A principios del año 2019, la oposición retomó la iniciativa política y la mantuvo durante el primer trimestre, después de un largo período de inercia y desarticulación. La nueva estrategia insurreccional de este sector político contó con el respaldo abierto de Estados Unidos, el Grupo de Lima y la Unión Europea .
Sin embargo, con todas las condiciones favorables para el éxito del plan, la oposición nuevamente fracasó. El intento fallido de golpe de Estado 30 de abril fue el punto de inflexión, que marca el fracaso de la estrategia y que deviene para el cierre del año en graves denuncias de corrupción entre copartidarios opositores, fracturas internas, etc.
Este hecho, aunado a la cohesión política de las fuerzas chavistas y la lealtad de la institución militar al orden constitucional, fueron dos factores claves para que el Gobierno de Nicolás Maduro preservara el poder político.
Los partidos opositores se enfrentarán de nuevo al dilema de participar o abstenerse en los próximos eventos electorales, el primero de los cuales serían la convocatoria el próximo año para la elección de la nueva Asamblea Nacional (AN). En el seno del G4 (Voluntad Popular, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática) que asumió la línea abstencionista en las últimas consultas, discute la conveniencia o no de acudir a las urnas.
Mientras, en la Mesa de Diálogo Nacional (Avanzada Progresista, MAS, Cambiemos y Soluciones), con organizaciones de la sociedad civil se trabaja, no solo en la integración de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) sino también en la confección de planchas con los aspirantes a formar parte del Poder Legislativo.
La propuesta abstencionista se sustentaba en la desconfianza sobre la imparcialidad del ente electoral y la existencia de condiciones que en buena medida conforman un cuadro de ventajismo. Si, como se espera, en los próximos días se nombrará un nuevo CNE y se reemplazarán las condiciones mínimas que garantizan la imparcialidad necesaria en unas elecciones, la tesis mantenida hasta ahora carecería de sentido.
Con todo lo anterior, el escenario para el año 2020 se presenta con Estados Unidos enfocado en su proceso electoral interno, el denominado Grupo de Lima debilitado por la atención que los gobiernos debieron prestar a las tensiones internas de sus países y la oposición desarticulada. El foco parece orientarse hacia las elecciones parlamentarias y una transición económica liderada por el Gobierno nacional en busca de una mayor apertura.
Hay mucho desgaste de lado y lado –de parte del gobierno y de la oposición- y necesidad de hablar, denunciar desde un espacio despolarizado, señala la socióloga Maryclén Stelling. Por eso no sorprendió las opiniones de Enrique Ochoa Antich, fundador del Movimiento al Socialismo y miembro de la Concertación por el Cambio, bajo el título “El madurismo–guaidoísmo”.
“Miles de millones del presupuesto nacional puestos al servicio de un único propósito perpetuacionista (…) Miles de millones que fluyen de Washington como maná bíblico, cornucopia imperial sin control alguno, todo para un único propósito: conquistar el poder como sea. El menoscabo de los escrúpulos es insignia del maduro-guaidoísmo: su divisa es «vale todo»: la muerte del otro, la destrucción moral del otro, una conflagración sangrienta si me sirve.
Sanciones, bloqueo
Un informe de Hinterlaces recuerda que casi al final del año, el enviado especial estadounidense para Venezuela, Elliot Abrams, retomó la disputa diplomática y reiteró que la administración de Donald Trump mantendrá su política de línea dura contra el gobierno venezolano. «Continuaremos con nuestras sanciones y las fortaleceremos. Esperamos que la Unión Europea siga con las sanciones adicionales», dijo.
En su respuesta a estas declaraciones, el canciller venezolano Jorge Arreaza, señaló que «Este par de personajes tratan desesperadamente de salvar sus cargos después de un año de torpezas y fracasos; un derroche de antidiplomacia, frustración y soberbia combinadas; no aprenden lecciones y no extraen moralejas”.
La estrategia de la Casa Blanca se puso en marcha desde el 24 de enero, cuando unas horas después de que Juan Guaidó se autoproclamó “presidente encargado” de Venezuela, Trump le dio su espaldarazo y abrió la grieta de reconocimiento a una doble institucionalidad que significó un reto para aquellos países que no querían legitimar lo que a todas luces era un golpe de Estado.
En marzo, el mandatario prorrogó por un año la Orden Ejecutiva en la que se declara a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” para su seguridad, la cual desde que la implementó Barack Obama en 2015 sirve como “respaldo” para la aplicación de sanciones, bloqueos y apropiación de fondos, empresas y recursos venezolanos.
En agosto, en un duro golpe, EEUU congeló todos los activos del gobierno venezolano en territorio estadounidense con la vista puesta especialmente en Citgo, la filial de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en un golpe jurídico trasnacional para apropiarse de los recursos naturales del país. Sancionaron el petróleo, a Citgo, el oro, la deuda. Ya es una operación trasnacional, dirigida desde Washington., como ya ellos directamente lo han reconocido, dijo la vicepresidenta Delcy Rodríguez.
Según los datos que el gobierno de Caracas, Venezuela perdió, entre 2015 y 2018, 130 mil millones de dólares por el bloqueo económico estadounidense, a lo que s debe sumar el apoderamiento ilegal de Citgo, que generó pérdidas de otros 11 mil millones de dólares en dividendos congelados y más siete mil millones por apropiación ilegal de activos.
Entre enero y agosto de 2019, EE UU. emitió 30 rondas de sanciones dirigidas a unas 200 personas y entidades del entorno del presidente Nicolás Maduro, entre ellas el Banco Central de Venezuela, y revocó más de 700 visas, incluidas las de más de 100 exdiplomáticos.
¿Qué nuevas acciones tomará EEUU, mientras Trump se enfrenta a un proceso de juicio político y el liderazgo de Guaidó, dentro y fuera de Venezuela, se ve disminuido tras un escándalo de corrupción en las filas de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, y la desilusión por las promesas incumplidas.
Casi al final del año, el 20 de diciembre, se hizo viral la declaración de Richard Black, senador republicano del estado de Virginia, quien, quién emplazó al gobierno de EEUU de dejar de interferir en los asuntos internos de Venezuela y Bolivia y eliminar las sanciones contra Caracas.
«Hemos desmonetizado su moneda y, a través del sistema bancario internacional, hicimos que la moneda venezolana careciera de valor y luego vamos y decimos: ‘Miren lo malo que es este gobierno, su moneda no vale nada’. Bueno, no fueron ellos, fuimos nosotros quienes hicimos inútil su moneda», afirmó.
Periodista venezolana, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico