jueves, 2 de octubre de 2014

Irak:
El avance del EI (ISIS) pone en cuestión el orden imperialista en Medio Oriente

Tras más de un lustro de ocupación y frente a la imposibilidad de derrotar a las milicias del pueblo irakí (1), Obama pretendió efectuar una retirada “en orden” de las tropas yankys. Ante la oposición –pasiva- del pueblo norteamericano a la guerra (que significó para EE-UU la pérdida de 4400 soldados, y un gasto de 1 billón de dólares), y la creciente hostilidad de los pueblos musulmanes contra EE-UU, Obama tuvo que entablar negociaciones con la burguesía chiíta de Irak para poner fin a la ocupación.
A fines de diciembre de 2011 Obama completaba la retiraba de las tropas norteamericanas de Irak, y Nuri Al Maliki –con el aval de EE-UU y el apoyo de Irán- quedaba como presidente, representando la mayoría chiíta del país.
Mientras que cuando gobernaba Sadam Hussein, la minoría suní (25% de la población) oprimía a la mayoría chií y a los kurdos, a partir del gobierno de Al Maliki, y con el argumento de la lucha contra el terrorismo, los sunitas pasaron a ser una minoría oprimida. El Gobierno de Al Maliki, respaldado por EE-UU e Irán, desarrolló una política sectaria reprimiendo a la población sunita, favoreció el ascenso de la burguesía chiíta y segregó a la de origen sunita.
En este marco de creciente descontento de la población suní, con movilizaciones que empezaron a estallar en levantamientos armados contra el gobierno irakí, reaparecieron las milicias sunitas que lucharon contra EE-UU (2), enfocándose ahora contra el gobierno opresor de Al Maliki, y se fueron fortaleciendo las milicias del Estado Islámico (ISIS) (3) surgidas de una ruptura con Al Qaeda.
Las milicias del Estado Islámico también crecieron en la lucha contra el régimen de Al Assad en Siria, hasta transformarse en la principal organización armada, a medida que el Ejercito Libre de Siria (ELS) fue perdiendo peso y sufriendo derrotas ante la contraofensiva del régimen de Al Assad.
Como dice (Claves Internacionales.com): Aquí es el momento de plantearse si el EIIL domina la situación. Sin dudas para Nuri Al-Maliki presentar a los rebeldes como un conjunto de terroristas bajo la bandera del EIIL es por demás conveniente. Pero, en la realidad, el EIIL es solo un grupo – terrorista y djihadista – dentro de una coalición heteróclita de sunitas con intereses diversos.
La fuerza combatiente sunita aliada al EIIL puede, pues, ser dividida en cuatro categorías. En primer lugar, los oficiales baasistas de Saddam Hussein que, desmovilizados por la administración norteamericana, jamás rindieron sus armas. Al frente de ellos se ubica Ezzat Al-Duri, un lugarteniente de Saddam Hussein que nunca fue capturado por los norteamericanos. Es el jefe del Ejército de la Vía del Nackchabandi, grupo armado de militares profesionales que también combate en Siria.
La segunda categoría comprende las Brigadas de la Revolución 1920, cercanas a los Hermanos Musulmanes cuyo jefe de la rama irakí es Hareth Al-Davi y vive en Jordania.
Luego están las milicias Sahwa, conformadas por grupúsculos armados sunitas.
Por último están los jefes de tribus sunitas que conformaron consejos militares revolucionarios tras la represión de Al-Maliki a las protestas que reclamaban espacio y reconocimiento para la comunidad.
Imaginar que el EIIL pueda iniciar una ofensiva y mantener territorios sin el concurso de estos grupos con mucho mayor implante en la población, resulta imposible. Además, ni conocen bien el terreno, aún menos en la proximidad de Bagdad, dado su composición internacionalista, ni el manejo de armas de mayor sofisticación que solo pueden brindar los ex oficiales baasistas.”
En los últimos meses el EI ha desarrollado una ofensiva militar ocupando el noroeste de Irak y el noreste de Siria, creando en ese territorio un Califato, es decir un nuevo Estado islámico, con un régimen político de carácter teocrático (es decir, regido por leyes fundadas en la religión, en este caso en su interpretación de la Sharia musulmana) y gobernado por un Califa, máximo rango de líder político-religioso en el Islam.
Desde principios de agosto EE-UU volvió a intervenir militarmente, ya que las FFAA regulares del régimen irakí no lograba frenar el avance de la milicia yihadista que se aproximaba rápidamente a la capital Bagdad, con bastantes posibilidades de imponerle una derrota decisiva al gobierno de Al Maliki.
