jueves, 26 de enero de 2012


La advertencia desoída de Chaplin


Jorge Wejebe Cobo

El film El Gran Dictador, de Charles Chaplin, con guión concebido en 1937 por el propio director, fue posiblemente el último alerta de la intelectualidad progresista de la época reflejada en una obra de arte sobre los peligros de la barbarie nazi que desató la II Guerra Mundial (1939-1945), pero que desgraciadamente no la tomó en cuenta la mayoría de los mandatarios que debían oponerse al fascismo.

La película tuvo su antecedente artístico más cercano en el mural Guernica, de Pablo Picasso, en 1936 inspirado en el bombardeo a ese pueblo español por la fuerza aérea italiana, aliada del dictador Francisco Franco y de los nazis durante la Guerra Civil española. El film solo se pudo mostrar en ese país 36 después, tras la muerte de Franco.

El Gran Dictador fue la primera película con audio en la que intervino Chaplin, y en la cual interpretó el personaje de Adenoid Hynkel, el tirano de Tomania, basado en Adolfo Hitler, al que imita y ridiculiza. También mostró al comediante Jack Oakie como Benzino Napaloni, el opresor de Bacteria, una parodia de Benito Mussolini. Además aparecieron reflejados los máximos jerarcas nazis Hernan Goering, jefe de la fuerza aérea, y el ministro de propaganda Gobbels.

Chaplin protagonizó a un soldado alemán de la Primera Guerra Mundial, con gran parecido al dictador alemán, que después de permanecer largo tiempo en un hospital por recibir una contusión, se instaló en el barrio judío como barbero bajo el régimen nazi. El contexto además, abarca la invasión de Osterlitz, en clara referencia a Polonia y a la persecución de los judíos y los campos de concentración.

Después de una serie de incidentes y enredos en los cuales Chaplin desarrolla sus conocidos gans, con su bastón, el contoneo de pingüino de sus comedias y de una caracterización de Hynkel, como histérico y asesino, todo esto reflejado en imágenes antológicas, el humilde barbero judío es detenido y enviado a un campo de concentración que sirve de escenario para sus conocidas piruetas caricaturescas. De allí se fugó junto a un militar opuesto a Hitler. Paradójicamente, al final resultó confundido por las fuerzas nazis con el dictador y tuvo que suplantarlo.

Años después de concluida la II Guerra Mundial, Chaplin declaró de que haber conocido las verdaderas proporciones del asesinato en masa perpetradas en los campos de concentración nazis, no hubiera utilizado el humor para representar esos centros de muerte en el film.

La trama alcanzó el momento culminante cuando el ex soldado, al verse obligado a pronunciar un discurso ante los miles de seguidores de Hynkel, Hitler, uniformados y al estilo de las grandes concentraciones nazis que se realizaban en la Ciudad de Nuremberg, dice todo lo contrario de lo que de él se esperaba en una memorable alocución, en la cual expresó entre otros argumentos :

»Lo lamento, pero yo no quiero ser un emperador, ése no es mi negocio, no quiero gobernar o conquistar a alguien. Me gustaría ayudar a todos si fuera posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos. Todos deberíamos querer ayudarnos, así son los seres humanos. Queremos vivir con la felicidad del otro, no con su angustia. No queremos odiarnos y despreciarnos. En este mundo hay sitio para todos, y la tierra es rica y puede proveer a todos. El camino de la vida podría ser libre y hermoso...»

(…)“A los que puedan oírme les digo: ¡No desesperéis!

La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y caerán los dictadores, y el poder que le quitaron al pueblo, se le reintegrará al pueblo.
Y así, mientras el hombre exista, la libertad no perecerá. ¡Soldados, no os rindáis a esos hombres, que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen lo que tenéis que hacer, qué pensar y qué sentir!¡Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como a carne de cañón! “...

La película fue prohibida por los nazis. En Alemania para 1940 el régimen de Hitler y su popularidad estaban más consolidados que nunca por las victorias en Europa y el pueblo lo aclamaba como un ídolo

Sin embargo, la inesperada reacción entusiasta y de apoyo al discurso del falso dictador por el público, con uniforme nazi,- símil en lo que había convertido Hitler al pueblo alemán- advertía que todavía había una oportunidad para evitar la tragedia, a pesar de que la izquierda, encabezada por el Partido Comunista Alemán no fue capaz de integrar una oposición común con los socialdemócratas, socialistas y otras corrientes políticas democráticas y evitar la victoria del Partido Nacionalsocialista nazi en las elecciones de 1933. Error que pagarían caro.

