? ¿Ah, no lo cree? Zambúllase en You Tube,  Twitter o  Wikipedia  para que vea, oiga y sufra la afrenta de un tal y mediocre Earle Herrera contra nuestros valores. Lea El Nacional, El Universal o cualquiera de nuestros medios serios: allí todo quedó impreso para  la infinitud de los tiempos, de modo que esta sabandija no se le pueda escabullir a la Historia. Si, a esa Historia que se escribe con mayúscula y sangre en cada letra.
 En verdad, digo yo ahora  frente al pintoresco pelotón de fusilamiento comandado por Rico Mac Pato, la cosa fue así: cuando documentaba en la Asamblea Nacional los antecedentes de las agresiones contra del personal diplomático venezolano en Estados Unidos, cuyo desenlace imperial fue la expulsión de nuestra cónsul en Miami, alguien de la bancada opositora gritó: “van a perder sus votos en Disney”. Como no suelo quedarme callado, le respondí: “No tenemos electores en Disney World”. Hasta allí. La metáfora mágico- electoral no fue ni argumento ni parte del discurso, sino una respuesta a una interrupción. Sin embargo, al pronunciarla supe, como periodista, que ese sería el titular y el escándalo de la semana. Dicho y hecho. El pobre y vacío economista  José Guerra todavía no sale del shock que le provocó el “ataque al mundo Disney”. Anda histérico por ahí.
 Aunque tomé con humor la tirria escuálida frente a lo que considera una agresión contra su escala de valores, de verdad no deja de sorprenderme tal reacción. Allí confunden “Las muerte en Disney  World” con “La muerte en Venecia” de Thomas Mann. El director de Economía de la UCV ha visitado el parque temático pero no ha leído la novela, se la recomiendo. De paso, su escuela está al lado de la de Comunicación Social. Nada le cuesta meterse en alguna clase de esta última para aprender a leer periódico sin quedarse en los titulares, como suele hacerlo. La rabieta de este  personajillo es peligrosa. Del mismo sólo se conoce lo que el doctor Domingo Alberto Rangel –un antichavista inteligente-, le declaró a la periodista Myriam Mosquera, para el semanario La Razón, cuando ésta le preguntó al viejo revolucionario sobre una opinión económica balbuceada por el pobre Guerra:
 -Tanto Guerra como Faraco no tienen autoridad para decir eso, sólo buscan publicidad. José Guerra fue alumno mío, fui su profesor, lo conozco mucho.
 Si lo dice Domingo Alberto Rangel, cómo será. Magister dixit. Quienes han sido alumnos del pobre y descriteriado “economista” Guerra todavía esperan una respuesta de su vapuleado “profesor”, pero éste se ha enrollado como lubricado caracol en un vergonzoso silencio que ni Globovisión logra romper, a pesar de los intentos. Para colmo, el juicio lapidario de Domingo Alberto sobre Guerrita, lo reproduce un escuálido militante y antichavista furibundo, Omar Lares, en su columna de El Universal del 24-11-11. Esto debería hacerle ver  que ni la defensa rocambolesca de Disney World logra ocultar la mediocridad que Rangel ha develado. Pobre este Mickey Mouse que con su capa de “profesor”  pasea su histeria y su “fama” entre Las Tres Gracias y Puerta Tamanaco.

earlejh@hotmail.com

No hay comentarios:

  EL MUNDO CAMBIARÁ, EL CORONAVIRUS LO LOGRARÁ. Desde que el mundo es mundo, los imperios con sus monarquías y con apoyo de las religiones, ...