La intervención de EE-UU se limita por ahora al bombardeo de las posiciones del EI, para facilitar la contraofensiva de las tropas combinadas del gobierno irakí, los peshmergas (milicianos) kurdos y de las milicias chiíes de Al Sadr. Aunque Obama asegura que EE-UU no será arrastrado a una nueva guerra en Irak, es decir que no enviaría tropas para una intervención terrestre, ya son más de 1000 los efectivos norteamericanos en territorio irakí (que se suman a los miles de marines que ya estaban apostados para custodiar la embajada estadounidense).
La nueva intervención militar viene acompañada de una intensa propaganda sobre el carácter sanguinario y el fanatismo religioso de las milicias del Estado Islámico. Se sabe que tanto EE-UU como las potencias europeas siempre tratan de justificar sus guerras para que aparezcan como una lucha por la libertad, la democracia, la justicia, del “bien” contra el “mal”, cuando en realidad sólo intervienen militarmente para saquear más recursos naturales, explotar más a los trabajadores, o impedir el desarrollo de la revolución, es decir, para preservar los beneficios materiales de sus burguesías imperialistas.
La decapitación filmada y difundida en todo el mundo por el EI de dos periodistas norteamericanos revirtió las tendencias de la “opinión pública” norteamericana que hace un año se oponía a la intervención directa contra el régimen sirio de Al Assad, empujando la línea que propugna acciones militares decisivas contra el nuevo enemigo.
Tanto la oposición republicana, como sectores de su propio partido critican a Obama por las vacilaciones de su política internacional y por ser “demasiado cauteloso” a la hora de decidir intervenir militarmente, mientras agitan que “mucha gente cree que el mundo se cae a pedazos”. Esta misma frase es repetida por  Frank-Walter Steinmeier, Ministro De Relaciones Exteriores de Alemania, al justificar el envío de armamento destinado a las milicias kurdas del norte irakí. Caracterizando que el EI “se ha convertido en una amenaza existencial para la región del Kurdistán iraquí y para Irak como tal, más aún, para todo el de por sí frágil orden de Oriente Medio” el ministro alemán explica claramente la política que se discute en el seno de todas las potencias imperialistas para derrotar al EI: “A mi juicio ello debería incluir fundamentalmente cuatro elementos: Necesitamos un nuevo gobierno iraquí en Bagdad que tenga capacidad de maniobra, que integre a todos los grupos de población y que acabe con el caldo de cultivo del ISIS mediante un cierre de filas político con las tribus sunitas. Necesitamos un intenso despliegue diplomático que permita alcanzar un acuerdo entre y con los países de la región para afrontar juntos la amenaza que representa el fundamentalismo del llamado “Estado Islámico”. Necesitamos un distanciamiento inequívoco por parte de todas las autoridades del mundo islámico para desenmascarar como lo que es, puro cinismo, la pretendida legitimidad religiosa de la barbarie proclamada por los propagandistas e ideólogos del ISIS.”
Esta política ya está en marcha. Todos coinciden en que los levantamientos de las milicias sunitas y el fortalecimiento del Estado Islámico son la consecuencia del marco opresivo del gobierno de Al Maliki contra los sunitas. Por eso y ante la debilidad militar del gobierno irakí, EE-UU impulsó un recambio político, obligando a la dimisión de Al Maliki, quien fue reemplazado por Haider Al Abadi, con la promesa de formar un nuevo gobierno en el plazo de un mes que integre a sectores de la burguesía sunita, hoy desplazados del poder.

Obama y el primer ministro del Reino Unido David Cameron, esperan el respaldo de la OTAN a las acciones militares que ya realizan en Irak, pero sobre todo para las que se preparan para Siria, en donde resulta fundamental tener el respaldo de la “comunidad internacional”. La urgencia que se apodera de las potencias imperialistas por contener y derrotar al EI, está relacionada con el descontrol que se manifiesta en toda la zona del Medio Oriente y Libia, en donde ante la falta de una política centralizada por parte de EE-UU, o más bien ante el fracaso de su política, los gobiernos de los distintos países de la región se lanzan por las suyas a acciones militares “independientes”. Esto es lo que ocurrió con los ataques israelíes a Gaza que objetivamente dieron por tierra con la “política de paz” impulsada por el Secretario de Estado norteamericano John Kerry en busca de un acuerdo duradero entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Lo mismo ocurrió con el financiamiento y el envío de armas por parte de Arabia Saudita y Qatar -que pasaban por la frontera de Turquía- destinadas a las milicias que combatían al régimen de Al Assad en Siria, y terminaron fortaleciendo al EI. Y otro tanto pasa con los bombardeos de las aviaciones de Egipto y los Emiratos Arabes contra las milicias islámicas de Libia, ante lo cual el gobierno de Obama salió públicamente a tomar distancia, no tanto porque estén en desacuerdo, sino porque no fueron discutidas con EE-UU. En este marco, el rápido crecimiento de las milicias del EI atrae a miles de musulmanes de distintas partes de mundo, que van desde el sudeste asiático, Europa e inclusive EE-UU a incorporarse a una lucha armada que tiene como objetivo desplegarse en toda la región, acentuando la dinámica de desestabilización regional, y poniendo en cuestión el “orden” imperialista impuesto entre la primera y la segunda guerras mundiales.
