PANDEMIA FINAL
EL INFINITO
En circunstancias triviales se anuncia el infinito. No puedo encontrar en la biblioteca el libro que necesito. Hace un momento dejé la pluma en un sitio que no recuerdo. No me viene a la cabeza el nombre de alguna damita memorable. Para nada encuentro el papel con el secreto del universo, que apunté antenoche. En lugar de esas cosas he hallado el infinito. Cuando lo poseamos todo, nada tendremos, por ilocalizable. Esto es el infinito: su tamaño es el de la propia nulidad.
ENCERRADOS
En la prisión del Yo de la que no hay escape. Ignorando si los fantoches de carne que ante nosotros se alzan abrigan asimismo la chispa del Ser, y mucho menos cómo es ésta. Apenas sospechando la presencia de la llamarada cuando algún fulgor ajeno nos supera y por tanto aniquila.
EL MUNDO DE LOS EMBELESADOS
Cada quien perfecciona un arte, alejándose de la vida a medida que lo afina en contrapuestas direcciones, perdiéndose en mundos sin relación los unos con los otros y con el mundo mismo, intento de liberarse de la blasfemia de la razón. Han creado trampas sensoriales que los distancian del mundo real y los primeros en caer en ellas son los creadores que las sueñan. En el camino se los va encontrando capturados en trampas sensoriales sublimes: vibraciones visuales acústicas u olfativas tan sugerentes y armónicas que una vez percibidas es imposible dejarlas: el mero imaginarlas puede perdernos: como moscas en una tira de papel pegajoso se arraciman los embelesados: quizá no importe que queden así: a lo mejor se los conserva sólo para investigar una función de sus tejidos o sus nervios mientras el éxtasis los paraliza. Sólo el soñador perfecto sueña la perfecta trampa que los hará caer a todos en el embeleso. Oh benditos los antiguos creadores a quienes la muerte permitió escapar de sus sueños, más elaborados y perfectos, intensificados hasta la insoportabilidad. Inagotable proliferación de gestos y de formas. Desdichado de quien dé el primer paso en este laberinto. Monstruosas caricaturas de sí mismos, para los embelesados no hay redención. A lo mejor ya estamos atrapados y soñamos que la fuga continúa.
SECTOR
Un sector donde todas las superficies y criaturas son espejos y nada ni nadie es él mismo, sino reflejo de un reflejo.
IDEAS CORPORIZADAS
Así como en los tiempos finales se tendió a reducir las obras corporizadas a series de dígitos, después del cataclismo el Nuevo Poder expande en masas tridimensionales las ideas. Tras agotarse trasponiendo ciclópeas ruinas de formas geométricas, descubre el caminante que se trata de un hilo de razonamientos traducido en masas sólidas. Todo lo racional es real, pero no todo lo real es racional. Se permite a cualquier monstruosidad florecer con la esperanza de explicarla lógicamente. Una vez explicado, podrá ser clausurado el mundo. Al final se llegará al fin, lo único que no tiene Fin.
DEUDA
Quién recuerda el momento en que la Deuda Pública Global progresó del 100 al 150, al mil por ciento anual del Producto Interno Bruto del Mundo, momento en el cual por cuanto lo que se debía superaba lo que se producía, para satisfacer la deuda todos los gobiernos debieron contraer más deuda todavía, pues un factor de la aceleración consiste en que hay que endeudarse para poder pagar los vencimientos de la Deuda, la cual termina multiplicándose en progresión geométrica mientras que la producción crece sólo en progresión aritmética. Así vivimos sólo para pagar los intereses y los intereses sobre los intereses de una Deuda que con cada pago crece, sin que sepamos ni a quién debemos ni quienes son los dueños de todo lo que creamos y todo lo que producimos que se nos va en cancelar el saldo que con cada pago crece sin que sepamos por fin quién o qué nos posee a quién y por qué se debe.
