El mesías Mariano Rajoy
Por: Xurxo Martiz Crespo
Fue el profeta Isaías quien introdujo la idea del mesías liberador entre el exiliado y sufrido pueblo judío de la diáspora. El mesías vendría a liberar y a crear un nuevo Estado. No podía ser mesías quien no hubiese traído paz y justicia. El mesías era un ser humano y no divino, razón por la que los judíos no reconocían al Jesús que los cristianos divinizaron como hijo de dios.
Mariano Rajoy cumple muchas de las condiciones mesiánicas de los judíos: es humano y no divino, viene a liberar a la población de la pesada carga de la crisis y a construir un nuevo Estado sobre las ruinas que dejó Zapatero y el PSOE.
Sin embargo este mesías de la desesperación del pueblo no llegará ni al grado de profeta que le confirieron los judíos a Jesús. La realidad sacará a relucir su falta de ideas y la luz al final del túnel que ofrece no llegará nunca, sólo basta conocer los apóstoles, ministros, que lo acompañarán en esa salvación colectiva que semiprometió.
El Mariano Rajoy que inauguraba cabinas telefónicas en aldeas sin teléfono cuando era político en Galicia. Que veía «hilillos» (¿de plastilina?) de petróleo en el mar cuando se hundió el petrolero Prestige, que «regularizó» de forma masiva inmigrantes enseñando boletos de bus, que no pudo explicar en riguroso directo televisivo el cómo pensaba arreglar el desempleo juvenil de más del 40%, porque intentando leer un papel para responder a la pregunta dijo: «no entiendo mi propia letra, así que no puedo responderle», el Mariano que pretende reactivar la economía basándose en que le tengamos, como repite incansablemente, «confianza», es decir, fe.
En la Latinoamérica del neoliberalismo de Chicago, años 80 y 90, se dejó de gastar dinero en las personas para cuadrar las cuentas. Fue ese viaje en el desierto en el que la gente moría de enfermedad, hambre y sed para que los gobiernos «democrático»-despóticos se llenasen la boca reduciendo déficits y alardeando de superávit. Ahora van a probar esa medicina los españoles y candidamente pensarán que «cura… porque sabe mal».
xurxom@kaixo.com
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