DESDE EL RESUELLO ESNU
DEL ALIMENTO SABEMOS.
POR GINO GONZALEZ
Que en esta guerra económica los que disparan no son francotiradores escondidos. Están ahí a la vista de todos. Yo no sé por qué no les metemos aunque sea una pedrada.
DEL ALIMENTO SABEMOS.
POR GINO GONZALEZ
Que en esta guerra económica los que disparan no son francotiradores escondidos. Están ahí a la vista de todos. Yo no sé por qué no les metemos aunque sea una pedrada.
Tipo “economía de guerra”, sabemos de los esfuerzos por atender a la gente través de los distintos mecanismos de distribución de alimentos del gobierno como también del alto sacrificio de los pobres quienes en definitiva son los que hacen las largas colas empujados por la necesidad ante el descaro de que los mismos productos sean ofertados a elevados precios en un mercado paralelo público y notorio.
Sabemos que existen razones estructurales y culturales para las cuales ha fracasado la política del estado en su tímido intento por revertirlos más allá de la teoría y la retórica.
Sabemos de las voluntades de colectivos campesinos empeñados en ser productivos sobreviviendo ante la desidia.
Sabemos de la tostada sin queso de la corporación venezolana de alimentos. Que no ha habido contundente política alimentaria revolucionaria.
Que se diseñó la producción con el esquema capitalista de la gran empresa sin alternativas pequeñas y medianas. Productores de grandes cantidades de maíz, por ejemplo, pero consumiendo y dependiendo de una harina y de un aceite cuya elaboración escapa de nuestras manos.
Si nos gana la conspiración o si por ineficacia o por negocio individual o grupal perdemos esta oportunidad histórica y permitimos que esa oposición tome las riendas del poder, nos fregamos.
No nos amenazan sectores radicales dispuestos a erradicar la carroña capitalista que aún nos carcome como proceso, sino el grueso del excremento que ambiciona su putrefacta hegemonía.
Vital un gobierno de calle franco y sincero.
En base a las evidencias hacer lo que hay que hacer, escuchar a quien hay que escuchar y retirarle la cortesía a quien no la merece.
Una revolución es subversiva. Si seguimos con esa respetadera de espaldas a la verdad, aferrados a la lealtad personal por encima del reconocimiento de la capacidad y convicción revolucionaria, nos vamos a poner viejos sin haber sido jóvenes nunca.
El Socorro. Edo. Guárico.
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