ALGORITMOS
Extraño parecer podría pero nunca ha ido más exaltada la democracia desde que controlan nuestra vida los algoritmos de las finanzas. Determinan ellos qué destrezas son todavía transitoriamente necesarias para mantener el mundo dominado por los algoritmos. Secciones enteras del mundo desaparecen pero no nos enteramos. Los algoritmos nos permiten elegir los jueces que nos condenarán como superfluos. Nos permiten asimismo elegir los administradores de los campos de exterminio. Una vez sentenciados, nos autorizan a escoger nuestros verdugos. Lo que no podemos nunca elegir son los algoritmos.
PANDEMIA FINAL
Mira en medio de la plaza solitaria al hombre que delira sin alivio de aplauso ni esperanza de cura. Afirma que el morbo mortal nos ha contagiado a todos sin paliativo posible ni vacuna a la vista. El único pan que la humanidad comparte es el de la comunidad de los síntomas de pérdida de fuerzas, debilidad en el raciocinio y fuga de recuerdos. Atención al dolor en los huesos, el vértigo, la vista que se nubla. Anonadados por la enfermedad nos vemos en espejos o charcos sin reconocemos. Miles de cosas empiezan a desvencijarse, se manifiestan todos los síntomas de todo, la enfermedad sigue su curso sin más mejoría que el engaño ni más tratamiento que el aceptarla. Las terapias son cosméticas y ninguna insinúa la menor sombra de esperanza. Nadie está sano, apenas avanzamos en grados diferentes del morbo hasta que el intento de revertirlo empeora sin falla. Desde el comienzo del tiempo ha faltado el remedio que nos cure del tiempo. Seremos cada vez más profundamente ridículos, más ajados, más incoherentes, más viejos.
FAKE NEWS
Lo que se ha logrado con la denuncia de las Fake News. Al poco tiempo adviertes que las mejores noticias son falsas. Alguien las preparó para engañarte sin lograr otra cosa que complacerte. Con mecanismos de espionaje o de Big Data descubren certeramente tus terrores y gustos. Sólo recibes falsas noticias, no importa en cual bando estés porque las agencias noticiosas las ajustan minuciosamente a tus caprichos. Han dejado de mandar los gobernantes que odias y en el firmamento apenas destellan las estrellas que amas. El cambio no se limita a las noticias: ahora todas las cosas son falsas. Es mucho más confortable el mundo así, sin preocuparte de si el universo real perdura o ya se ha extinguido.
MANZANA
Alan Turing está sentado frente a la Máquina Universal que tan trabajosamente por fin ha montado. En una mano una manzana y en la otra un frasco con arsénico. Hasta ahora todas las máquinas que trepidan, aúllan y arrojan muerte no han sido más que colosos descerebrados. Durante años ha trabajado Turing en diseñar y construir un mecanismo con conciencia propia. Una versión rudimentaria hizo lo que las mejores mentes matemáticas no pudieron: descifró el código Enigma de la maquinaria del Reich y permitió ganar la Segunda Guerra Mundial. Ni el derecho ni la ética ni la moral la decidieron: el mundo de los sobrevivientes no surgió del heroismo, sino de un algoritmo. Máquinas pensantes harán superflua toda criatura que piense. Turing ensaya la prueba que ha diseñado para determinar si una computadora es inteligente: cuando nadie pueda distinguir entre sus mensajes y los de un ser humano, se puede afirmar que existe una inteligencia artificial. La máquina calla. El silencio es el único mensaje posible. Alan Turing aprieta en su mano la manzana, la fruta del árbol de la ciencia del bien y del mal, la embebe en arsénico, la muerde.
GRABACIÓN
Así como se grabó la imagen y se grabó el sonido, se graba finalmente el Ser, la fugaz confluencia de sensaciones y pensamientos. La banalidad de la vida deviene técnicamente perdurable. Así como contemplábamos las fotografías con imágenes de otros, podemos vivir por instantes en la totalidad del Ser de ellos. Nos mudamos a la vida de tal o cual predestinado, todo menos soportar a plenitud la permanencia de nuestro Ser anodino. Quizá no exista mas de una docena de individuos cuyo existir merezca ser replicado. A medida que nos instalamos plenamente en los pocos seres esplendorosos descubrimos fraudes, sofismas, incompletudes. Lo que parecía fulgor no era más que máscaras, dudas, ficciones. Nos resignamos a la antología, al álbum de fotos de momentos publicables de aquél que quisimos ser.
