Federico Ruiz Tirado
Es
incomprensible el alarde que se autocarga el CNE acerca de su
transparencia y uso de la más sofisticada tecnología, cuando al mismo tiempo
hace insoportablemente evidente la existencia de un pasadizo subterráneo con la MUD por donde se transportaban
cifras que sólo ellos conocían, dejando a muchos venezolanos estupefactos y
rehenes de ese secreto compartido. Este recibió de aquella la solicitud de
un curioso menú ("el cual aceptó") y ahora el CNE se presenta libre
de la indigestión colectiva: "aquí el que se jodió con esos resultados,
que vaya al psiquiatra o al gastroenterólogo, nosotros estamos bien", fue
lo que yo interpreté de lo dicho por la Rectora Tibisay Lucena
cuando fijó la posición del ente que representa el Poder Electoral.
A esta altura no
es una banalidad preguntarse por qué el CNE actuó como si fuera una agencia de
festejos a la que la MUD
le regateó su self service: “caraota negra no, caviar sí; soufflé sí, pero
arroz blanco no”.
Salir ahora a
decir que esas elecciones fueron pulcras, hace que los ojos se vuelvan más
ávidos de descifrar las cenizas de los cuadernos quemados.
Con música más
zapateada lo dijo Vicente Díaz (que es un antichavista declarado): "Los
números de la MUD
son los que son".
Sea trampa o
fraude, esto es una comedia trágica para Venezuela: ahora resulta que los protagonistas
del golpe del 2002, se escurren nuevamente por el túnel del tiempo para volver por
la puerta grande, imponiéndole límites a la democracia participativa y protagónica
conquistada por el pueblo en la Constituyente del 99.
Que Carriles
Radonsky sea el candidato, el héroe, no es un acontecimiento que cause
extrañeza. Estaba anunciado y representa muy bien las aspiraciones imperiales y
muestra el colmillo del poder económico y mediático, tal como lo ha dicho el
Presidente Chávez.
Lo sorprendente
es cómo el CNE y otros voceros se unen al coro de este circo peligroso que
celebra esta trapisonda radiante de conspiraciones crípticas, cuyas señales ya
están amenazando la estabilidad política del país. Quedó claro, en fin, que a la MUD no le va ni le viene lo
que haga el CNE. Mucho menos el mandato del TSJ.
Por favor
Presidente, guarde el crucifijo.
No vaya a ser
que mañana aparezca Carmona y nos agarre fuera de base.
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