Muerte y descomposición
Matan a Robert para promover, supongo, terror, pero inmediatamente debilitan la información con especulaciones depravadas que no repetiré para no desasear tu mirada. No sabe uno ni qué ni con quién habla cuando habla con esa gente. No se sabe ni saben ni para qué matan. En la masa delirante de atrocidades solo falta que digan que a Robert lo mataron los extraterrestres. Uno no sabe a qué atenerse cuando abren la boca porque batallan por el mayor desquiciamiento. Son «la gritería de trescientas ocas» que decía Rubén Darío. Dicen una cosa y la contraria en la misma respiración: somos demócratas y por tanto debemos llegar al poder por la fuerza, «la Salida».
Porque no menciono pamplinas, hablo de golpes de Estado, un Paro Patronal, asesinatos, guarimbas, bombas, amenazas de invasión de la potencia más criminal de la Historia. Habla con esa gente y verás que nada de eso existió ni existe. No hay ni Libia ni Siria.
Promueven «rebeldes» por todo el Medio Oriente, es decir, mercenarios histéricos, con «primaveras árabes» teledirigidas y de repente el grupo más histérico se les autonomiza y crea el Estado Islámico con el proyecto de un califato de exigencias territoriales tan cuantiosas como difusas, estilo Israel. Nombro esto porque es la misma raíz, la misma voz badulaque de Obama que prometió todo y no cumplió nada. Claro, como dijo Chávez, Obama eligió vivir porque sabe que cualquiera de los coleados que su servicio de seguridad deja filtrarse en la Casa Blanca lo puede matar. Él lo sabe porque también mata. Entonces tiene que usar su talento para hablar como loro loquito que no se sabe tampoco qué dice ni para qué abre la boca.
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