BOLSA
No se sabe exactamente cuándo fue inaugurada la Bolsa de Valores de Gobiernos pero se presume que su existencia es tan antigua como la Historia. La oferta y la demanda de los inversionistas determina qué proporción del gobierno pertenece al capital accionario y qué mecanismos, como Deuda Pública, inversión o desinversión, guerra, magnicidio o genocidio rigen el control sobre las propiedades. Ocasionalmente hay subastas. Salvo en casos muy aislados la autonomía es ilusoria. Los gobiernos en líneas generales no pueden aspirar más que al dificultoso cambio de propietarios. Mejor no revelar a quiénes a su vez éstos pertenecen.
TRANCE
Cuidado con las adolescentes que venden a cualquiera por unos gramos de Trance, la droga que cura del Ser. Ni visiones deslumbrantes, ni sorprendentes distorsiones de lo percibido. Trance hace desaparecer transitoriamente las preguntas que acechan durante la operación de vivir. Trance disocia las causas de los efectos, o sea, la responsabilidad. Bajo los maquillados párpados se posa por un instante la calmante Nada. Tras esta desconexión del Ser de la carga de si mismo, permanece la adolescente con los ojos en blanco, pestañas postizas desprendidas, liberándose como de una obscena máscara del maquillaje de su identidad.
EL MUNDO TRANSPARENTE
Cualquiera de nosotros –dicen- puede entrar en el mundo transparente. Por mi parte, confieso la repugnancia. La mayoría de los niños forzados a acercársele lloran o fantasean por huir de sus rigores. Inútil todo, pues el mundo transparente –aseguran- equivale al nuestro. Y sólo a través de aquél llegamos verdaderamente a éste. En el mundo transparente cada quien es idéntico a cada quien y sólo adquiere nombre cuando se asocia con otros, se coloca en fila con ellos o se fracciona. Adquiriendo entonces un nombre que sólo designa el tumulto o sus fragmentos. En el mundo transparente cada quien es eterno o infinito. De la helada congelación que estos atributos supone redime la continua transmutación que sucede en el mundo transparente. Pues en él rige la fiebre de las asociaciones y las divisiones. Sumándonos o restándonos creamos inéditas cuantías, multiplicamos rebaños, dividimos miembros y separamos fracciones. Para mensurar los triviales juegos de la cantidad, en el mundo transparente por medio del signo = cada quien se transforma en sí mismo, para hacer más visibles o más ocultas las relaciones de sus componentes. Las leyes que rigen estas asociaciones son tan rigurosas como continuamente vulneradas ¿Qué sucede entonces con los resultados de nuestras transmutaciones ilegítimas? ¿Nos convierten en irracionales? ¿No existen, o simplemente crean universos sombríos cuya realidad sólo aparecerá cuando otra asombrosa transgresión de las reglas invente una nueva coherencia? En el mundo transparente en todas las direcciones nos amenaza el infinito. Su herida puede trasladarnos a la invisibilidad o la ubicuidad. A través de él existimos o caemos en fondos de ininteligibilidad. Si bien nos rodea por todas partes como una mar procelosa, sólo negándolo existimos. Pues su realidad presupondría nuestra presencia innumerable y simultánea. Mientras que, como las visiones extraídas de un sueño, sólo contamos uno a la vez, cuando somos invocados. Inútilmente, pues nunca diremos nada más que nuestra presencia. Sin sexo, sin edad y sin emociones, los números jamás diremos más que nuestra cantidad y nuestra composición a medida que nos transformamos en nuestros equivalentes. Pues nuestras más hermosas y complejas vidas no son más que calvarios que afirman las estaciones de nuestra propia identidad. Reencarnado, así como fui uno renací como dos medios y como cuatro cuartos y ocho octavos, así como soy también ahora uno elevado a mi misma potencia, o infinitamente dividido. Asi existimos en el orbe de la matemática. Si el mundo transparente no es una sombría fantasía sin asideros en lo real, en el mundo que vives pasa exactamente lo mismo. El terror no tiene mitigación: es a la vez uno e infinito.
DAS KAPITAL
El capital que incesantemente se concentra encuentra superfluo al uno por ciento de la población que lo posee, luego al único que se convierte en dueño de todo, luego pasa el capital a ser dueño de si mismo, y todos dueños de nada.
MALDICIÓN GITANA
Quiera Dios que de tanto maldecir a tu enemigo te conviertas en él.
LAVATORIOS
A qué tantos lavatorios de manos. La excusa es que como no podemos evitar tocarnos la cara, vamos al lavamanos para que agua y jabón eliminen al virus invencible, sin reparar que hacemos que parezca recién bañado. Y sin embargo restregamos y enjabonamos. Ni Pilatos ni Lady Macbeth pudieron librarse con lavatorios de agua y perfumes de la sangre en sus manos, y mucho menos en la conciencia. De algo somos culpables, y para empeorar la situación está el espejo del botiquín para devolvernos nuestra cara de pecado. En pensamientos, palabras y obras, por acción o por omisión, tantas veces al día pecamos como nos tocamos la cara. Nos lavamos, no el pecado imborrable, sino nuestra responsabilidad indeleble. Cuánto pan que no dimos a hambrientos, tanto caído al que no levantamos, tanta revolución que no culminamos, tanta obra maestra a la que no alcanzamos, tantas declaraciones de amor que no proferimos, tantos adioses que dejamos volverse irreversibles. No hay jabón que borre lo no actuado. El agua corre, lo demás queda.
ABURRIDO
era para los poderes ejercerse sobre la incolumbrable variedad de los seres. De allí los sutiles ejercicios de masificación para lograr que todos vistieran, comieran y pensaran lo mismo. Dada la relativa uniformidad del hardware o cerebro se posibilitó suministrarle un software único o cultura, en la cual los divergentes aparecían siempre como el otro, la curiosidad, el espectáculo, y dejaron progresivamente de aparecer. Ahora la humanidad es un solo Ser o se cree uno sólo, toda variante reducida a un prosaico promedio. Ya no hay divergencia entre edades; pronto dejará de haberlas, si alguna vez las hubo, entre sexos. Deploraba Nerón que toda la humanidad no tuviera un solo cuello para cortárselo. Pronto tendrá millones que serán uno solo, y ninguna razón para degollarlo.
PRIMERO
Primero nos pensamos máquinas antes de ser sustituidos por ellas. Nos enorgullecimos de nuestra precisión y nuestra puntualidad.Gradualmente incorporamos válvulas, apoyos, prótesis que mitigaban los fracasos de la carne. Después del cataclismo hemos sido reducidos a partes, extensiones, segmentos de las máquinas. Perduramos como cortes del tejido nervioso que apoyan sus mecanismos intuitivos, retinas que sensibilizan sus cámaras, sistemas tactiles para sus tenazas delicadas. No hemos humanizado a las máquinas. Nuestros restos son accesorios de duración efímera en espera de ser sustituidos por sus perfeccionadas réplicas mecánicas. Servimos como mecanismos analógicos para calibrar la capacidad de error de los digitales. Les fascina la desconocida química de los olores, para lo cual injertan pulmones humanos con fosas nasales de perros. Calculadoras analizan los sueños de masas encefálicas preservadas. Pocos huesos o músculos requieren órganos condenados a no moverse más por si mismos. Sólo algunos tenemos el privilegio de comprender lo que nos sucede.
ODIO
Pone la cuarentena en evidencia a quienes odian a los demás. Liberados para trabajar a distancia gozan de la prerrogativa de no compartir la esclavitud con otros. Mediante componendas consiguen que les entreguen suministros que pagan por internet pero exigen que los dejen en la puerta, como si lo contaminante no fuera el virus sino la presencia. Los confinados enfrentan la Nada, aunque compacta y hostil preferible a los demás seres por su ausencia de gestos. Algunos ensayan sistemas de reciclaje de desechos y líquidos que les permitan liberarse de lo digital y subsistir en criptas para la dicha de no ser perturbados. Pocos abrigan esperanzas de obtener algo de la compañía y menos quienes no son desengañados. No miran por ventanas desde donde nadie se divisa a quien valga la pena mirar. En sus alvéolos yacen liberados del deber de existir para otros.
