RECTIFIQUEMOS...
O MALCRIADEZ DE MEDIA CLASE
Roger Capella Mateo
Ay, Alfredo nuestro,
Maneiro todopoderoso, que conspiras, condición sine qua non de un
revolucionario, para transformar la sociedad venezolana. Cómo lamento y me
duele que no hayas tenido la oportunidad de compartir con
nosotros, tú que lo conociste primero, que le sugeriste algunas ideas, vivir
este privilegio de los revolucionarios que soñamos, estudiamos los grandes
maestros de la teoría revolucionaria, pero pudimos disfrutar, aprender a
comprender, a respetar y amar por casi 28 años al más grande revolucionario que
haya parido esta Venezuela, convertida en patria, de nuevo, por él, Hugo Chávez
Frías. Desde allá, la siniestra de Dios, todopoderoso, me imagino que ves con
angustias, muchas de las cosas que pasan en esta tierra de héroes y de
heroínas.
Cuantas horas de discusión,
de reflexión, no te costó, mostramos que los caminos recorridos en los años 60
estaban atestados de errores. Errores que los involucrados nunca supieron
admitir, reconocer y comprender, que lo aprendido en las escuelas de cuadros,
especie de seminarios religiosos del marxismo, o del anarquismo, y peor del
trotskismo debían permanentemente contextualizarse y no rezar salmos bíblicos, en tanto que, los trabajadores,
en su expresión moderna, era mucho más que el y la obrera fabril. La dimensión
social había crecido y crece.
Que cuando se cometen
errores, lo revolucionario es decirlo y asumir el costo de las
responsabilidades para poder elaborar una política fresca y con la fuerza capaz
de conducir a los trabajadores a la toma del poder político. Recuerdo que nos
decías que cuando no pudiésemos reunir el equipo nacional u regional, la
política de los Causa R, era exactamente lo contrario de la izquierda tradicional.
Es así, como lo que afirmaste en NOTAS
NEGATIVAS, no sólo no fue compartido por la burocracia izquierdosa, sino que
fue condenado por muchos, con cualquier tipo de calificativos. Y cuando esto
nos angustiaba, nos orientabas diciendo, tranquilos, que sólo significa que
vamos bien.
Eran los años cuando estaba
en el tapete la cuestión del estado, el marxismo y el eurocomunismo. Por cierto
algunos intelectuales venezolanos, suponiendo que estaban con información de
primera mano, no esperaban que se secara la tinta de algún libro europeo,
cuando ya la reproducían aquí traducido, pero con su autoría. Añitos
complicados para los sacerdotes de la izquierda venezolana. Pudieras releer lo
escrito por José Sanrona Aldea, secretario general de la organización
revolucionaria de los trabajadores -España- publicado en la revista El
militante, Junio 1978, su No 13. O bien el discurso de Mijail Gorbachov en el
informe político al comité central del PCUS al 27 congreso del partido. Edición
de la prensa Novaste. Moscú. 1986. o todo lo escrito por Roger Garaudy o por
Don Santiago Carrillo o Togliatti. Buena parte de la izquierda venezolana,
vivía de esa y para esa política. Despaldas a lo que pasaba en nuestro País.
Todavía en los años 70, habían quienes andaban en la nota de lo que llamaban
"la lucha armada", sin reparar en que la provocación de Betancourt,
había diezmado a miles de los mejores cuadros de la revolución venezolana.
Deslindados de esa
izquierda desde 1971, con mil dificultades, echándole un camión, pero sobretodo
con la lucidez y claridad revolucionaria de Alfredo Maneiro,y a pesar de su
muerte temprana, se pudo desarrollar un movimiento político de los
trabajadores venezolanos, de los movimientos sociales, preñados de pueblo, que
permitió conquistar la dirección de la empresa que reúne el mayor número de
trabajadores en este País, luego, el estado Bolívar, la Alcaldía de Caroní, de
Caracas y de Miranda en el estado Carabobo y finalmente, en 1993, ganar las
elecciones nacionales ( las cuales no supimos defender), y una cuota de 39
diputados y 9 senadores en el viejo congreso nacional. Ya había comenzado el
principio del fin de esa organización que tanto costó construir. Penetrada por
factores diversos, terminó en una diáspora, irreparable y el fin de la
esperanza de millones de venezolanos.