Es que, si por un lado todos declaran estar en contra del EI, el problema es que para derrotarlo, tanto en Irak como en Siria, EE-UU necesita de la “unidad de acción” con el régimen de Al Assad e Irán. Pero, y sin entrar en un análisis más pormenorizado de los intereses que se entrecruzan en la región, está claro que ni Israel, ni Arabia Saudita, pueden tolerar un fortalecimiento regional de Irán, mientras que la consolidación de las aspiraciones de los kurdos que se desprende del preponderante papel militar que le asignan las potencias imperialistas en la lucha contra el EI, va de lleno contra los intereses de Turquía, en donde los kurdos reclaman desde hace 90 años la zona sud-oriental (casi la tercera parte de Turquía) para constituir un estado independiente junto con el territorio “autónomo” del norte de Irak (también era parte del Kurdistán el noreste de Siria y noroeste de Irán).

El EI (ISIS)
Contrariamente a lo que declara el ministro alemán, es la campaña de propaganda que desarrollan EE-UU y las potencias europeas para ganar a la opinión pública en apoyo de su intervención, la que rebalsa de cinismo. El terror “negro” del EI es tan sanguinario como las intervenciones militares del imperialismo contra Fallujah y otras ciudades irakíes, o del régimen de Al Assad con bombas de todo tipo, incluyendo las de racimo y las de cloro y fósforo que destrozan indiscriminadamente a la población civil. Su ideología es tan reaccionaria como la de la derecha cristiana del Tea Party, y la de la oligarquía yanky que considera a EE-UU como el “país indispensable”, “el pueblo elegido” que está destinado a “liderar” el mundo, y que manifiesta su extraordinaria brutalidad cuando sus intereses están en riesgo, tanto de manera encubierta, como hasta legalizando las torturas en el propio territorio estadounidense. No hay que olvidar que G W Bush decía que hablaba con Dios, y que “Él” lo había impulsado a la guerra contra Afganistán e Irak y a desatar el Armagedón contra Irán. Las acciones del EI para “aterrorizar” al enemigo, no son más sanguinarias que la de los gurkhas durante la guerra de Malvinas, que además, eran reclutados para su entrenamiento por el ejército británico desde los 10 años. La alternativa de asimilarse al islam suní o morir no es más bárbara que la “santa” Inquisición católica que asesinó a millones de “herejes”, y en la Europa imperialista “civilizada” surgió (y se recrea) la peor barbarie fascista de la historia.
La religión ha sido utilizada tanto por las clases dominantes opresoras para sus fines reaccionarios, como por las clases oprimidas para sus luchas contra la opresión. La religión aparece suplantando la ideología política, reemplazando a partidos políticos inexistentes o apuntalándolos en su etapa de descrédito y decadencia ante las masas populares. Es decir, en esta época, es un síntoma de la descomposición política de una sociedad y de la decadencia del poder de sus clases burguesas dirigentes.
Y así como hay una radicalización política en los países en los que se agudiza la crisis, surgiendo tendencias a la izquierda de los partidos “reformistas” tradicionales y a la derecha tendencias fascistas o fascistoides, también la radicalización religiosa, el ascenso de los “fundamentalistas” del islam, es una expresión de la profundización de la crisis y de las tendencias a la polarización social. Estas milicias del EI no son un fenómeno aislado, son parientes directos de los talibanes de Afganistán, de Al Qaeda, y otras similares que crecen en otras partes del mundo musulmán, en Africa y el sudeste asiático.
Este islamismo extremo es el emergente de las crisis y la opresión nacional reforzada a través de  la invasión imperialista en Afganistán e Irák. La furia del EI va tanto contra los “apóstatas y traidores”, es decir contra las clases y elementos que colaboraron con el invasor imperialista y luego contra los gobiernos que dejan en su retirada, como contra los “infieles” imperialistas, los enemigos occidentales del Corán.