OCURRE
entonces que por ligereza caigamos en la contemplación del genio. Un alivio engañoso nos ofrece contra la degradación del mundo y la propia. Parece que por momentos purifica mostrándonos verdades, pero sólo para que comprendamos que por nuestros medios nunca llegaríamos a ellas. Su armonía hiere recordando lo que nos fue negado. Con razón alguna vez o siempre son perseguidos. Función de las obras maestras es revelarnos nuestra inepcia. Pero cómo prescindir de ellas. Pero cómo soportarlas. Pero cómo soportarnos.
UNA ESTÉTICA DE LA DECONSTRUCCIÓN
Toda obra humana es deconstruida, representada en las fases involutivas de su creación hasta arribar a la nada. Por la inversión del proceso creativo se aprecia entonces cuán poderosa era la obra en ciernes antes de la decadencia de su completud. Vericuetos lógicos permiten desandar el dédalo de las variaciones Goldberg desde la primera nota prístina hasta la pureza del silencio. Algunos pocos sobrevivientes o elegidos, aunque las palabras no son equivalentes, perduramos para presenciar esta inmersión del cosmos en la Nada. Inútil sería que preserváramos en la memoria las obras que se despiden: tiende el recuerdo hacia el vacío con más velocidad que la decadencia. Todo fue en vano. La creación habría de disiparse, igual que sus autores. En la mente de los creadores se desmaterializan sus obras, burbujas, susurros, silencios. Se libera así el mundo de redundancias y de excesos. Involuciona natura. Vuelven a su origen las especies. En este mundo retrógrado deambulo, asombrado de perdurar en medio de la evanescencia. Rindiéndome a la deconstrucción podría llegar quizá a ser por un instante más joven, pero sin esperanzas.
LOGOS
En algún infierno el mundo es gradualmente sustituido por conceptos. Una vez el concepto aislado, su correlato real deviene redundancia. Puede el género humano ser reducido a un hombre y éste a un nombre. No hay forma de detener la dilución de lo real en lo irreal, de lo material en lo inmaterial, de lo cualitativo en cuantitativo, de lo perecedero en símbolo. Podría haber y de hecho ha comenzado la reversión de la Tabla Periódica desde los elementos más complejos hasta el helio o el hidrógeno, los átomos, las partículas subatómicas, la energía fantasma. El observador puede contemplar cómo esta disolución opera en su organismo.
LA PUERTA DE PATER
Aspiro siempre a la frase de Walter Pater según la cual todas las artes aspiran a la condición de música. Pues la música está en el umbral de una puerta por la cual se ha fugado el sentido. Y como tal sentido no lo percibimos, creemos que no existe y que la música, sola y perfecta, existe separadamente de nosotros. Estas reflexiones sólo pueden ser hilvanadas sobre el vientre de una mujer que se ama. Fuera de ella, todas las cosas parecerían haberse fugado adquiriendo la remota cualidad de música. Entonces todo lo que quiere ser digno pretende salir al vacío por la puerta que dejara abierta Pater. Y no es sólo una pintura que es sólo pintura sino un lenguaje que sólo pretende ser un lenguaje del lenguaje o una política de la política o una economía que existe para sí sola: siendo la perfección medida por su distancia con relación al punto de vista humano. Pero apoyemos el oido sobre el flujo de la sangre en ese vientre. La puerta de Pater no comunica al vacío exterior, sino a la plenitud interna. Sólo hay música dentro de quien la oye. La condición de música es el misterioso acuerdo entre la sensación y nuestra esencia. La puerta de Pater es entonces centrípeta: todo lo que llega a ella lo hace para para hincarse en nuestro incognoscible interior, y no para evadirse en el innombrable externo vacío. La puerta de Pater es herida, y no vía de fuga.
A PARTIR
A partir de cierta edad asistimos anticipadamente a nuestras exequias.
TEXTOS: LUIS BRITTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario