Y ¿POR QUÉ NO NOS PAGAS?
Autor: Un Aborigen venezolano.
Del mar los vieron llegar, los hermanos asustados, ¡eran los hombres barbados que la profecía esperaba!... Iban montados en bestias como demonios del mal y tenían fuego en las manos y vestidos de metal.Solo el valor de unos cuantos les opuso resistencia y al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza, porque los dioses ni comen ni gozan con lo robado y cuando nos dimos cuenta, ya todo estaba acabado… y en ese error entregamos la grandeza del pasado y en ese error nos quedamos, trescientos años esclavos…
El Presidente Hugo Chávez, pidió respeto a la memoria de los líderes y mártires indígenas caídos en aquella época y “que supieron defender nuestra tierra”. A manera de reflexión, exhortó a países de América Latina a reconsiderar el hecho de rendir tributos y honores a personajes como Cristóbal Colón, quienes bajo la bandera del “descubrimiento” masacraron a millones de aborígenes y acabaron con toda la cultura ancestral que poseían.
Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos nos cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base y aplicando la fórmula europea del interés compuesto,informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que ¡supera ampliamente el peso total del planeta Tierra!...
Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
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