Análisis de Fidel Castro sobre el Bogotazo
Por: Nelson Lombana SilvaViernes, 01 Noviembre 2013 03:13
El comandante Fidel Castro Ruz estaba el 9 de abril de 1948 en Bogotá y fue protagonista de primer orden en lo que se suele llamar “El Bogotazo”. Acontecimiento luctuoso y fatídico que se desarrolla como consecuencia del vil asesinato del doctor Jorge Eliécer Gaitán Ayala.
Vale destacar que el comandante Castro para entonces no era guerrillero, no era subversivo, no era anarquista, no era internacionalista, no era Comunista. Era estudiante que lideraba un encuentro latinoamericano a la par del evento que daría como resultado la fundación de la Organización de los Estados Americanos, OEA.
Sin embargo, el gobierno nacional de Mariano Ospina Pérez no dudó en afirmar que el asesinato del líder liberal era obra del comunismo internacional y Fidel Castro Ruz estuvo a punto de ser detenido y sindicado de este magnicidio que tiempo después se pudo establecer fue obra de la CIA en contubernio con la burguesía liberal – conservadora, en desarrollo del plan “Pantomima”.
Resulta impresionante e histórico el papel jugado en esta luctuosa fecha por el joven estudiante cubano. Sin embargo, en esta nota queremos destacar las lecciones políticas que sacó el líder de la revolución cubana. Las enseñanzas a través de un análisis crítico, agudo y científico de un estudiante que arriesga su vida por la causa noble de los pueblos.
Una síntesis de ese análisis escueto se lo cuenta a la periodista cubana, Katiuska Blanco Castiñeira, quien lo plasma mágicamente en el libro intitulado: “Guerrillero del Tiempo, Fidel Castro Ruz”. Sus reflexiones tienen singular valor para comprender el momento y proyectar el futuro del pueblo colombiano y latinoamericano, por supuesto.
Lo primero que hay que señalar es el impacto que experimenta Fidel sobre un estallido social. Lo sabía en teoría, pero no en la práctica. Dice:
“Yo había vivido las revoluciones, las insurrecciones y los grandes acontecimientos históricos nada más que en los libros, y había vivido muchas luchas, manifestaciones de estudiantes en Cuba, había participado en la expedición de Cayo Confites, pero no había visto un estadillo social, revolucionario. Fue aquel el primer estallido que viví”.[i]
Apreció el estallido social, valoró los atropellos, la desorganización, la incapacidad y cobardía de la clase dirigente, la traición, la falta de cultura política, la posición vandálica y la masacre de la burguesía liberal – conservadora:
“En tal época tenía idea, pero libresca totalmente, en teoría, de lo que era una insurrección. Aquello fue más bien un estallido, una rebelión total del pueblo, y vi en acción todos los factores, toda la psicología, todas las leyes de las masas desatadas, vi todo lo que ocurre en una situación así. También vi todos los errores cometidos, de un país sin dirección, un movimiento sin dirección; vi la actitud de los líderes políticos, cómo actuaron en aquel momento, tan mediocremente que, incluso, traicionaron al propio pueblo liberal, al propio pueblo gaitanista. Vi la endeblez de todos aquellos políticos, vi los errores de los jefes militares dentro de aquella situación. Pude apreciar también lo terrible que resultaba la falta de una cultura política y de una disciplina, cuando la gente traduce su indignación en un espíritu destructivo. Primero fue destructivo, la gente primero no quería llevarse nada y luego, hasta vandálico”.[ii]
Fidel Castro caracteriza dos momentos bien definidos en este estallido social que estremeció a Colombia y a Latinoamérica. Son dos momentos que desarrolla la masa enardecida, sin organización y formación política. Una es la de destruir todo que represente Estado y la otra la de apoderarse de cuanto encuentra a su paso desbordándose en un verdadero vandalismo. Todo ello facilitó la represión del gobierno conservador con el aval de los dirigentes liberales:
“La primera reacción de las masas, de la muchedumbre, fue destruir; destruir lo que constituyera una oficina oficial, una tienda, un comercio. Parecía como si vieran al enemigo en todo lo que fuera representación oficial de aquellas propiedades. Inicialmente la actitud de la masa irritada, indignada, al conocer la muerte de Gaitán, no fue robar, no fue saquear, fue destruir. Después la gente transformó el espíritu destructivo en un espíritu de tomar posesión de todo, aperarse de todo, saquear. Es lógico que ocurra algo así en una población tan pobre que de repente vio que desaparecieron las puertas y las vidrieras y que los bienes estaban ahí a su alcance. Eso prueba falta de una conciencia y cultura política en las masas”.[iii]
No pudo la muchedumbre interpretar el momento para tomar el poder y cambiar el triste rumbo de miseria y explotación de que era sometida por la clase dominante. Su analfabetismo político se expresó en esos dos elementos bien definidos por el comandante Castro Ruz:
“Las masas analfabetas, explotadas, confundidas, engañadas, no vieron la lucha como un instrumento para cambiar su destino, y allí se transformó el espíritu antigobernante, en espíritu destructivo y de saqueo. Imagino que muchos se dedicaron a saquear y muchos a luchar”.[iv]
Aquel dantesco y doloroso acontecimiento lo compara el comandante Fidel con la concepción que tiene de la revolución francesa. Encuentra analogías y las manifiesta públicamente:
“También fue la primera vez que vi columnas, masas de pueblo sublevadas, mezcladas, típicas de la revolución francesa; cuando la gente con picos, palas, machetes y fusiles, con todo, se reunían, atacaban, asaltaban. La toma de la estación fue como la toma de la Bastilla, me imagino que así fue la de la Bastilla: Llegó una multitud, entró en la Bastilla un día y la destruyó. Así fue como tomaron aquella y varias estaciones de policía. Fueron las masas, en columnas, porque por alguna ley psicológica, sin que nadie las organizara, a veces se reunieron hasta cien personas e iban en una dirección, y se iban sumando más. Nadie los organizó”.[v]
Un cúmulo de enseñanzas prácticas extrajo el comandante Fidel del insuceso presentado en Bogotá el 9 de abril de 1948, que habría de utilizar en su lucha contra el dictador Fulgencio Batista y en la construcción del socialismo en su patria. Analiza detalle por detalle, punto por punto. Detecta la debilidad política, la falta de conciencia, táctica militar y la traición de los jefes de pacotilla:
“Vi también la falta de organización. Pude apreciar las debilidades políticas que significaban la falta de una conciencia, la ausencia de jefatura y de táctica militar. Observé todo. Fue vital para mí. Medité mucho sobre todo y creo que me enseñó extraordinariamente”.[vi]
Comprobó algunas ideas importantes que tenía sobre estrategia militar, adquiridas a través de la intuición y la empecinada y analítica lectura:
“En Bogotá sostuve ideas militares correctas, sacadas de la experiencia de lo leído y de una cierta intuición. Dije: “Uno no debe dejarse sitiar, hay que salir, hay que atacar. Esta estación es muy vulnerable si el enemigo toma las alturas, hay que defender las alturas”. Es decir que en cada momento yo tenía una idea clara de lo que había que hacer. Y lo ocurrido después lo confirmó totalmente”.[vii]
Pero hay algo más que dimensiona con sutileza el comandante Fidel Castro Ruz: La traición. La forma miserable como Darío Echandía y su combo putrefacto negocian la preciosa sangre de Gaitán, de espaldas al país nacional, de espaldas al pueblo liberal:
“También me enseñó la endeblez, la superficialidad, la falta de lealtad de los líderes políticos burgueses, por la forma en que fueron capaces de traicionar al pueblo, hacer pactos y arreglos a espaldas del pueblo. Creo que esta es la impresión fundamental que recibí. A partir de dicha experiencia decidí estudiar a fondo estos problemas”.
En la imagen,de izquierda a derecha: Fidel Castro, Enrique Ovares, presidente de la Universidad cubana Federación de Estudiantes (FEU), y Jorge Menvielle Porte-Petit, un mexicano líder estudiantil comunista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario