Clodovaldo Hernández:
El candidato estrella
Tal vez sea apenas una primera impresión, pero todo parece indicar que Henry Ramos Allup va a ser el candidato estrella de la oposición en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Y para que algo tan alucinante sea posible tiene que haber demasiados fracasos sumados y multiplicados.
El rollo no es la edad del dirigente porque, como bien solía repetir el comandante en su última campaña presidencial, “más viejo es el viento y todavía sopla”. El punto es que, tanto para la Revolución como para la oposición, hay algo de derrota en el retorno de este personaje, convertido en la figura de unos comicios que habrán de realizarse a 17 años exactos de la sacudida política que significó la primera victoria electoral de Hugo Chávez.
Con fines netamente pedagógicos, para informar un poco a las nuevas generaciones (ésas que son de Julio Borges para acá), digamos que Ramos Allup fue uno de los grandes jefes parlamentarios de la poderosa Acción Democrática de los años 80 y, luego, de la aporreada AD de los años 90. Esto significa que para los tiempos en los que el presidente Nicolás Maduro estaba manejando metrobuses, Ramos Allup manejaba una aplanadora, que era como llamaban entonces a la mayoría parlamentaria del gobierno, especializada en aplastar rivales.
La vuelta al ruedo de Ramos Allup (a quien los reporteros del Congreso de aquellos tiempos llamábamos “el Pájaro Loco”) tiene sabor a fracaso para la revolución bolivariana, pues ésta siempre ha jurado que “Puede que vuelva Tarzán, puede volver Rintintín/ puede volver Supermán / y puede volver Cantinflas /con Capulina y Tin Tan / pero adecos y copeyanos / ésos nunca volverán”. Bien, pues el retorno de Ramos Allup ahora es una posibilidad real, por más cantinflérico, capulinesco o tin-tánico que resulte el asunto.
Y hablando de personajes de la comedia, mi politóloga Prodigio Pérez advierte que si Ramos Allup llega a ganar un escaño en la Asamblea Nacional, buena parte de la culpa será de Venezolana de Televisión y de otros medios públicos, que se han empeñado en convertirlo en una celebridad cómica. “Hasta lo pusieron a cantar changa, cuando él cuadra más con Armando Manzanero, un ancianito con lo que le queda de voz y las mismas canciones de hace 40 años”, recuerda Prodigio. Ella opina que de tanto mostrar al personaje denunciando fraude, hablando de la espoleta de la granada que él dice que le tiraron a la casa de AD, o rogándole al vicepresidente Jorge Arreaza que “¡no me toque la campana!”, el hombre ha terminado por caer simpático.
El fracaso opositor
Pero la carga de fracaso envuelta en la nominación de Ramos Allup es mucho mayor para la oposición, en cuanto sector político que debería encarnar (y dice hacerlo) la renovación, la ruptura con lo viejo y ajado, el país del futuro.
Más allá de las virtudes que tenga Ramos Allup como político (y las tiene) es triste para un adulto contemporáneo del circuito 3 del Distrito Capital -por más rabiosamente escuálido que se haya vuelto- ir a votar por este personaje vinculado al colapso del sistema político anterior, o sea, responsable de la génesis del actual orden de cosas, al que ese elector adversa.
¿Y para un joven elector opositor, qué puede representar una criatura parecida a su abuela, como lo es Ramos Allup? “Bueno, como a ellos les gusta tanto el cine gringo, el día de las elecciones pueden tomárselo como si estuviesen viendo Jurassic World en una sala 4D”, dice Prodigio, pensando en las conversaciones de sus nietos.
Los posibles resquemores del electorado no parecen ser razón para quitarle el sueño a nadie en la MUD, ni por Ramos Allup ni por otros casos asombrosos, como la postulación de Ismael García, en Aragua o Juan Requesens, en Táchira. Están conscientes de que a su militante promedio no le importa por quién vota, sino contra qué vota. Está claro, pero el liderazgo opositor nuevo (bueno, ni tan nuevo) tendría que meditar muy seriamente (si esa fuera su costumbre, claro) acerca del hecho de que el candidato estrella de su alianza perfecta sea un adeco veteranísimo que además los desprecia, por considerarlos “petimetres, lechuguinos, maripositas”. Algo habrán hecho mal los ¿nuevos? líderes cuando hoy la coalición antichavista sale a jugar su Copa América con un seleccionado en el que la camiseta número 10 la lleva un sujeto de 72 años y un largo rabo de paja. En algo habrán fallado Primero Justicia y Voluntad Popular, luego de más de quince años de reinado mediático, si el abanderado de su delegación olímpica es un sobreviviente del meteorito del cretácico.
Pero tampoco se puede decir que el regreso de Ramos Allup sea un fracaso general. El adecaje damnificado está feliz y ya se prepara para animarlo en sus discursos de campaña, con el clásico (y muy adeco) ¡púyalo! Y, claro, el propio candidato anda disfrutando del Efecto Caballo Viejo, solo que en vez de potranca, anda detrás la curul que lo tiene embarbascao.
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