José Vicente Rangel / El Espejo:
6D Reconocer o no reconocer
1) Imposible no insistir en el tratamiento del tema electoral faltando solo 12 días para el evento comicial del 6 de diciembre. La impresión que uno tiene es que el resultado es lo determinante —Perogrullo— del proceso. Es así por las interpretaciones que se le da en el contexto de la polarización y por los factores internacionales involucrados como nunca antes ocurrió. La evaluación de esta elección parlamentaria fue manipulada por intereses distintos a los que tienen que ver con la característica del hecho en sí. A lo que ocurra en las urnas cuando el pueblo vote, se le atribuye una connotación que excede el marco institucional.
Algo equivalente a una definición de poder. La medición de fuerza se ha extremado a un grado tal que para muchos compatriotas tiene el signo de un cambio de gobierno. O, más bien, de una especie de golpe frío en las urnas que abriría las puertas a opciones extraconstitucionales. En efecto, vamos a elegir el 6-D a los integrantes del Poder Legislativo, órgano fundamental del Estado y la democracia.
Lo que determine la voluntad popular es importante para el futuro del país y tiene que ver con las visiones que existen sobre la realidad nacional. Pero la oposición plantea que se trata de un paso decisivo porque del resultado depende el inicio de lo que ese sector llama la “transición”. Término que enmascara la intención antidemocrática de violentar el orden constitucional.
Por eso el dilema que surge de la interpretación del resultado que arrojen las urnas. Para unos —no lo ocultan—, si ese resultado les es ampliamente favorable, significaría la salida de Maduro de la presidencia de la Republica, lo cual carece de asidero jurídico. Para otros, representa la continuación del proceso bolivariano y el avance en el terreno de los cambios sociales, económicos y políticos que se vienen dando. Razón por la que el resultado es polémico, así como complicado el pronóstico sobre lo que ocurrirá después de que sufrague la ciudadanía. La evidente manipulación de las encuestas, la campaña brutal que se hace en el país y en el exterior sobre una victoria segura de la oposición, alimenta las expectativas.
Es casi un hecho que el sector opositor no reconocerá un resultado que le sea adverso, e, incluso, uno que no le dé la mayoría calificada que le permita llevar adelante sus planes inscritos en el desconocimiento del ordenamiento constitucional. La negativa rotunda de la oposición a suscribir un acuerdo de respeto al resultado del 6-D; la campaña mundial de que solo con fraude puede perder este sector, coloca los comicios en un disparadero. Justo lo que la MUD pretende para ver si llamados irresponsables como el que hizo Capriles cuando fue derrotado por Maduro, desencadenan de nuevo el guarimbeo que alimente un escándalo internacional que facilite los propósitos de intervención elaborados en los centros imperiales de poder.
Tengo la impresión que el chavismo ganará el 6-D. Múltiples informaciones me lo confirman. Es cierto que la situación económica ayuda a la oposición. Pero una elección como la de diciembre, en 87 circuitos, privilegia la organización, capacidad de movilización, mística, liderazgo local y el factor Chávez, todos ellos elementos determinantes. Ante esta realidad la actitud a adoptar debe ser la serenidad. Evitar provocaciones. Votar masivamente. Con la tranquilidad de conciencia de que el juego limpio está del lado del chavismo y terminará imponiéndose. Acompañado por la determinación de respetar el veredicto popular cualquiera que sea.
*Cuarenta segundos
El tratamiento del Gobierno norteamericano a Venezuela se desliza hacia el plano militar. Para Obama no es problema una apertura hacia Cuba e Irán, y al mismo tiempo negarse a dialogar con una democracia como la venezolana. ¿Cómo explicar la contradicción? ¿Cómo justificar ante el mundo, salvo que se recurra al cinismo, esta incoherencia política? Por tanto, lo mejor es no explicar nada. Hacerse el loco. Que es lo que hace el Presidente de EE UU.
Hostigar a Venezuela con una crítica despiadada y armar conspiraciones. Pero como el presidente Obama se cree muy hábil manejando la política exterior de su país —ignorando de paso los fracasos que ha tenido, por ejemplo, en el Medio Oriente—, se desentiende de Maduro y le pasa el caso al Pentágono. Los que ahora declaran contra Venezuela ya no son los voceros oficiales de la Casa Blanca, sino los que representan el superpoder militar norteamericano.
No es el inefable secretario de Estado, sino el otro Kerry, el general, Jefe del Comando Sur, comandante de la poderosa flota que surca los mares de la región. Según parece, se trata de un hombre religioso, lo cual le da a sus palabras mayor significado, porque está demostrado que cuando se juntan la religiosidad y las armas se encienden las alarmas. Hace poco el general Kerry reconoció en una entrevista que él rezaba al levantarse 40 segundos por Venezuela para pedir que el país no padeciese tanto con la dictadura que lo gobierna. Y como creyente que reza a diario, expresó que si en Venezuela se desataba una hambruna, como era predecible, se justificaba una intervención humanitaria. Históricamente, está comprobado que cuando un gringo con poder se muestra proclive a ayudar a alguien, no vacila en hacerlo. Solo que la ayuda no es tal, sino todo lo contrario. Ejemplos: Irak, Libia, Afaganistán, Siria. Total, 40 segundos de rezo de un general norteamericano es tiempo más que suficiente para desatar una tragedia.
Claves secretas
La famosa frase, “de aquellos polvos vienen estos lodos” nunca estuvo más justificada que ahora con lo que sucede con el terrorismo. Que es algo con lo que no se debe jugar. Porque su poder letal escapa a cualquier control. EE UU equivocó su política en el Medio Oriente y otras regiones, y ahora el mundo cosecha el atroz efecto que generó la desestabilización deliberada de algunas naciones.
La aventura de los presidentes norteamericanos en Irak, Afaganistán, Siria, Libia desató el caos. Acabó con la estabilidad en esos países, generando violencia y millones de refugiados que se vuelcan sobre Europa… Pero el aventurerismo de los gobernantes, norteamericanos y europeos, llegó al extremo de auspiciar la formación de organizaciones terroristas para llevar a cabo la acción desestabilizadora que procreó —entre otros organismos— el Estado Islámico, que luego adquirió su propia dinámica.
Ese es el fantasma que ahora recorre a Occidente y que acaba de consumar en París la acción inhumana y criminal que estremece al mundo…
Sorprende que en este escenario los servicios de inteligencia más sofisticados y eficientes del mundo, EE UU, Inglaterra, Francia, Israel, que trabajan coordinadamente, no detectaran los preparativos de la acción consumada en París, y la organización demostrada por los terroristas. Supongo que habrá una investigación, porque ante lo sucedido la gente temerosa por su seguridad reclamará explicaciones. Los costos de esos servicios son impresionantes…
El problema del reconocimiento del resultado electoral del 6-D no es que lo haga la oposición, sino que lo haga EE UU. ¿Lo hará si la oposición pierde?…
¿Dónde estará Miguel Henrique Otero cuando se produzca el golpe que acaba de anunciar?…
Del expresidente del Uruguay José Mujica a Luis Almagro, Secretario General de la OEA, por la injerencia de éste en el proceso electoral venezolano: “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”. ¡Lapidario!
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