En los campos de concentración coincidirían en las barracas antesalas de las cámaras de gas, comunistas, religiosos socialdemócratas y todos los partidarios de cualquier corriente política que no fueran fascistas, junto a los judíos, eslavas, gitanos y demás razas consideradas inferiores y hasta los homosexuales correrían similar suerte.

Además, el entorno político de la época no podía ser más desfavorable para que la obra de Chaplin tuviera la receptividad que merecía a pesar de de haber logrado una de las mejores películas de su época.

Francia e Inglaterra en 1938 acordaron entregar a Checoslovaquia a Alemania mediante el Pacto de Munich, con la promesa del Fhürer de que cesaría sus pretensiones territoriales a Europa. Y por supuesto, ambos gobiernos no querían saber nada de críticas a Hitler, a queen no querían molestar.

La URSS al considerarse amenazada por una confrontación con los nazis, empujado por Inglaterra y Francia firmó un pacto soviético germano de No Agresión y colaboración, el cuatro de agosto de 1939. Entonces, Alemania se vio con las manos libres y atacó Polonia, el primero de Septiembre. El Ejército Rojo también avanzó sobre territorio político, que quedó dividido en dos por ambas potencias. Después la Wermatch invadiría Bélgica y Francia que capituló en 1940.

Joseph Stalin debió celebrar en ese agosto de 1939, con vodka y caviar en su dacha de campo de Moscú, el tiempo que pensaba le daría el Tratado para fortalecer sus defensas y disuadir al ejército alemán de virar sus tanques hacia las fronteras soviéticas, pero su cálculo fue demasiado optimista. El 22 de junio de 1941 Alemania invadió su país de forma sorpresiva y casi tomó Moscú.

El arte y la literatura soviéticas, atenazadas por el realismo socialista dedicado mayormente a tareas de propaganda panfletaria subordinadas de la política de la URSS, fue muy cauta en obras relevantes que desenmascararan al fascismo durante ese aletargado año de 1940, cuando Moscú esperaba mantener lejos de su frontera la guerra, por lo que darle demasiada popularidad a Chaplin importunaría a sus aliados temporales.

Además, el movimiento comunista mundial que debía hacer suya el famoso film como arma de combate para detener la marea nazi, se debatía en contradicciones internas e incomprensiones ante la inesperada alianza soviética con el régimen nazi, su peor enemigo, lo que tuvo que influir en que la película no tuviera la promoción que se merecía por las fuerzas progresistas.

En EE.UU, El Gran Dictador fue visto con malos ojos por los círculos dirigentes en los que predominaba una política aislacionista de la guerra europea. Además, percibían con una lógica del siglo XIX que de todas formas el Océano Atlántico, por medio, salvaría a los EE.UU de la conflagración y esperaban ver destruida la URSS y Alemania a la vez.

Ninguna productora estadounidense invirtió en el film, que comenzó en 1938 sufragado íntegramente por Chaplin. Durante el rodaje, Alemania invadió Austria, más tarde Polonia, y en 1939 comenzó la II Guerra Mundial.

El famoso dueño de periódicos Rundolf Herst, atacó la película, lo consideró anti-nortemericana por tomar partido frente a Alemania y romper la neutralidad de la nación, e hizo todo lo posible por evitar su exhibición.

La embajada alemana en Estados Unidos presentó su protesta oficial ante el Gobierno por la exhibición del film y amenazaron con prohibir la proyección de filmes estadounidenses en su país, si El gran dictador llegaba hasta las salas de cine.

En aquellos días Charles Chaplin dijo que si se le cerraban todos los cines, él construiría uno para exhibir su película. Lo que por suerte no fue necesario y El Gran Dictador fue estrenada en los teatros Astor y Capitol de Nueva York el 15 de octubre de 1940, coincidiendo con la entrada en París de las tropas nazis. Desgraciadamente se confirmaron los augurios de la cinta cinematográfica con un rigor casi documental.

La Obra no es considerada por la mayoría de los críticos como la mejor de Chaplin. Luces sobre la Ciudad y Tiempos Modernos se incluyen entre los mejores filmes de la historia, pero ninguno tuvo la urgencia y el compromiso de denunciar a tiempo el peligro nazi como en El Gran Dictador en una época en que la cobardía, el anticomunismo, la complicidad, los intereses geoestratégicos y los cálculos errados de la generalidad de los políticos ayudaron más a Hitler que la propia fuerza de sus tanques para llevar adelante sus macabros planes. Una lección del pasado más actual que nunca.

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