En estos días
he leído un documento que parece un replay de aquella ortodoxia de los años 60,
70 y 80. Repitiendo las mismas frases que en nombre de las 11 veces que Carlos
Marx cita la expresión: "dictadura del proletariado", sin ningún tipo
de contextualización, se lanzan como unos cruzados a la defensa sublime del
marxismo o del marxismo-leninismo. Me imagino que sienten aplaudidos,
venerados, por el articulillo que escribieron después de varias malas crianzas,
donde abandonan sus puestos de lucha.
A veces he pensado, en el
aburrimiento de una cola o cuando camino para bajar la barriga y hasta en el
insomnio, ¿qué sería de estos teóricos sesudos, estudiosos de toda la
literatura de los teóricos europeos sobre la revolución, que han memorizado
cada salmo del capital y lo repiten con meticulosidad, siempre igual, como los feligreses
que debo oír en la iglesia de al lado de casa?
En que andarían y quien sabría de ellos si no
hubiese sido por que un gigante que tuvo la suerte de no ir nunca a una escuela
de cuadros de la izquierda, pudo convocar a todo un pueblo, unificando nuestro
pueblo, con su diversidad. Creando la unidad cívico-militar, base para que este
proceso continúe. En un País rentista como el nuestro, establecer una política
que le devolvió la soberanía petrolera y su renta se democratizó, arrancándosela
a la burguesía corrupta que por décadas se apropió de ella. Pero además le dio
participación y protagonismo a nuestro pueblo. Demostró que la democracia es un
instrumento del pueblo, cuando aprende a dar la batalla de las ideas,
utilizando la libertad como eje fundamental. Hoy los pueblos del mundo han
hecho de Hugo Chávez su referencia y su esperanza de liberación. Los
sacrosantos, puros, cruzados, de la más rancia ortodoxia izquierdista, no
convocan ni siquiera a toda su familia a sus rituales políticos
criptorevolucionarios.
Este domingo 28 de Julio nuestro comandante eterno
cumpliría 59 años, brillante oportunidad para pensar, para reflexionar en
extraordinario aporte realizado por él, al pensamiento revolucionario del
mundo. Estudiarlo científicamente. Y sobre todo, sería saludable no escudarse
en la ortodoxia revolucionaria que en nada se parece al Chavismo. Evitar la
enfermedad infantil del comunismo, es una tarea revolucionaria y estudiar a Chávez,
comprenderlo y aplicar sus enseñanzas es, también, otra tarea de todos los
revolucionarios.
A veces he pensado, en el aburrimiento de una cola o cuando camino para
bajar la barriga y hasta en el insomnio, ¿qué sería de estos teóricos sesudos,
estudiosos de toda la literatura de los teóricos europeos sobre la revolución?
que han memorizado cada salmo del capital y lo repiten con meticulosidad,
siempre igual, como los feligreses que debo oír en la iglesia de al lado de
casa. En que andarían y quien sabría de ellos si no hubiese sido por que un
gigante que tuvo la suerte de no ir nunca a una escuela de cuadros de la
izquierda, pudo convocar a todo un pueblo, unificando nuestro pueblo, con su
diversidad. Creando la unidad cívico-militar, base para que este proceso
continúe. En un País rentista como el nuestro, establecer una política que le
devolvió la soberanía petrolera y su renta se democratizó, arrancándosela a la
burguesía corrupta que por décadas se apropió de ella. Pero además le dio
participación y protagonismo a nuestro pueblo. Demostró que la democracia es un
instrumento del pueblo, cuando aprende a dar la batalla de las ideas,
utilizando la libertad como eje fundamental. Hoy los pueblos del mundo han
hecho de Hugo Chávez su referencia y su esperanza de liberación. Los
sacrosantos, puros, cruzados, de la más rancia ortodoxia izquierdista, no
convocan ni siquiera a toda su familia a sus rituales políticos
criptorevolucionarios.
Este domingo 28 de Julio
nuestro comandante eterno cumpliría 59 años, brillante oportunidad para pensar,
para reflexionar en extraordinario aporte realizado por él, al pensamiento revolucionario
del mundo. Estudiarlo científicamente. Y sobre todo, sería saludable no
escudarse en la ortodoxia revolucionaria que en nada se parece al Chavismo.
Evitar la enfermedad infantil del comunismo, es una tarea revolucionaria y
estudiar a Chávez, comprenderlo y aplicar sus enseñanzas es, también, otra
tarea de todos los revolucionarios.
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