Oslo
Por: Roberto Malaver
¡Escúchame, quiero decirte algo! La verdad es que esta vaina del diálogo en Oslo, nos tiene locos de bola a bola. Que no es diálogo, que es una mediación, que es una exploración, y así nos siguen metiendo cuentos groterscos, y mientras tanto nos tiramos cuchillos a matar. Nos decimos que esa vaina no es así, y Diego –Cirugía- Arria se arrecha y dice que eso no puede ser, no hay que dialogar, y Patricia Poleo también se arrecha y lo dice, y María- Sumate- Machado también nos cuenta que ese diálogo no es diálogo, es cese a la usurpación ya,ya y ya, y Antonio -Pensionado- Ledezma pega el grito en su urbanización madrileña, y por aquí no aprobamos eso, queremos sanciones y más sanciones, y Jaime –Pollinita- Baily se decepciona y nosotros, que somos los que estamos de este lado de la dictadura, ya no sabemos a quién carajo creerle ni en qué palo ahorcarnos.
Por lo menos estamos aprendiendo geografía. Embajada Radonski todavía confunde a Chivacoa con Coquivacoa, sin embargo le dices Oslo, y contesta: "Capital de Noruega". Y eso es bastante para un hombre que ha perdido dos veces la presidencia de la república y le sigue teniendo ganas. Es decir, hablamos más de Oslo que del peo del país, y además, nadie nos ha dicho a quién representan esos dialogantes que el autoproclamado envió a Oslo, capital de Noruega, como dice Embajada Radonski. Lo mejor es que ahora tenemos más dinero que antes de que el diputado de Vargas se autoproclamara. Y eso es lo mejor que está pasando, que esos carajos se están llenando como unos potoquitos y nosotros pelando bolas. Uno no sabe hasta cuándo Gómez, o sea, la gente nuestra, la gente de la oposición decente y pensante, va a seguir creyendo en esa cuerda de vividores y estafadores, pero por lo visto la cuerda va a reventar por lo más Chiquinquirá, o sea lo más delgado, como siempre.
Y es cierto que el autoproclamado da lástima y pena ajena, porque uno lo ve allí tartamudeando e intentando hilvanar una frase, un sujeto y un predicado, y no sale del cese a la usurpación, gobierno de transicción y elecciones libres, y eso es lo que más arrecha, porque el diálogo, o sea Oslo, no estaba en esa receta y ahora lo metieorn con vaselina.
El papá de Margot llegó y fue directo al cuarto, agarró la puerta y viendo para el techo dijo: "El que me hable de Oslo le meto su coñazo". Y tiró aquella puerta con toda la fuerza bruta del primer mundo, y un vecino gritó: "Vete pa Oslo, desgraciao".
-Ha llegado el momento, no tienes que decirlo, me he dado cuenta.- Me canta Margot
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