Trump y el neoimperialismo Abya Yala
Al mismo tiempo, Todd refirió que las relaciones promovidas por Rusia, China e Irán con los países de la región constituyen una amenaza para los intereses estadounidenses. De todo el informe presentado por este alto jefe militar gringo puede extraerse también la pretensión imperial, en lo que podría denominarse neoimperialismo, de montar el escenario requerido para recuperar y asegurar la hegemonía que, desde comienzos del siglo pasado, ha ejercido tradicionalmente sobre todas las naciones al sur de sus fronteras. En su artículo «La exportación del Plan Colombia al Triángulo Norte y la Triple Frontera», Álvaro Verzi Rangel, sociólogo venezolano, resalta que se adelanta la conformación de una fuerza militar multinacional latinoamericana con el propósito fundamental de asegurar esta hegemonía imperial estadounidense en nuestra América. «Sería -explica- la unificación de Plan Colombia, la Iniciativa Mérida y la Iniciativa para la Seguridad Regional de Centroamérica, ya mostrado en los documentos del Comando Sur de EEUU "Plan 2018", y el "Operation Freedom II". No hay quiebres entre las administraciones de Obama y Trump: por encima de ellos, el poder fáctico lo comparten el Pentágono y el complejo industrial militar, que pueden garantizar a las corporaciones trasnacionales el acceso a los recursos de la región».
Por su parte, el periodista francés Thierry Meyssan también hace referencia a esta estrategia de control geopolítico, la cual estaría basada en los postulados del influyente estratega norteamericano-israelí y asesor del Departamento de Defensa,Thomas P. M. Barnett, autor del best-seller «The Pentagon´s New Map», que contempla la reconstrucción, ampliación y consolidación del espacio de seguridad de Estados Unidos. Resalta Meyssan: «Para el imperialismo se trata de dividir el mundo en dos: una zona estable que goza de los beneficios del sistema y otra zona donde el caos alcanza proporciones tan espantosas que nadie piensa ya en resistir sino sólo en sobrevivir, zona donde las transnacionales pueden extraer las materias primas que necesitan sin rendir cuentas a nadie».
Sería bastante necio, por tanto, ignorar que se busca sin disimulo alguno una agresión militar directa al territorio soberano de la Patria de Bolívar. Aún más al pensar que ello no tendrá ninguna consecuencia negativa para el país y para el resto de las demás naciones de nuestra Abya Yala, particularmente en aquellas cuyos gobiernos se esforzarían (con apoyo de sus pueblos) en mantener una posición de dignidad e independencia en relación con la clase gobernante estadounidense. Esto es lo que se ha divulgado extensamente, sin embargo, la realidad va más allá de lo que se discierne o percibe a simple vista, suponiendo que el interés imperialista por Venezuela tiene que ver exclusivamente con el control de los yacimientos petrolíferos. El objetivo central de Estados Unidos no es sólo derrocar los gobiernos considerados progresistas y/o izquierdistas, lo que ya es algo recurrente y tradicional por parte del imperialismo yanqui, o apoderarse por la fuerza del petróleo. Con ello, el neoimperialismo -de la mano de Trump- apunta a hacer realidad la recomposición de los Estados-nación diseñada durante el gobierno de George W. Bush en el caso de Oriente Medio, lo que comenzó a concretarse con las invasiones a Irak, Libia y, ahora, Siria.
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