Sin que sea un programa político específico, la acción del EI va objetivamente contra los intereses imperialistas al sustraer de su control un territorio de importancia vital, y al pretender además extender su influencia hacia otros países del Medio Oriente, amenazando con derrumbar la estantería que con tanta dificultad el imperialismo estaba tratando de acomodar. Y es por eso que se ha transformado en el enemigo inmediato a vencer para todas las potencias mundiales y regionales.
Por lo tanto podemos caracterizar al EI como un “nacionalismo” pan-islámico sectario de las capas desplazadas de la burguesía y la pequeñoburguesía, que se apoyan en las masas pobres. El fundamentalismo islámico resurge en este nuevo período de crisis, ante la capitulación de los movimientos nacionalistas burgueses árabes (laicos) del siglo pasado al imperialismo (el nasserismo, la OLP, Kadafi, Sadam Hussein, Assad, etc.), y la nefasta política de los PC stalinistas y su posterior bancarrota.
El nacionalismo de los países desarrollados es siempre reaccionario. El fascismo y el sionismo son movimientos al servicio del imperialismo. El EI en cambio representa un peligro para los imperialistas y para las burguesías que son sus agentes en la región.
El nacionalismo de las clases y las masas oprimidas tiene un aspecto progresivo en tanto lucha contra el imperialismo, pero es profundamente reaccionario en tanto ese nacionalismo pretende imponer el dominio de la burguesía nativa contra los obreros y campesinos, utilizando además la religión como cobertura para un control social dictatorial sobre esas clases populares.
En el Estado teocrático, los religiosos reemplazan a los partidos como superestructura política de las clases y por lo tanto la religión que reemplaza la ideología es la cobertura de los intereses de clase. El EI pretende establecer un califato designado por los representantes religiosos e imponer su versión del islam fundamentalista wahabista-salafista, obligando a los demás musulmanes a convertirse o morir (inclusive, ni siquiera esa alternativa de convertirse valía para los yazidíes), y a las mujeres a someterse a un régimen de opresión aberrante.
Aun así, con estas características religiosas reaccionarias, el EI se ha transformado en un polo de atracción para los jóvenes musulmanes, a los que reclutan por centenas en Europa para ir a combatir en Irak y Siria. Estos jóvenes son los que se levantaron en los barrios pobres de Inglaterra y en los suburbios de París. Los jóvenes europeos desclasados, es decir, socialmente excluidos, los pobres y los campesinos suníes de Irak, ven en el Estado Islámico una posibilidad de salir de su miseria. Pero el Califato o la “comunidad musulmana” no les dará lo que promete.
Para ubicar qué es lo progresista y qué lo reaccionario, hay que establecer las líneas divisorias por los intereses de clase, no por cuestiones religiosas, étnicas, o nacionales. El interés de la clase trabajadora y los sectores populares oprimidos solo se puede satisfacer en el marco de un estado obrero que luche por el socialismo. Pero la clase obrera no puede llegar a conquistar el poder si no se unen los trabajadores de todas las nacionalidades y religiones en un solo y poderoso “ejército” proletario dirigido por un partido marxista revolucionario. Para lograr ese objetivo la clase obrera y su partido deben luchar contra toda opresión, en primer lugar contra la opresión imperialista y contra los gobiernos irakí y sirio, y hoy en particular esto significa luchar junto a las milicias de la población sunita. En ese marco, los marxistas revolucionarios no sólo no deben hacer ninguna concesión política a las direcciones burguesas y pequeñoburguesas sunitas (que sólo buscan recuperar sus espacios de poder), sino que deben luchar por organizar de manera políticamente independiente a la clase trabajadora, manteniendo una unidad de acción militar contra los enemigos comunes.  
En este marco y en tanto el EI oriente su lucha armada contra el régimen de Al Assad y contra el régimen proimperialista de Irak, es un aliado militar de las masas oprimidas. Así lo entienden las demás milicias sunitas irakíes cuando enfocan sus fusiles en una misma dirección:
“Probablemente, los sunitas irakíes recelen del djihadismo del EIIL. El baasismo poco y nada tiene que ver no solo con el fundamentalismo, sino directamente con la religión. Es laico. Hoy, solo los une su calidad de sunitas, suficiente para enfrentar al autoritarismo sectario del shiíta Al-Maliki en Irak y a la dictadura siria del alauita –rama del shiísmo- Bashar Al-Assad.” (Claves Internacionales.com)
Por eso debemos repudiar los bombardeos de la aviación norteamericana contra las posiciones del EI, tanto como la intervención de las demás potencias imperialistas que tienen como objetivo reaccionario sostener un gobierno burgués irakí sirviente de los intereses del imperialismo, y que pretenden derrotar la lucha revolucionaria de las masas para reordenar y reequilibrar el orden burgués imperialista en la región.
