DIETRERICH, SUS VECINOS, MODO MONTERROSO
Federico Ruiz Tirado
En un avión me topé con un fajo de anatemas de Dieterich, Evans, Toby y otros vecinos del “hipercrítico” alemán, descuidado en un asiento. Breve ojeo y recuerdos de viejas lecturas bastaron para inspirar la frase de una antigua novia merideña, quien me dijo en seco, ya en tierra, “la derecha nunca se divide”. E hizo este símil: la solidaridad de la MUD con los especuladores, desde Mardo hasta Cocciola, con el antimadurismo de estos “izquierdistas” ofendidos y envidiosos, me aburre. Desde que “salieron del aire” se volvieron antimaduristas. “Es que tú lees eso, cariño”, me espetó. Yo no, dijo para ella mientras escribía en un papel: Tucídides, Paracelso, Vasari, Aristóteles, Tito Livio, Maquiavelo, Erasmo de Rótterdam, Francis, Bacon, Chesterton, Borges, Mutis, Ballard, Vázquez Montalbán, Marx, Miguel Márquez, Heráclito los Goytisolo, Miller, Aida Acosta Alfonzo, Rosa Alice Branco, Enriqueta Arvelo Larriva, Andrés Caicedo, Roberto Bolaño, Cornelius Safo de Mitilene, Kavafis, Píndaro, Marco Aurelio, Karl Kerenyi, Joshep Campbell, Jack Kerouac, Federico Nietzche, y mucho, Federico, mucho al Nietzche, hasta el día en que Hugo Chávez resucite.
Por ahora releo a esta gente y estoy ojo de garza con la conspiración –me remató- pero yo no leo a resentidos. Soy Madurista y Chavista e hija de Hugo Chávez.
Yo le llevaba de regalo de navidad, a Gallegos, a Ospina, a Gunter Grass, a María Zambrano, a Jesús E. Parra y su “Piernas de tenista rusa, otro de Dylan, Lorca, Leonardo, mi hermano y unas panelitas de San Joaquín, una estatuilla de Saint Michel y un frasco de Cocuy pecayero. Ya de regreso, pensé en Dieterich y en Toby y en ciertos portales: recordé un cuento de Monterroso (La buena conciencia), que es la historia de unas plantas carnívoras que se metieron a vegetarianas y terminaron comiéndose entre ellas.
Federico Ruiz Tirado
En un avión me topé con un fajo de anatemas de Dieterich, Evans, Toby y otros vecinos del “hipercrítico” alemán, descuidado en un asiento. Breve ojeo y recuerdos de viejas lecturas bastaron para inspirar la frase de una antigua novia merideña, quien me dijo en seco, ya en tierra, “la derecha nunca se divide”. E hizo este símil: la solidaridad de la MUD con los especuladores, desde Mardo hasta Cocciola, con el antimadurismo de estos “izquierdistas” ofendidos y envidiosos, me aburre. Desde que “salieron del aire” se volvieron antimaduristas. “Es que tú lees eso, cariño”, me espetó. Yo no, dijo para ella mientras escribía en un papel: Tucídides, Paracelso, Vasari, Aristóteles, Tito Livio, Maquiavelo, Erasmo de Rótterdam, Francis, Bacon, Chesterton, Borges, Mutis, Ballard, Vázquez Montalbán, Marx, Miguel Márquez, Heráclito los Goytisolo, Miller, Aida Acosta Alfonzo, Rosa Alice Branco, Enriqueta Arvelo Larriva, Andrés Caicedo, Roberto Bolaño, Cornelius Safo de Mitilene, Kavafis, Píndaro, Marco Aurelio, Karl Kerenyi, Joshep Campbell, Jack Kerouac, Federico Nietzche, y mucho, Federico, mucho al Nietzche, hasta el día en que Hugo Chávez resucite.
Por ahora releo a esta gente y estoy ojo de garza con la conspiración –me remató- pero yo no leo a resentidos. Soy Madurista y Chavista e hija de Hugo Chávez.
Yo le llevaba de regalo de navidad, a Gallegos, a Ospina, a Gunter Grass, a María Zambrano, a Jesús E. Parra y su “Piernas de tenista rusa, otro de Dylan, Lorca, Leonardo, mi hermano y unas panelitas de San Joaquín, una estatuilla de Saint Michel y un frasco de Cocuy pecayero. Ya de regreso, pensé en Dieterich y en Toby y en ciertos portales: recordé un cuento de Monterroso (La buena conciencia), que es la historia de unas plantas carnívoras que se metieron a vegetarianas y terminaron comiéndose entre ellas.
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