El elefante bocarriba
SOBRE
ORGASMOS Y LA VIUDA MILLONARIA
Federico Ruiz
Tirado
Está científicamente
comprobado por la ciencia y por la vida misma, y hasta por la “muerte
enamorada”, que la mujer adulta mayor (después de los 50 o 60 años, hasta los
70, incluso un pelo más), convierte el
orgasmo en una plenitud que alucinante y la hace más felizmente hermosa por
dentro y por fuera. Y si es millonaria, quizás sea más dichoso el hombre joven
que se tope con ella por aquello del maldito y odioso dinero que, desde Marx
hasta Nelson Montiel Acosta, han abordado en términos más teóricos, ideológicos
y chavistas cuando se refieren a la lógica del capital.
Pongamos por caso el joven
ese de la canción que promocionan TVES, la Villa del Cine, el Presidente Maduro,
que se rio mucho anunciando el adelanto de la serie televisiva y otros entes
activos culturalmente en el país, como
Corazón Llanero, por ejemplo.
Ciertamente el tema puede resultar escabroso
por muchas razones que prefiero irme por las orillas. Voy a referirme por eso
al orgasmo, que es un fenómeno interesante y misterioso. Dicen que es una cosa
muy saludable para todos los sexos que existen ahora en el planeta. No lo dudo.
Conozco gente que me dice que ha tenido orgasmos que le producen hambre; a
otros que después de una batalla sexual les da sueño o comer caraotas negras
con tajadas, arroz o espaguetis.
Una vez leí, por cierto, que a Arístides Calvani, dicho por el mismo, le
“daba una conversadera después de hacer el amor”. Tenía mucho humor este hombre.
Eso que llaman el multiorgasmo, me han dicho, parece que incita a los amantes a hablar mucho
en la cama de cosas que han vivido a lo largo de sus vidas, las cuales son
generalmente son producto de esa fantasía eléctrica que traen consigo los orgasmos
y de esos vocablos que surgen justo cuando los amantes blanquean los ojos de
tanta sampablera sexual, lamedera, besos en los pies, olfateos y otros goces.
Tampoco lo dudo.
Pero eso es una cosa y otra
es esta canción de Santiago Rojas que alborota el machismo, la estafa como
modus vivendi, la burla a la mujer (y sobre todo a la condición de viudez y a
la propia memoria de los difuntos de ellas que son millonarias o han ahorrado
una platica dignamente). Son antivalores que lesionan sin pudor alguno el legado
de Chávez cuando hablaba del feminismo, como uno de los pilares del socialismo
que debíamos construir. Con eso no se juega en esta época de guerra asimétrica
que nos tiene -por lo visto no a todos- en estado de alerta y pasando hambre.
Es cierto que en tiempos de
revolución hay también que reírse, divertirse, amar, tener sexo sano, como
dicen los médicos, sobre todo los psiquiatras, ir a la Gran Sabana o hacer parapentes,
como lo hace un amigo mío que se partió los pies cuando cayó en una roca
filosa. Yo soy uno que me divierto mucho cuando habla el diputado fascista de
apellido Guevara, o cuando oigo a la gente burlarse de sí misma en las colas o
con el billete de cien bolos. En: no veo nada perverso ni malo en esos
divertimentos o formas de cantar “De vez en cuando la vida”, de Serrat, o Fito
Páez, o cosas que cuelgan enemigos y no tanto en el Facebook, incluyéndome,
claro está.
Pero, por último, me da pena ajena que se haga una serie televisiva y se diga que, también y por si fuera poco, se homenajea al llano. El llano es otra vaina. Chávez lloró en el llano. He visto llaneros llorando mientras cantan en una parranda, después de la faena.
Yo soy llanero y por eso lo digo. He tenido
novias llaneras de pura cepa (más no millonarias, aunque en algún momento
fueron viudas) que andan arrechas con esa canción y con la serie y me reclaman
porque no he dicho nada sobre el tema, como si yo fuera el Doctor en Letras
Francisco Ardiles, que sabe de todo.
A ellas, les dedico estas palabras.
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