En tanto el EI ataca a otras milicias del pueblo sirio que luchan contra Al Assad, o pretende someter a la dictadura de su Califato a los trabajadores, al pueblo kurdo o a otras minorías étnicas o religiosas, debe ser repudiado y combatido por las organizaciones obreras y populares (4).
Desde el partido de la Causa Obrera de Argentina y la Corriente Socialista Revolucionaria – El Topo Obrero de Venezuela, hacemos un llamado a todas las organizaciones de la clase obrera, del movimiento campesino, indígenas y del pueblo en general a movilizarnos en todo el mundo para detener u derrotar como ayer lo hicimos ante el ataque militar genocida sionista contra el pueblo palestino, esta ofensiva imperialista que encabeza Obama contra los pueblos del Medio Oriente.
Esta tarea tiene que formar parte del proceso de construcción de un partido obrero revolucionario con raíces internacionales orgánicas, que luche contra la dominación imperialista y contra toda explotación de clase toda opresión, por la instauración de gobiernos obreros y campesino-populares, y una federación de estados obreros y socialistas de Medio Oriente y norte de África, que es la única política que puede impedir nuevas recaídas en la barbarie y dar una salida progresista para la región.
Notas:
1)      La resistencia estaba integrada mayoritariamente por milicias sunitas, algunas de ellas dirigidas por ex partidarios del régimen de Hussein, y por Al Qaeda. También los chiitas resistieron al invasor imperialista, sobre todo las milicias de Al Sadr (El Ejército de Al-Mahdi), hasta que se formalizó la política de retirada de las tropas yankys.
2)      Según el RCIT (Tendencia Comunista Revolucionaria Internacional):
“Una amplia coalición de organizaciones de la resistencia sunita ha puesto en marcha un gran levantamiento que condujo con éxito a la huida del ejército del régimen pro-estadounidense de Al Maliki de casi todas las grandes ciudades en el norte y el oeste de Irak. En pocos días, los insurgentes conquistaron ciudades como Mosul, Tikrit, Tal Afar, Baiji, y Rawa. Ya en enero de este año, estas fuerzas se habían apoderado de Faluya - el centro de una insurrección popular heroica contra la ocupación EE.UU. en marzo de 2004 - y Ramadi. Sus rápidas victorias son el resultado del apoyo de las masas a la insurrección, por un lado, y del ejército iraquí muy desmoralizado cuyos soldados no estaban dispuestos a luchar por el régimen de Al Maliki totalmente reaccionario y corrupto que fue impuesto por las fuerzas de ocupación estadounidenses antes de su retirada del país.
Al contrario de las tesis de cómo se representan en muchos medios de comunicación occidentales los últimos acontecimientos, esto no es una insurrección dirigida únicamente por los salafistas reaccionarios de ISIL. Se trata de una insurrección popular de los trabajadores sunitas y los campesinos, aunque liderada por diversas fuerzas nacionalistas e islamistas pequeñoburgueses. Además de ISIL como fuerza principal, están la baazista Jaysh Rijal al-tariqa al-Naqshbandia (JRTN, liderado por el ex diputado Saddam Hussein Izzat al-Duri), de Harith al-Dhari Asociación de Eruditos Musulmanes en Irak , las Brigadas Revolución de 1920 , el Ejército Islámico , el Ejército Rashidin , el Hamas iraquí , centrada en Faluya de Abdullah al-Janabi Consejo Shura Muyahidín , el Consejo Revolucionario de Al Anbar Tribus , y el Ejército de Orgullo y Dignidad . Mientras que estas fuerzas son todos sunitas, muchos de ellos rechazan la propaganda de odio y las acciones contra la población chiíta pretendido por la sectaria ISIL.”
3)      Las milicias del Estado Islámico antes se llamaban Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) en castellano, pero eran más conocidas por sus siglas en inglés ISIS.
4)      “Nada indica que “liberados” los territorios sunitas, la heteróclita coalición continúe. Y si el EIIL parece muy fuerte, de ninguna manera tiene la capacidad del Ejército de la Vía del Nackchabandi. Y los primeros síntomas de desacuerdo ya surgieron y están alrededor de la conformación del eventual Emirato Islámico. Nadie, fuera del EIIL lo quiere.” (Claves internacionales.com)

Partido de la Causa Obrera de Argentina,
  Corriente Socialista Revolucionaria – El Topo Obrero de Venezuela

No hay comentarios:

  EL MUNDO CAMBIARÁ, EL CORONAVIRUS LO LOGRARÁ. Desde que el mundo es mundo, los imperios con sus monarquías y con apoyo de las religiones, ...